Capitulo 14

42 3 0
                                    

Estábamos por nuestra cuenta. Finalmente. Y lo que
              debería haber sido una situación terrorífica, yo... sola en
              un viejo castillo... sentada junto a alguien que acababa de
descubrir que era un monstruo, bueno, no era terrorífico en absoluto.
Increíblemente, parecía más incómodo que cualquier otra cosa.
      Me senté frente a él en su cama, a este muchacho que parecía
estar al borde de la muerte. Incluso en su estado de debilidad era
hermoso. Yo tenía todas las razones para tener miedo, pero en lugar de
eso, estaba cautivada por la emoción más extraña. Me sentía protectora
hacia él.

      —Así que... —dijo Vincent.

      —Así que... ¿eres inmortal?

      —Me temo que sí.

      Se veía cansado y preocupado, y por primera vez, muy vulnerable.
De repente me sentí como si tuviera todo el poder en mis manos. Lo
cual, con respecto a nosotros, supongo que era cierto.

      —¿Cómo te hace sentir eso? —preguntó.

      —Um. Es mucho para asimilar de una sola vez. Pero sin duda
explica cosas. —Sentí que sus dedos agarraban los míos—. Es la razón
por la que no tengo miedo en este momento, ¿porque estás sosteniendo
mi mano?

      —¿Qué quieres decir? —dijo con una sonrisa desigual.

      —Es uno de tus súper poderes, ¿no? ¿Qué es? ¿El toque
tranquilizante o algo así?

      —¡Súper poderes! —se rió entre dientes—. Um. Sí, señorita
perceptiva. ¿Cómo te diste cuenta de eso?

       —Charlotte lo utilizó en mí antes. Y dudo que pudiera haber
atravesado esta reunión informativa, sin los pocos golpes que me diste.
       Las comisuras de la boca ligeramente curvadas. Sus dedos se
aflojaron y luego se volvieron a curvar alrededor de mi mano.

        —Ya veo. Y no, a pesar de que te estoy tocando, no estoy
haciendo el “toque tranquilizante” como tú lo llamas. No sucede cada
vez que te toco. Tengo que desearlo. Pero por el momento, pareces estar
manejándolo bien por tu cuenta.

       Eché un vistazo a su mesita de noche y vi que mi foto había sido
colocada hacia abajo. Descansando en la parte superior de ella, estaba
la carta que le había escrito el día anterior. Ya parecía como años atrás.

       —Recibiste mi nota —le dije.

       —Sí. Eso ayudó a explicar por qué te volviste toda acosadora
conmigo —él se rió—. Todavía no puedo creer que Jean Baptiste te
dejara entrar. Es tanto su culpa que me hayas encontrado, como la mía
por haberte traído aquí la primera vez. Definitivamente no voy a dejarlo
que me chantajee con eso. Cómo te las arreglaste para convencerlo de
que te dejara pasar de la puerta delantera, nunca lo entenderé.

       La risa de Vincent estaba bordeada con algo que sonaba como
victoria.

       —Eres increíble —dijo, sus ojos irradiando calor.

       Me senté allí disfrutándolos hasta que los cerró y puso su cabeza
de nuevo contra la almohada.

       —¿Estás bien? —le pregunté, preocupada.

       —Sí, estoy bien. Sólo estoy sintiéndome muy débil. ¿Te importaría
darme algo de esa mesa? —Él asintió con la cabeza hacia una bandeja
plegable instalada junto al cabezal de su cama, conteniendo una gran
variedad de frutas y nueces.

       Cogí un plato de dátiles y luego volví a sentarme junto a él con
ello.

       —Gracias —dijo, tocando mi mano de nuevo antes de recoger una
fruta y echarla en su boca.

Mi Vida Por La TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora