Paranoid Android de Radiohead estaba sonando al interior de sus audífonos cuando salió de casa aquél viernes por la mañana. Todavía tenía quince minutos a su favor así que en lugar de pedirle el auto a su madre, decidió caminar las cuatro calles que lo separaban de la escuela en donde cursaba su último año de secundaria. Había una bufanda en torno a su cuello y un cigarrillo sin encender en sus labios.
— Le diré a mamá que fumas —la amenaza de su hermano menor llegó fresca a sus oídos. Solía escucharla a diario.
Gerard hizo un gesto con la mano para quitarle importancia y encendió el cigarrillo. El humo entrando a su sistema se sentía bien. Era el acompañamiento perfecto para la taza de café que acababa de beber. Y realmente necesitaba ese pequeño tubito blanco para tener un buen día. Sin embargo, sentía que era tonto necesitar un cigarrillo para estar bien. Pero daba igual, su filosofía se quedaba consigo mismo. Ni loco compartiría esos pensamientos con alguien más.
Vio a su hermano avanzar a paso acelerado a la escuela y un poco más allá lo vio encontrarse con ese afeminado amigo suyo y el otro que parecía demasiado grande para seguir en la escuela.
— Hola Gerard —dijo uno de ellos.
— Saporta, Beckett —saludó de manera formal mirando a ambos chicos—, buenos días.
Sentía la mirada de ambos encima cuando pasó de ellos para seguir su camino, más no les prestó atención. Su playlist de Radiohead avanzó tres canciones hasta que llegó a la escuela. Vio varias caras conocidas sentadas afuera y con un gesto de la mano saludó a algunos antes de entrar a la escuela. Seguía teniendo cinco minutos a su favor antes de que las clases —y el examen— dieran comienzo. Se apresuró hasta su casillero y se quitó la bufanda. Estaba intercambiándola por unos libros cuando una femenina figura se acercó a él.
— Hola, señor me-distraigo-demasiado-estudiando-en-grupo-así-jódanse-porque-mi-brillante-cabeza-y-yo-nos-quedamos-en-casa.
— Lindsey —sonrió girándose a mirar a su novia. Le dio un suave beso en los labios antes de quitarse los audífonos para guárdalos también— ¿Cómo les fue con la sesión de estudio?
— Debí haberte imitado —suspiró ella haciendo un fingido puchero—. Ray llevó unas cervezas y Bob se enojó por el cambio de planes, aunque terminó más ebrio que nadie.
— ¿No estudiaste nada? —Gerard hizo una mueca.
— Intenté hacerlo, pero es difícil concentrarse en medio de esos dos cerdos. Creo que voy a reprobar, Gee.
— Al menos te fue bien durante el año, quizás te salves —Gerard cerró la puerta de su casillero y con su brazo libre rodeó la cintura de su novia, caminando juntos hasta la sala de clases.
— O quizás no me salve y tenga que volver a cursar biología.
— Si pudiera haría el examen por ti, Lindsey. Pero sabes que soy demasiado cobarde para eso —dijo entre risas, ella rió también.
En silencio terminaron su camino hasta la sala de clases. Había varias personas sentadas en sus lugares estratégicos y en la fila cerca de la ventana estaban Ray y Bob. Ambos lucían terrible, pero los saludaron con un gesto de la mano cuando se acercaron.
— Te odio —susurró Bob por lo bajo—, debiste haber estado ahí para ser la voz de la razón.
— Usualmente Ray es la voz de la razón —respondió Gerard mirando a su amigo, pero él sólo se encogió—. Les va a ir bien, chicos. No sean tan pesimistas. Todo pinta que será un buen día. Además... recuerden que mañana habrá fiesta en la piscina.
— Sigo sin creerme que seas tú el más emocionado por una fiesta en la piscina —Ray comentó escéptico.
La voz del profesor los hizo callar, Gerard sintió su estómago ponerse como una piedra al interior de su cuerpo. La verdad es que tampoco estaba tan preparado para el examen, se había entretenido buscando una película en Netflix y para cuando se dio cuenta ya eran las tres de la mañana y no había estudiado nada. Y quizás sí lo había hecho desde las tres hasta las cinco, pero dudaba que algo le hubiese quedado grabado en la cabeza. Dejó ir un suspiro y recibió la hoja del examen. Parecía estar escrito en ruso.
— Mierda... —bufó por lo bajo.
Comenzó a tamborilear su lápiz contra la mesa mientras que con la mano libre desordenaba su cabello. Miró tentativamente hacia un costado y vio a Lindsey y a sus dos amigos bastante concentrados en sus exámenes. Alzó la mirada al reloj. Faltaban veinte minutos para las nueve. Luego miró a su profesor, estaba sentado sobre el escritorio, con los brazos cruzados sobre su regazo, mirándolos a todos y a nadie a la vez. Su mirada se encontró con la del profesor durante unos segundos y luego volvió a mirar su examen. No recordaba haber estudiado nada de eso. Demonios.
Se mantuvo ocupado dibujando un esquema sobre las bacterias patógenas y cuando volvió a alzar la mirada eran ya las 9:15 de la mañana. Maldición, quedaban solo quince minutos para terminar el examen. Volvió a mirar su hoja intentando responder algo más, un largo bostezo escapó de sus labios y sus párpados se volvieron pesados, pero no podía dormir. Era el último examen y luego podría relajarse, y el día siguiente tendrían una fiesta en la piscina y quizás Lindsey estaría ebria y tendrían sexo y sería una forma totalmente genial de despedir sus años de escuela.
Sólo tenía que responder ese examen.
Un ruido taladro sus oídos. Era uno totalmente familiar pero desconocido a la vez, algunos de sus compañeros de clase entraron en pánico al instante. Gerard abrió los ojos fuertemente y alzó la cabeza, su mirada se encontró con la de Lindsey y tuvo miedo.
Eran disparos.
Fueron acercándose poco a poco hasta que escuchó los gritos y los disparos cerca de la puerta. Se abrió de golpe y vio al profesor interponerse frente al chico. Gerard lo miró por unos instantes. Era joven, no era demasiado alto y veía unos mechones rubios salir por debajo del negro gorro en su cabeza. Traía lentes de sol, y una diabólica sonrisa en los labios. Lo vio alzar fusil MP40 y apuntar directamente al rostro del profesor. De pronto su cuerpo se convirtió en una muñeca de trapo, y con un sonido sordo cayó al suelo con la mitad del cráneo despedazado. Los gritos se hicieron más fuertes, vio el rostro de Lindsey aterrado, estaba llorando desesperadamente. Ray y Bob se habían escondido bajo los bancos, así como muchos de sus compañeros de clase.
— Boo —exclamó el tipo y disparó a un lugar cerca de la cabeza de Lindsey. Pero la bala chocó contra la pared. Ella gritó más fuerte.
Gerard se puso de pie para ir a protegerla, estaba en medio de un ataque de pánico y sabía que no sería capaz de nada más aparte de seguir ahí, llorando y gritando. Se acercó a ella y tomó su mano para ayudarla a esconderse bajo su mesa, y cuando el mismo estaba bajando sintió como su mundo se volvía en un blanco manto.
Cuando volvió a abrir los ojos estaba de pie, el sujeto a cargo del tiroteo ya no estaba ahí y había muchos oficiales de policía por todos lados. Vio mucha sangre en el blanco piso de la sala de clases, y luego se vio a sí mismo, boca abajo sobre el suelo. ¿Qué demonios?
El llanto de Lindsey seguía presente, la encontró con la espalda pegada a la pared y una oficial de policía junto a ella. La mujer estaba hablando pero Lindsey no escuchaba, sus ojos estaban fijos en su novio. Bob y Ray estaban ahí también, ambos parecían estar en estado de shock.
Vio unos cinco cuerpos aparte del suyo y del profesor. Quiso preguntar cómo habían logrado neutralizar a aquél sujeto, quiso preguntar por su identidad, quiso preguntar cómo estaba su hermano menor. Pero algo en su cabeza le decía que nadie iba a responderle.
Porque estaba muerto.
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can you see me? ・ frerard
FanfictionDespués de su repentina muerte, Gerard cree que su espíritu está condenado a vagar en soledad hasta que un muchacho le dirige la palabra. A él. A un fantasma.