V.- Mikaela, el confundido.

681 100 332
                                    

Aún no podía creer lo que tenía ante sus ojos. Yūichirō era un ángel a su vista. Un hermoso ángel que vino a tierra firme para desconectarlo del mundo que, hasta entonces, daba por conocido.

—¿Estás bien ahora? —preguntaba con verdadera preocupación Mikaela.

Aquel chico se le quedó viendo.

—¿Eh? ¿A qué te refieres? —le dijo confundido.

—Hasta hace poco estabas llorando, ¿que no lo recuerdas? —cuestionó.

Yūichirō solo mostró aún más confusión.

—Sí, pero no entiendo tu pregunta. ¿Por qué no estaría bien?

—Se supone que, cuando una persona está mal, llora. ¿No es así? —El rubio no entendía el rumbo de la conversación.

—Las lágrimas son sentimientos desbordándose y que quieren escapar de allí —apuntó al pecho del ojiazul—. Como son sentimientos, no pueden ser malos, por lo tanto, no estoy mal, solo me estoy desbordando al no poder controlarlos.

—Entonces, ¿cuándo se supone que una persona está mal? —le preguntó con sincero interés.

—Una persona que está mal no necesariamente llora —explicó—. De hecho, una persona no puede estar mal. Solo está. Las emociones momentáneas no definen a alguien.

—La verdad, no entiendo a qué te refieres. —Se encontraba muy confundido.

—¿Has escuchado cuando las personas dicen que "están felices"? —El blondo asintió—. Las personas no "están felices". Las personas son o no son felices, simplemente. Emociones momentáneas como la alegría, tristeza, emoción, y todo eso, no definen tu felicidad. Tu felicidad se define en base al amor que hay en tu vida. Una persona no puede "estar mal", como tampoco puede "estar bien". Una persona solamente puede sentirse triste o roto en ciertos momentos de su vida. Pero los humanos son seres cambiantes, nunca se sienten todo el tiempo de la misma manera. Aunque sea solo un poco, siempre hay algún cambio de emoción en su corazón. No se puede solo estar bien o mal. Cuando te sientes roto o triste, pierdes de vista tu felicidad. Por eso la gente tiende a no encontrarle el sentido a su vida. Tratan de buscarle un motivo a su felicidad, cuando éste no existe. Tu felicidad depende de ti y en cuánto te amas a ti mismo y a la existencia en sí. Amor es felicidad —expresó muy seguro.

Mikaela se lo quedó procesando por algunos segundos.

—No logro entender —suspiró frustrado.

—No lo entiendas. Siéntelo —le sonrió dulcemente.

El abogado sintió dejar de respirar un momento al ver aquella muestra de Yūichirō, y, cuando el aire volvió, se arremolinó en su rostro entintándolo de un leve color rosa pastel.

—Me siento alegre —confesó el azabache.

—¿Por qué? —cuestionó, olvidando el pequeño bochorno vivido hace unos momentos atrás.

—Porque dejaste atrás los malos pensamientos que tenías antes de perseguir a Suna. Mi corazón se desbordó por eso que tú estabas sintiendo —le dijo.

—¿Eh? ¿A qué te refieres? —No sabía qué pensar acerca de la plática que se estaba llevando a cabo.

El ojiesmeralda se quedó en silencio.

—Lo olvidé. Debo limpiar la casa. No me gusta hacer estas cosas, pero el tío no está aquí y tengo que ayudarle —dijo en claro tono de fastidio—. ¿Me acompañas, Mika? —cuestionó.

—Ehm, ¿ok? —¿Mika? Nadie lo había llamado así antes.

El joven de cabellos azabache tomó a Mikaela por la manga de su traje y lo guio a través del extenso terreno que se hallaba bajo sus pies.

¡Las cosas no son tan simples! [MikaYuu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora