Capítulo 4

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Frank...

Ese nombre se había mantenido en su mente durante toda la noche, mientras caminaba sobre sus pasos recorriendo esos lugares en donde había estado con él en el día. Encontró su casillero casi al instante, como si tuviera una clase de brillo extraño que lo hacía diferente al resto, y aunque podía hacerlo, no quiso hurgar en el interior. Le gustaba no saber nada de Frank, hacía que las cosas fueran más entretenidas, aunque se preguntaba si ahí dentro tendría una de esas bolas para ver el futuro o cartas de tarot porque, vamos, no era normal que fuese él el único tipo en la escuela capaz de verlo. No tenía sentido, ¿O sí?

Estaba sentado en el banco que pertenecía a Frank cuando el día lo encontró y comenzó a escuchar ruido en los pasillos. De inmediato salió y pudo ver como los primeros estudiantes comenzaban a llegar a la escuela. Vio muchos rostros que no le interesaban, y con el paso de los minutos se fueron multiplicando. Frank no estaba por ninguna parte, pero oh... ahí iba su hermano menor.

— ¡Mikey! —Gritó, aunque él no lo escuchó— Mikey, espera.

Lo siguió directo hacia su casillero, su hermano tardó quizás demasiado tiempo en sacar de ahí el cuaderno que necesitaría y luego se quedó un buen rato mirando al interior antes de cerrarlo. Cuando se giró Gerard pudo ver que su nariz estaba roja y sus anteojos estaban levemente empañados.

— Mikey... —suspiró, verlo llorar le rompía el corazón en mil pedazos. Siempre había sido así, aun cuando su hermano era pequeño— Mikey... cálmate, estoy aquí. Por favor escúchame.

Mikey se quitó los lentes y secó sus ojos con el antebrazo antes de volver a ponérselos y luego simplemente pasó a través de él. Y ni siquiera notó que su hermano mayor estaba tan desesperado como él para decirle lo mucho que lo extrañaba y cuanto odiaba no haber podido despedirse correctamente.

Era un día gris, se mantuvo recorriendo los pasillos sin ganas de molestar a nadie, lo cual era extraño porque su mayor entretención era intentar asustar gente que estaba con la nariz demasiado metida en el teléfono como para notarlo siquiera. Era un fantasma que se esforzaba, ¡Y nadie le prestaba atención!

— Estar muerto en el siglo 21 apesta en verdad.

— Ha de ser muy aburrido —contestó alguien.

Bueno, no era alguien; era Frank.

Gerard parpadeó varias veces y se volteó a mirar. Se había detenido justo frente al casillero de Frank y ni siquiera se había dado cuenta de ello, ¿Eso contaba como sonambulismo? La respuesta no importaba, porque Frank estaba ahí. Y ese cosquilleo que el solo poder interactuar con otra persona le provocaba había vuelto. Y mierda, era asombroso no estar totalmente solo en el mundo.

— No te vi en la mañana —dijo Gerard.

— Llegué tarde —respondió Frank, estaba de cara a su casillero, mirándole de reojo. Y Gerard sentía que debía esconderse también para hablar con él, aunque a ratos recordaba que nadie podía verlo de todos modos así que daba igual.

— Oh —Gerard asintió— ¿Y hablaste con tu madre?

— ¿Qué? —Frank se giró por completo a mirarlo.

— Ayer intentabas hablar con ella... en el baño, perdón por haber escuchado es solo que... bueno, lo escuché.

Frank tragó saliva sonoramente.

can you see me? ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora