Capítulo 3. "Pesadillas y...él"

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Pasan las clases como un borrón de sombras, no reconozco ninguna, todo es borroso, todo son sombras sin sentido hasta que escucho el timbre para dar fin a las clases, parpadeo un poco para enfocar la vista y me noto en el final de la clase de probabilidad.

-Bien chicos, pueden salir y no olviden traer la tarea.

Veo como todos y cada uno va saliendo del salón mientras yo me quedo guardando mis cosas con lentitud a sabiendas que mientras más tarde salga, menos probabilidad tendré de toparme a Braulio y su círculo de matones.

Tomo mi mochila y salgo con pasos lentos del salón, me dirijo a mi casillero, guardo algunos libros y saco otros para las tareas del día.

Empiezo a escuchar pasos y me apresuro a guardar todo, cierro el casillero, pero ya es tarde, Braulio está detrás de mí y me jala del brazo, sonríe con maldad, no sé la razón por la que tiene esa fijación en mí y cierro los ojos esperando el golpe, pero a cambio escucho un grito.

-¡Viene alguien!- Siento como Braulio me suelta y yo caigo al suelo, me levanto y corro al baño, escucho como atrás vuelven a gritar.

-¡No venía nadie idiota! ¿Qué te crees?- Suspiro y me escondo en el baño de mujeres, subo las piernas al baño y abrazo mis piernas y al pasar los minutos escucho varios pasos que se van de largo, cierro los ojos y me concentro en contar, en pensar en otra cosa que no sean las personas que me siguen.

Pasados unos minutos escucho de nuevo más pasos, pero esta vez se detienen en la puerta y se abre lentamente sin hacer ruido.

-Elizabeth, soy yo, James- Me mantengo callada, aunque su voz es inconfundible, suspiro aliviada de que no sea otra persona.

-Elizabeth, no se si estés aquí, pero ellos se fueron, ten cuidado al salir.

Se cierra la puerta y escucho los pasos de James alejándose poco a poco, me mantengo en mi lugar hasta que sólo escucho un pitido constante que indica el silencio, bajo los pies y me estiro un poco, acalambrada de estar en el mismo lugar, me asomo por la puerta y al no ver a nadie me voy corriendo por la puerta más cercana, aliviada de no salir lastimada.

***

Llevo encerrada en mi habitación todo el día, no he salido ni para comer, no puedo parar de llorar por toda esta mierda de día.

Estoy cansada de todo; de mi casa, de mi familia, de mi horrible escuela y de todas las malditas personas que conozco y odio, que se burlan de mi, todos y cada uno de los días de la semana.

Puedo sentir como empieza a doler donde Braulio me apretó el brazo. Me acuesto en la cama cansada y cierro los ojos, y al momento, me quedo profundamente dormida, voy a una tierra donde no hay dolor, donde no puedo sufrir y eso me hace feliz.

***

Planeaba dormir mucho, pero despierto a los 40 minutos de haberme dormido según mi reloj, los golpes en la puerta son fuertes y es aún es temprano como para que lleguen mis padres a casa así que me levanto llena de curiosidad por saber quién es, bajo las escaleras y abro la puerta

-¡Hola!- Dice sonriente, no contesto, se nota el cansancio en mi rostro por que el deja de sonreír. Intento cerrar la puerta, pero algo la detiene, en cuanto volteo veo que es su pie el que lo hace

-¡Oye! ¿Por qué haces eso?

-¿Qué haces aquí?- Le digo ignorando su pregunta.

-Sólo pasaba y quería saber cómo estabas.

La Chica de las Mangas LargasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora