Buscándote: POV Len

7 1 0
                                    

-¡Sr. Len! - me levanté de golpe.

-¿¡Q-qué sucede!? - frote mis ojos

-Ah, nada, es que cómo no respondía a mis llamados para despertarlo, pensé que había muerto. Aunque claro, es entendible, muchos viejos mueren de esa manera.

-¡No estoy muerto, idiota! ¡Y tampoco soy un viejo, sólo tengo 21 años!

-¿Y aún niega lo viejo que está?

(Este niño me irrita) - ¿Sabes qué? Olvídalo, sólo vamos a continuar.

-¡Sí, señor! - (Es realmente irritante... ¿En verdad a Leia le agrada este chico?)

Caminamos mucho, cada vez que tropezaba con alguna piedra en esa montaña rocosa, ese mocoso se burlaba de mí, al igual que yo me vengaba cuando le ocurría lo mismo.

No paramos, queríamos encontrar a Leia lo más pronto posible.

-------------------------------------------

-Tengo sed...

Habíamos caminado por muchísimo tiempo, supongo que para un niño pequeño esa distancia hubiera sido matadora.

-Si quieres podemos detenernos - insistí.

-¿Es tonto o qué? No hay un lugar con sombra para detenerse a descansar, igualmente sufriríamos - siguió caminando.

(En serio que voy a ahorcarlo un día de estos...) - Sólo trato de ayudarte, mocoso.

-Je, no necesito ayuda, sólo quiero encontrar a la señorita - me sorprendía aquella actitud suya, desde que estábamos en la cueva se portaba de ese modo.

-Vaya... Cuando te encontré eras un llorón que sólo dependía de mí (o eso parecía), pero ahora eres un enano que cree que puede hacer todo aunque no pueda, que todo el mundo es inferior a ti y que puedes llamar a la gente como te dé la gana. ¿Podrías al menos aceptar mi ayuda, enano? - traté de contenerme porque es un niño después de todo.

-Si puedo hacer todo lo que quiera - replicó - ¡Y no soy enano!.

-Claro, claro, enano.

-¡Sigamos caminando!.

-Bueno, está bien.

-¡Te voy a demostrar que si puedo hacer todo lo que yo quiera!.

Seguimos caminando. Él se quejaba algunas veces por el sol y por lo molesto que yo era, además de que a cada momento decía que tenía sed pero que tenía que continuar para demostrarle que él podía hacer todo lo que le diera la gana hacer. Admiraba lo fuerte que era. Por alguna razón, cuando lo veía me veía a mí mismo. Intentando ser fuerte ante cualquier problema, me recordaba a mi de niño, pero temía que lo mismo que me pasó a mi por ser de esa manera le pasara a él. Era algo por lo que nadie más tenía que pasar, era demasiado para cualquiera, nadie, ni siquiera la persona más cruel y violenta lo merecía.

--------------------

El sol aumentaba su intensidad, estábamos débiles y el agua era extremadamente escasa. Mi garganta estaba seca, mi boca desierta y el sudor inundaba mi ser completamente. Mis pies estaban a doloridos y mis piernas estaban un poco débiles, quería tumbarme en el suelo y morir. Había pensado que tal vez nadie me extrañaría, al igual que aquella vez. Pero cuando pensaba en mi primera expedición, recordaba a Leia, la chica de habla escaso y de idioma inentendible, pero de hermosa cabellera del color del mar más puro, de un cuerpo esbelto y delicado, con una sonrisa reluciente y encantadora que me encantaba, con una actitud alegre y animada, y con unos cautivadores, hipnotizantes y bellísimos ojos, esos ojos que me volvían loco; cada vez que me miraba perdía la noción del tiempo y el espacio, se creaba un mundo único, un mundo en el que sólo existíamos ella y yo. Cuando sólo pensaba en que perdería todo eso si me rendía, olvidaba todo el dolor y sufrimiento y sacaba fuerzas para continuar.

Tomé la botella, tenía demasiada sed, sólo quería un trago de agua para tener energía. Cuando vi al chico, no dudé ni un segundo y le di la botella que yo estaba dispuesto a beber. Él estaba agotado, sus piernas temblaban, sus labios estaban resecos, su rostro se veía horrible y ya no tenía sudor. ¡Estaba deshidratándose a una velocidad impresionante!.

-Oye ¿Estas bien?, no te ves muy bien.

-Déjame en paz, no me veas - rechazó la botella. Ignoré su comentario y busqué con la mirada algún lugar con sombra en esa enorme montaña rocosa. Para mi suerte había una cueva no muy lejos de aquí. Pero desafortunadamente se derrumbó en el suelo.

-¡Oye! ¡Mirame! ¡Oye!

-T-te veo... No se-as tan ru-ruidoso - su cara se tornó roja y sentía su cuerpo muy débil.

Recosté su cabeza en mi hombro y cuando lo levanté me rodeo con sus piernas y brazos.

-Tranquilo - tomé la botella y se la volví a dar - Bebe - bebió tan rápido como pudo y casi se ahoga con el agua, bebió toda la botella - Te estas deshidratando muy rápido, buscaré algo de sombra para descansar.

Corrí con lo poco de fuerza que tenía a dónde había visto esa cueva. El niño comenzó a toser y a toser y no paraba. Estaba muy nervioso.

-Calma, ya estamos por llegar, resiste un poco más - estaba a punto de caer, mis piernas ya no podían más pero debía ser fuerte por él, me necesitaba.

(Ya estamos por llegar, ¡Sólo un poco más!) extendí mi mano para tocar la sombra pero...en cuanto lo hice.... Desapareció...

Estoy acabado, ¿en serio todo terminará así? El niño está muriendo y yo voy a quedar en el mismo estado que él. No quiero cerrar los ojos. No quiero perderlo todo así. Temo que al cerrar los ojos, no pueda ver su sonrisa jamás.

Me levanté. No podía rendirme. Tenía que encontrarla y volver a verla sonreír... Pero... Y si... ¿y si al cerrar los ojos despierto de esta pesadilla y vuelvo a verte?... Quiero verte... Aunque... Esta vez... No estarás aquí para salvarme..... Leia

Deep Sea GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora