21#: La vergüenza del pasado

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Benjamín

—Señor... ¿Greenwirk? —Un hombre vestido de oficial-camisa y pantalones azules, botas de gama con gruesos cordones. Un chaleco antibalas y un cinturón con un arma y varias cosas más que no me importa saberlo.

Asentí.

—Por aquí. —Lo seguí por unos pasillos oscuros de la agencia FAA. Federación Anónima de Agentes, actualmente secreta. Y anteriormente, el trabajo de mi padre.

Hace algún tiempo —que no sé realmente— ocurrió la muerte de mi padre, y a la vez se derrumbó el edificio completo del restaurante, dónde estuvieron varias personas como testigo.

Cuando desperté, me encontraba en una pequeña sala subterránea, acompañado de Jules, Sebastián y Elisabeth, y algunos "oficiales". Según ellos, estaban "viendo todo" lo que pasaba. Por lo que sé, nos separaron para interrogarnos para saber qué hacíamos allí y por qué tuvimos que intervenir con su maldito plan; también, nos mataron preguntando si sabíamos que mi padre había robado unas bombas automáticas de última tecnología y blah, blah, blah.

—Entre por favor. —El oficial abrió una puerta de gran tamaño, una puerta metálica reforzada. No me había dado cuenta que él pasó su mano por una pantalla y ésta se abrió.

Miré hacia atrás.

Ya pasamos varios metros desde la sala dónde me encontraba anteriormente con mis acompañantes. ¿Qué les habrá pasado a ellos?, ¿por qué estamos separados? E incluso más importante: ¿por qué no salvaron a mi padre si estaban OBSERVANDO todo lo que nosotros hacíamos? ¿Están de nuestro u otro lado? El lado oscuro... ¿cuál sería?

—¿Podría entrar por favor? —Su pregunta me volvió a la realidad. Di unos pasos hacia adentro de la sala totalmente solitaria, y observé los adentros. En la derecha había un cristal grueso con una cámara en la parte superior. En el centro, una mesa metálica totalmente limpia, acompañada de dos sillas también, metálicas. ¿Acaso eran una agencia de Iron Man o qué?

Suspiré.

Estoy en una sala de interrogatorios. La puerta metálica se desliza hacia la izquierda y se cierra completamente. Estuve tanto tiempo sin descansar con un ojo abierto. Estas son causas de las pesadillas, o sensaciones. Después de que te ocurre algo totalmente inesperado, nada es como antes. Primero, Jules me deja. Segundo, la pandilla de Don Jack me secuestra y uno de los jefes de ellos me abusa y golpea. Tercero, vi a mi padre morir delante mío, sin poder salvarlo. Y lo último que ves, es el único recuerdo que está estampado en tu mente, golpeándote una y otra vez. Mano derecha a labios y luego a la frente. El beso de buenas noches. Empezó a hacerlo cuando mi madre murió, en su funeral. Yo lloraba a mares. Mi padre siempre estuvo igual que yo, o tal vez peor o mejor, pero creó esa señal para darme fuerzas.

—Señor... —Una voz salió de unos de los parlantes situado a mi izquierda, no los había notado—. Perdón, ¿señorito?

Enarqué una ceja.

—Agh dios, esto es estúpido. No creo que un adolescente... —Una mujer de joven edad; unos treinta años como mucho, con cabellos colorados y labios finos, entró en la sala desde la puerta escondida debajo de los parlantes. Era toda una modelo. Tenía una bata blanca, una pollera verde ajustada y una camisa blanca. Su piel, parecía de muñeca. Se calló cuando me vio con los ojos abiertos como platos— podría lastimarme... —terminó susurrando, casi para ella. Me miró de arriba para abajo. Y observó los papeles que tenía en la mano. A los tres segundos, dejó lo que tenía en la mano en la mesa metálica.

—Siéntate —ordenó. Su voz era totalmente fría y su sonrisa tonta había desvanecido. Corrí la silla chirriando lo más posible, y ella extendió la mano—. Llámame Roxana.

¿Es en serio? (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora