─Como me vas a decir que no lo toqué, si caí con él al suelo, ─Le dije mientras me levantaba del suelo y lo miraba tratando de entender lo que me afirmaba.
─Créelo, solo es ciencia, Nada toca nada, ─Me respondió mientras agarraba la misma silla plástica de esa noche, y explicarme pacientemente lo que pasaba, ─siéntate, ─y señaló mi cama, yo me recosté de nuevo, y me puse en disposición para su explicación, ─Veras, cuando agarramos un objeto como este, ─Tomó un cenicero que estaba encima de la mesita de madera, ─Nuestro cuerpo está formado por átomos y cuando dos átomos se intentan tocar, en este caso, el de la mano y el del cenicero, es la fuerza electromagnética que hace repulsión en los electrones y los mantiene separados. No importa con cuanta fuerza empujemos, no podremos ponerlos en contacto.
─Si, algo así había escuchado en algún lugar, debe ser del colegio, ─Mientras volteaba los ojos hacia arriba tratando de recordar.
─ Es más, aun estando sentado en esa cama, realmente estas siendo soportado por esta fuerza, técnicamente, no estas tocando la sabana, los átomos de tu ropa nunca tocan los de la sabana.
─ ¿y todo ese cuento de la materia en el mismo espacio?, ─me sentía ya un poco más calmado, todo parecía tener más sentido.
─El cuerpo humano recambia prácticamente todos los átomos que lo forman mas o menos en unos cinco años, Unos diez a la veintisiete átomos, Mírate bien, en unos años no quedará nada de ti, ─Mientras con su mano derecha me señaló de arriba abajo.
─¿y porque no me habías dicho eso antes?
─Porque entonces no tendrías miedo de acercarte a ti mismo, el problema estaría en si dejas que tu yo de este tiempo te vea, se dé cuenta que es el mismo y te recuerde.
─Bueno, pues tienes razón.
─Espérame aquí tengo que contactar a alguien, hacer una vuelta y unas averiguaciones, ─me dijo mientras se levantaba de la silla, la acomodó a un lado de la habitación, y mientras cerraba la puerta dijo: ─No demoro.
Me quité los zapatos, las medias las puse dentro de ellos y me recosté en la cama, pensando en toda la locura que era mi vida, parecía una película escrita por Jonathan Nolan. Quería dejar de pensar en esas cosas, y no se me ocurrió otra idea que pensar en ella, Soha, tratar de recordarla más, pero mi mente no daba, nada llegaba a mi cabeza, lo único que pensé fue dormir, a ver si así de pronto podría soñar algo más, así que quité la sabana que cubría el colchón de la cama, me arrebujé con ella, amaba el aire acondicionado de esa habitación, casi podía creer que con el tiempo podía ver mi aliento mientras salía de mi boca al respirar, miré al techo y cerré los ojos, al momento esa posición la sentía incomoda, me giraba, boca abajo, para la izquierda, la derecha, tal vez porque era de día, y al parecer no me gustaba hacerlo, pero no podía dormir, hasta que no se en que momento cerré los ojos y los volví a abrir como un parpadeo, escuché unos pasos y la puerta que se abría, mire el viejo reloj, ya eran las cuatro de la tarde, había dormido más de dos horas y sentí que solo fue un parpadeo, y lo peor para mí, no recordé nada.
─Espero hayas descansado y te hayas desestresado un poco, ─Cerraba la puerta y se dirigió a su cama, ─Vamos a salir de nuevo así que ponte los zapatos, ─Se sentó en su cama, sacó su celular, parecía como si ese aparato hubiera penetrado sus ojos, se hubiera metido en su cuerpo y mente y le arrancara el alma, no parpadeaba, no sé qué veía, pero lo que sea que fuera captaba toda su atención, pero no solo eso, lo inquietaba, podía notarlo, con detenimiento miré sus manos, temblaban como si de estar en el polo norte se tratara.
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EN EL TIEMPO
Fiksi IlmiahAndres un joven de "23 años" que no recuerda nada sobre su vida, pero que poco a poco empieza a recordar el futuro.