Capítulo 1

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   Es medianoche de un domingo, un muy aburrido domingo. Mis pies habían saltado de la cama sin mi consentimiento y como no soy nadie más que un peón del lado oscuro de la vida, me dejé llevar por los pasos que daban mis largas piernas por orden del destino.

   Es así como me encuentro ahora en el medio de las calles asfaltadas de mi pequeño pueblo.

   No me siento asustada, desde hace tiempo he aceptado que no manejo ni tengo control sobre ningún aspecto de mi vida, ni siquiera mis padres lo tienen, tan sólo me guía el viento, el elemento que me perdonó la vida cuando había nacido muerta.

   El ser que me dio otra oportunidad.

   Camino por las calles desoladas, arrastrando mi bata negra por el frío asfalto en tanto pienso en que es una época maravillosamente extraña ya que en el día hace el suficiente calor como para caer deshidratada en cualquier parte y la noche es bastante considerada al traer consigo el hermoso frescor del otoño junto a un aroma glorioso a lavanda ya que la ciudad está rodeada de esos campos repletas de ellas.

   No me preocupo por las almas humanas con la suficiente valentía como para perseguirme al verme sola, con la suficiente seguridad de creerse afortunado por despojarme de mis pertenencias o peor aún, abusar de mí.

   Sé con certeza que todo lo que me rodea me protege de cualquier acto violento que trate de hacerme pasar por un mal momento, pero por ahora, sólo siento el fresco viento en mi nuca empujándome para seguir caminando hasta que me detengo en dónde sé que debo.

   Tomo asiento en la orilla de una vereda mientras mis pies descalzos lamen el badén de la calle. Todo mi cuerpo está recto aunque relajado, tengo la sospecha de que luzco como una niña sonámbula que ha perdido el camino a casa y claramente el sentido de la realidad.

   Observo la casa que está frente a mí. No es la primera vez que el viento me trae aquí, pero aún hasta el día de hoy no he descubierto el fin de venir a ver esta hermosa casa.

   Cada primera noche de luna llena y a la despedida de ella, me veo forzada a actuar como una fiel espectadora de la casa y de sus miembros aunque comúnmente todos ya se encuentren dormidos.

   He hecho tantos rituales al viento para que me señale su designio y en respuesta sólo he recibido silencio.

   Luego de un año de haber venido a esta casa a la misma hora y bajo la misma luna, me tome la libertad de venir bajo mi propia voluntad a investigar al propietario del inmobiliario a horas de la tarde.

   Lo único que me he llevado como información es que allí viven un matrimonio junto a un hijo que me supera por un año de edad y actualmente con una dulce niña en camino.

   El joven de esa casa va conmigo al instituto y no me sorprendí mucho al notar que era parte de los jóvenes que me evitaban tanto a mí como a mis hermanas.

   Mis hermanas. Sonrío al pensar en ellas.

   No son más que mujeres cercanas a mi edad, excepto Elena, ella tiene diecisiete años al igual que yo. Todas hemos sido perdonadas por un elemento o deidad a quienes nuestros padres otorgaron su alma entre otros sacrificios a cambio de que nos regalen la vida con la que no fuimos dotadas al nacer.

   Cuando el Gran Consejo de Lacayos vieron tantos dones reunidos en cinco niñas, decidieron unirnos y utilizarnos en el enlace con el reino del inframundo. Nos creen poderosas a tal magnitud de que nos respetan como si fuéramos las mujeres de Satán y en parte lo somos, aunque por un plan de él, desconocido para nosotras, nos mantiene vírgenes.

   Es así como no pude escoger entre crecer como humana o poner en práctica lo que llevo en mi sangre, pues al ser perdonada por el viento y al llevar la sangre de antepasadas brujas poderosas, no puedo negarme a cumplir mi destino de ser parte de las últimas cinco brujas.

   Sí, tal como lo he dicho. Tan sólo somos cinco las grandes brujas alrededor del mundo, el resto son simples brujas sin dones como mis hermanas y yo, brujas que pobremente sólo consiguen volar en escobas, hacer pociones de corta duración y alardear sus dotes en adivinación, entre otras pocas cosas.

   Observo la casa con más atención que desde hace un rato. Tengo grandes sospechas de que el viento quiere que halle algo dentro de la casa que tengo frente a mí o que en un caso extremo y dramático cuide de ello por ser una reliquia de mis grandes dioses del infierno. Talvez ese haya sido siempre el destino que tanto me presiono a descubrir y no sea nada aventurero como lo espero.

   Con tan solo pensar en lo importante que es esa misión, algo vibra en mi pecho. No quisiera decepcionar a mis venerados dioses y decepcionar al viento por desperdiciar la oportunidad que me obsequió retrasándome más de lo que he hecho en descubrir su plan.

   Veo la casa en un estado de seriedad absoluta, tan solo pensando en las posibilidades de cuál podría ser mi destino dentro de esa casa hasta que mi cuerpo se pone de pies sin mi previo permiso. Tan solo por esa razón, sé que son las tres de la mañana.

   Sólo me dedico a ser sumisa del viento, dejándome guiar con confianza por él.

   A mitad de camino a mi casa, el poder del viento me abandona con un soplo en el rostro dejándome a merced de mi propia voluntad para caminar a donde quiera.

   Sonrío con cariño al sentir tanta familiaridad entre nosotros.

   Decido sencillamente ir a mi hogar a continuar con el poco descanso que tres horas podrían permitirme con la intención de prender un incienso de esencia de menta y otro de laurel para tranquilizar mis sentidos de la mejor manera pese a que sea magia blanca.

   Entro a mi hogar sin hacer ruido alguno, en caso de hacerlo no estaría en problemas, pero prefiero que mis padres duerman sin interrupciones innecesarias. Me dirijo a mi cuarto en silencio y hago lo que tenía pensado, cuando me arropo en mi cama el olor a laurel y menta ya se han mezclado con el oxígeno.

   La magia blanca no está prohibida para el uso en uno mismo, pero lo está en casos de que se use para ayudar a alguien más y el castigo no es algo que Belcebú permite olvidar. Y con ese último pensamiento, duermo con la tranquilidad de un recién nacido al ser consiente de mi fidelidad a mi linaje.

...

¡MIL GRACIAS! A la Editorial Ángel Caído por haber hecho la portada, estoy en deuda con ustedes 😍

Brujas - Almas SalvadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora