Capitulo 4

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               cuando me paré fuera en la reconfortante seguridad de la
               luz del día la mañana siguiente, los eventos de la noche
               pasada parecían irreales. No había habido nada sobre lo
que habíamos visto en las noticias. Pero Georgia y yo no podíamos
dejarlo tan fácilmente.

        Discutimos esto más que algunas veces, aunque no nos
acercamos a entender que estaba sucediendo. Nuestras teorías corrían
en cosas mundanas, como fanáticos de Mazmorras y Dragones jugando
a ser actores para un más dramático y gracioso escenario de viaje en el
tiempo con doncellas y caballeros.

        Aunque continué haciendo toda mi lectura en el Café Sainte-
Lucie, no había visto el misterioso grupo de chicos guapos de nuevo.
Después de un par de semanas, conocía todos los mozos tan bien como
los dueños, y varios de los clientes regulares llegaron a ser caras
familiares: pequeña mujeres ancianas con sus Yorkshire terrier de tazas
de té, los que llevaban en un bolso de mano y alimentaban de sus
platos. Hombres de negocios con trajes caros, hablando
interminablemente en sus celulares y comiéndose con los ojos a todas
las chicas bonitas que caminaban allí. Parejas de todas las edades
agarrándose las manos por debajo de la mesa.

        Una tarde de sábado estaba sentada en mi mesa regular en la
esquina izquierda de la terraza, leyendo Para matar un Sinsonte5.
Aunque esta era mi tercera vez leyéndolo, algunos pasajes aun traían
lágrimas a mis ojos. Como una lo estaba haciendo ahora.

        Usé mi truco de enterrar uñas en la palma, el cual, si lastimaba lo
suficiente, podría salvarme de llorar en público. Desafortunadamente,
hoy no estaba funcionando. Podría decir que mis ojos se estaban
poniendo rojos y vidriosos. Esto es lo que necesito, llorar en frente de la

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regular multitud del café solo me haría conocida para ellos, pensé,
mirando hacia arriba para ver si alguien se había dado cuenta de mi.
      Y ahí estaba el. Sentado a algunas mesas de distancia,
mirándome tan intensamente como la primera vez. Éste era el chico con
el cabello negro. La escena del río con el saltando de un puente para
salvar la vida de alguien, se sintió como si no hubiese pasado más que
en un surrealista sueño. Aquí estaba, en la abierta luz del día, bebiendo
café con uno de sus amigos.

      ¿Por qué?, casi digo esto en voz alta. ¿Por qué tenía que agarrar
todo lo lloroso de un libro cuando éste demasiado guapo para ser cierto
chico Francés estaba frente a mí a simplemente diez pies de distancia?
      Chasqueé mi libro cerrándolo y dejé algo de dinero en la mesa.
Pero solo cuando empezaba a ir hacia la salida, la anciana mujer en la
mesa junto a la mía se levantó y comenzó a juguetear con su enorme
pila de bolsas de compras. Me removí impaciente hasta que finalmente
uno de ellos se giró.

      —Lo siento, querida, pero estaremos otro minuto. Solo ve
alrededor nuestro. —Y ella prácticamente me empujó hacia donde los
chicos estaban sentados.

      Yo había duramente dado un paso más allá de su mesa cuando
escuché una fuerte voz llegando de atrás mío.

      —¿No estás olvidando algo? —alguien dijo en Francés.
      Me giré para ver al chico parado a centímetros de distancia de mí.
El era aún más guapo que lo que había parecido de lejos, cuando su
aspecto estaba agudizado con esa misma pedernal frialdad de la que me
había dado cuenta la primera vez que lo había visto. Ignoré la repentina
sacudida en mi pecho.

      —Tu bolso —el dijo, sosteniendo mi bolsa de libros hacia mí,
balanceando la correa entre dos dedos.

      —Um —dije, arrojada por su proximidad. Luego, viendo su irónica
expresión, me esforcé. El piensa que soy una completa idiota por dejar
mi bolso detrás—. Que amable de tu parte —dije rígidamente,
alcanzando mi bolso mientras trataba de salvar algún desecho restante
de confianza dejada en mi.

Mi Vida Por La TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora