Capítulo 11.

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Capítulo 11: Recuerdos olvidados.

Narrador Omnisciente.

Sara se encontraba aburrida y sola en la casa. Stan se había ido a hacer unos papeleos mientras que su sobrina se encontraba en el colegio. En eso se le ocurrió llamarle a Darío.

Llamando a Darío:

—Hola —Habló Darío.

—¿Qué tal? —respondió Sara, simpática.

—¿En serio? ¿Sara Cool? —pregunto él.

—Así que lo viste. —Sonrió ella—, ¿Quieres ir a un paseo por el parque?

—No, no quiero —dijo seco.

—Come on!(vamos) Yo se que tu quieres. Además, estoy aburrida.

—Ve con tus amigos, a mí no me rompas las pelotas.

Ella hace una mueca triste.

—Yo... yo no tengo amigos. El único es Stan y tú —confesó cabizbaja, era notable que ya no tenia esa sonrisa.

Darío se maldijo por decir eso, aunque no iba ser una excusa para no ir con ella.

—De todas formas, no estoy con ánimos de ir. Acabó de salir del trabajo.

—Mirá, si aceptas te cumpló cualquier deseo que quieras, ¿Qué te parece? —dijo tratando de convencerlo.

Darío pensó en su deseó rápidamente y era en que Sara lo dejase en paz de una vez por todas.

—Esta bien, iré contigo, pero con una condición que cumplas mi deseó si o sí.

—Esta bien, pero ¿cuál es ese deseo? —preguntó ella, curiosa.

—Te lo diré en la salida.

[...]

Se habían encontrado en un parque los dos para pasear. Empezaron a caminar, él tenía su típica cara de amargado.

—Que lindo esta el día ¿verdad? —Habló Sara, tratando de animar el paseó.

—Esta como todos los días, soleado y con un calor de mierda —respondió con una actitud de viejo. Ahora comprendía a Stan.

Ella suspira pesado. Se detiene y con sus manos agarra los bordes de sus labios para formar una sonrisa deforme.

Se ríe.

—¿Qué haces? —Le quita las manos de su rostro.

—Me gustas cuando sonríes. —Sonrió Sara.

»Mierda«, pensó ella.

—Digo... es que me gusta la gente cuando sonríe... y sí... —Se rascaba la cabeza—. Eso. —Sonrió sin decir nada mas.

Él ocultó su media sonrisa, le causaba risa lo que ella decía.

—¿Sabias que es mala educación tocar el rostro de alguien? —Empezó dar pasos adelante.

—¿Mala educación? —Se preguntó confundida—. Ni que se necesitase un contrató. —Rió ella.

—¿Por qué vives sola con Stan? ¿Dónde están tus padres? ¿No que eras de Argentina? —Preguntaba sin parar.

Sonrió ella, riéndose.

—¿Tanto te intereso? —Le dio un codazo amigablemente.

—¿Eh?

Ven a mí, amado profesor [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora