Capitulo 16

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Caminemos -dijo Vincent y, ayudándome a ponerme de pie, extendió el brazo para sostenerme. Dimos un paseo mientras veíamos barcos
No escuché a Georgia llegar a casa esa noche, y dormí
hasta altas horas de la mañana. Cuando desperté, fue por
una sensación de expectativa.
Medio dormida, el rostro de Vincent del día anterior, flotaba en mi
mente. Cuando él escaneaba el café con una expresión melancólica, me
sentí abrumada con una mezcla de nostalgia y orgullo. El guapo
muchacho moreno, era mío. Con este pensamiento una deliciosa
sensación me envolvió, y poco a poco abrí los ojos.
Y entonces mi consciente le lanzó una patada a mi corazón.
Vincent no era mío. Era de otra persona. Y yo estaba de nuevo dentro
del agujero negro de tristeza y pesar que había sido mi prisión por las
últimas tres semanas.
Tomé la decisión de salir de la casa, decidí desayunar en el Café
Sainte-Lucie, el cual me di cuenta había vuelto a abrir el día anterior.
En el camino más allá de la sala, vi a Papy en su sillón, leyendo
un periódico y luciendo completamente como una versión mayor de mi
padre. A sus setenta y un años, todavía lucía una cabeza llena de
cabello. Su apariencia aristócrata, la cual había sido heredada por
Georgia, por desgracia había saltado justo por encima de mí.

Miró por encima de su periódico.

-¿Cómo está mi princesa? -preguntó, empujando sus gafas de
lectura hacia su frente.

-Estoy bien Papy. Sólo voy a desayunar con J.D. -Retuve mi
ejemplar de El Guardián entre el Centeno antes de meterlo en mi bolso.
Cogió mi mano en la suya y la colocó en el brazo de la silla al lado de él,
utilizando el lenguaje de señas de los abuelos para, Quédate un minuto.

Papy dijo en voz baja:

-Mamie dice que está preocupada por ti. ¿Quieres hablar?
Negué con la cabeza y le di una sonrisa de agradecimiento.

-Sabes que estoy aquí siempre que me necesites -dijo, tirando
sus gafas de regreso a su nariz.

-Gracias, Papy -susurré, apretando su mano antes de volver a
salir.

Nunca podría hablarle de mis problemas. Incluso si solo acabara
de romper con un regular novio humano, Papy realmente no podría
entender. Él y Mamie vivían en un mundo de sueños en perfecto
funcionamiento. Todavía estaban locamente enamorados y se pasaban
el tiempo haciendo cosas que ambos disfrutaban. Tenían una vida
normal. Una vida estable. Tenían todo lo que quería.
El dueño del café me dio la bienvenida personalmente, me sentó
en la parte delantera de la sala, donde tendría algo de intimidad. Tomé
un sorbo de mi café crème y comí un croissant a medida que me perdía
en mi libro. Debió haber sido media hora después, cuando me di cuenta
que la silla frente a mí estaba ocupada. Jules se sentó frente a mí con
una sonrisa maliciosa en su rostro, sus ojos castaños brillando con
humor.

-Así que, Miss Estados Unidos, pensaste que podrías hacer un
acto de desaparición y simplemente abandonarnos a todos. No tienes tal
suerte.

Casi reí de alegría al verlo de nuevo, pero hice como que no me
importara, preguntando:

-¿Qué pasa con ustedes chicos muertos? ¿Están siguiéndome, o
qué? ¡Anoche, Charles, y ahora tú!

-¿Vistes a Charles?

-Sí, él estaba en este club al que fui muy cerca de Oberkampf. -
Mi voz se desaceleró cuando vi el asombro de Jules.

-¿Qué club?

-Honestamente, no sé ni cómo se llamaba. No había ni un cartel
ni nada.

Mi Vida Por La TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora