Capítulo 6

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Capítulo 6: Ahora no quiero dejarte.

—Me siento como la peor basura —dije triste, mientras comía unas rebanadas de fruta.

—Ya Sara, han pasado dos días de lo sucedido y aun sigues con eso.

—Es que ignoré a unos niños y eso que no me caen bien los pendejitos de otros pero ellos... su mirada. —Suspiré pesado.

—Entonces arreglemos el problema —contestó tomando su café—, ¿por qué no hablas con ellos?

—¿Y cómo? Primero, no me quieren ver y otra los padres, o sea Darío va estar ahí como perro rabioso.

Se tomó la barbilla pensativo.

—¿Y sí activas el modo ninja? —Alzó una ceja.

—¿Cómo? ¿Quieres que me meta a su casa a escondidas? —Insinúo.

—Mmm... no así, pero creo que es lo único, aunque mejor no lo hagas, podrías ir presa. —Aseguró.

—Me diste una buena idea. —Sonreí.

—No lo harás ¿verdad?

Agarré mi taza de té, dejando la incógnita.

[...]

»¿Como carajo subo?«, pensé buscando alguna escalera o algo para subir al cuarto. Y sí, estaba invadiendo una propiedad privada.

Era de noche, genial idea tuve *Sarcasmo*. Agarré una piedra y lo tiré a la ventana de la niña. Está estaba oscura, lo más seguro es que se haya ido a dormir como los demás. Tiré como diez, pero ninguna señal dio.

Con la furia golpeó una y está se forma una grieta en la ventana, me tapó la boca asustada, a lo que se asomá una silueta pequeña.

—Sara. —Grito emocionada.

—Shhh. —dije mirando a todos lados.

—¿Que haces aquí? —susurró confundida.

—Vine hablar con ustedes —susurré—, necesitó entrar.

—¿Pero cómo? —Mirando alguna alternativa de subir—. Ya se, súbete al árbol. —Señaló uno que estaba a lado.

»Moriré en el intento«.

Me rasqué la cabeza insegura, terminando a animar.

Subí como pude al árbol y fui (tilde) a la repisa, luego me agarré a la orilla de la ventana, entrando en está.

Fatigada, creyendo que era fácil, pero no lo era y más cuándo tengo vértigo.

—¿Cómo te puedes cansar subiendo?

Sonreí forzosa.

—No estoy acostumbrada. —Me levanté del suelo—. Tu te llamas Hanna ¿Cierto?

Asintió.

—¿Y tú hermano? —pregunte curiosa.

—En el otro cuarto, ¿quieres que lo busqué? —preguntó ansiosa.

—Vamos juntas. —Me arriesgué.

Abrimos la puerta lentamente con la luz apagada, yendo sigilosamente al cuarto del hermano. Hanna giró el pomo que hacía mucho ruido. Entramos, cerrando la puerta que rechinaba, mi paciencia se estaba acabando. Le puse el seguro por si las dudas.

—Despierta. —Se tiró encima.

—¿Qué pasa? —Se levantó asustado.

—Esta aquí Sara —dijo emocionada.

Ven a mí, amado profesor [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora