Capítulo 14

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Capítulo 14: No eres mi destinó.

Narrador omnisciente

Habían pasado casi tres semanas. Darío recordaba momentos de su infancia gracias a todas las cosas que hizo Sara hacia él. Todo estaba bien. Sara iba a caminó con unas rosas blancas para él, pasó por la respectiva plaza donde se encontraba cerca la casa de Darío. Miró por una dirección y allí lo encontró sentado con una mujer... su esposa.

Estaban muy encaramelados, como esas típicas parejas de adolescentes. Ella sintió un dolor en su pecho, le dolió tanto que la tristeza la recorrió. Llama a Darío por el móvil.

Lo ve como mira el móvil y se aleja de su esposa con una sonrisa.

—Darío. —Habló con la voz rota.

—Sara —dijo en voz baja.

—¿Dónde estás? —preguntó sin quitarle la mirada a Darío.

—Estoy ocupado, perdona que no te avisé, pero hoy no creo que nos encontremos. Además, tengo que decirte algo, lo dejemos. —Contestó serio.

—¿Dejarlo? ¿Por qué? —preguntó ella, desconcertada.

—Porque no funciona y ya no lo quiero intentar —Él miro a su esposa—Me debo ir. —Colgó.

Sara se sintió fatal que caían lágrimas, miró la flor y la tiró lejos de ella. Sé había traicionada.

[...]

Darío con su esposa caminaban de la mano hasta que ve una rosa blanca envuelta de papel de regaló. Él lo alza observándolo atentamente.

—¿Quién pudo tirar una hermosa rosa blanca? —Sé preguntó Clara.

—No sé, pero sería un desperdició dejarlo tirado. —Le ofreció la rosa con una sonrisa.

Clara lo recibió y le dio un delicado besó a su amado.

[...]

—Sara, calma. —Trataba de calmar los llantos de Sara.

—Lo tengo que dejar, tengo que dejar a Darío —dijo lamentándose.

—¿A que te refieres?

—Debo irme de Argentina. Consigue cualquier propuesta que me lleve lejos de aquí —confesó ella.

—¿Estas segura?

Asintió.

—Esta bien. —Contestó no muy convencido de mí decisión.

[...]

P.O.V Sara

2 semanas después.

Darío y yo éramos algo así como amigos, pero a la vez no entendía que relación éramos exactamente. Pasó mucho tiempo luego de lo sucedido, deje de contactarme con él, ni siquiera se molesto a enviarme un mensaje o preguntarme si estaba bien o como iba, algo que yo siempre quise.

»Sara, Sara«, escuchaba la voz de Darío alucinando.

Mientras escuchaba música en mi móvil e iba caminando por la calle, alguien agarra mi brazo dándome un giró. Era él, justamente pensaba sobre nosotros y ahí estaba como si lo hubiera invocado.

Quedé atónita al verlo.

—Sara hace mucho que no te veía. Te grite como 2 cuadras atrás. —Sonrió.

»Alv, no era mí mente«, pensé riendo.

—Estaba ocupada —Mentí con mí expresión sería.

—Lo noté, ¿Quieres ir a un lado? —preguntó invitándome.

—No. —Contesté cortante.

Mí actitud era distinta a lo que solía ser. Ya no era la alegre Sara y él amargado sino totalmente distinto, nuestros roles se intercambiaron.

—Sabes, no te creó. No creó que estés ocupada o peor aún que no me hayas reclamado sobre la cláusula del contrató. —Opinó.

Flashback.

—Papá ahora recuerda casi todo —Habló Nico.

—¿Sí? ¿Y por qué casi todo? —pregunte confusa.

—Él no recuerda su primer año de profesor.

»El año donde nos conocimos«, pensé.

Fin del flashback.

»El destinó se encarga de joderme la vida«, pensé.

—¿Cómo va tu memoria? —cambiando de tema.

—Bien, he recuperado una gran parte de la memoria y esto es gracias a ti —agradeció.

—Eras tú no yo. Yo solo me encargué que intentaras. El resto lo haz hecho tú. —Comenté—, me debo ir.

—¡Espera! —me detuvo—. A la noche habrá una cena y quiero que Clara conozca a la salvadora —soltó una risita—. ¿Puedes venir?

»Verga«.

Asentí.

»¿Qué mierda acabo de hacer?«, pensé arrepentida.

—Genial, te espero. —Sonrió de oreja a oreja.

Me despedí sin ninguna sonrisa, pero con un total arrepentimiento y ganas de pegarme.

—¿Por qué acepté? —murmuré.

[...]

—Que lindo tener al frente a la chica que salvo a mis hijos —dijo Clara.

Hice una sonrisa falsa. No molaba estar aquí.

—Espero que te guste la comida, lo hice con mucho amor.

Clara por lo que sabía trabajaba de Chef y algunas veces se iba del país a ofrecer platos a chefs más populares y cosas así. Lo extraño es que no se iba por unos días sino meses y eso me hacia sospechar, aunque no soy nadie para meterme en cosas privadas.

La cena era incómoda, yo respondía con respuestas cortas y frías. No venía con plan de hipócrita a hacerme amiga de una persona que uno, no me inspiraba confianza y dos, por ser la esposa de una persona que me gustaba. Eran tantas malas que tenía con ella que en algún momento llegue a pensar que solo le tenía envidia hasta que reflexione que no. Esto era más allá de un amor sino por los niños. Ellos me demostraban confianza, amor conmigo que con su propia madre hasta recuerdo un día que Nico me dijo que quería que me casara con su padre.

¿Por qué será?

—Lo siento, no puedo estar con alguien hipócrita. —Tiré la servilleta.

—¿Cómo? —Sé le fue la sonrisa falsa que tenía.

—No soy quién para juzgar y meterme, pero usted debería tener más consideración con sus hijos. —Me largue.

Darío fue detrás mío exigiendo una explicación.

—¿Por qué estas así? —Me detuvo agarrando de mi brazo.

—Por la misma razón que tú estás —respondí cansada de la situación.

—¿De qué hablas?

—Lo siento, hoy estoy en mis días —contesté irónica.

—¿Ah?

—Porqué claro tu eres tan santo que no cometes errores por lo que yo tengo que meter el pie en la olla y decirle las verda...

Me abrazó de repente quedando atónita.

—Te quiero —confesó.

»Wat«.

—Por ser mi amiga. —Justo en la Friendzone.

[...]

Continuará...












Ven a mí, amado profesor [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora