Capítulo 10

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El viento se hizo presente en la noche terrible, y las nubes habían tapado el cielo estrellado con su inmensidad. Ahora ni las luces del cielo iluminaban la tierra, estaba totalmente oscuro… Pucca corría hacia el este, gritando, pasando por la aldea y despertando a todos sus habitantes. De un pronto a otro, los faroles se encendieron y todos los habitantes salieron de sus camas, todos, aun adormecidos, contemplaron como una gran tormenta se avecinaba. Todos de un pronto a otro corrieron a asegurar sus casas, a comprar comida y a asegurarse que tenían suficiente agua.
La aldea se convirtió en un caos. Pero a Pucca no podía importarle menos la tormenta o la comida, ella seguía corriendo a entre la multitud, Tobe y Garu ya debían estar peleando. La tormenta sonaba amenazante como millar de tambores de guerra que anunciaban un ataque, y los relámpagos ya comenzaban a vislumbrarse en las alturas, y sus luces iluminaban por instantes el camino que debía seguir.
Pucca sentía miedo, un terror horrible que se le había alojado en el pecho y no la dejaba respirar, miedo a que Tobe y Garu hiciesen algo terrible, un crimen horrible sin más razón que ella misma. Las piernas se le cansaban, después de todo, había corrido una distancia enorme entre todos lo viajes, pero debía seguir, a toda costa…

Mientras tanto en su destino, ya había empezado a llover, y Garu y Tobe estaban encarnados en una batalla sin piedad. Los ninjas de Tobe como piedras los rodeaban, ordenados por su maestro, en no intervenir, ni siquiera si parecía que él estuviese a punto de morir, después de todo, esta batalla era entre ellos dos. Las espadas chocaban y el metálico ruido de estas midiendose bajo los relámpagos, ajenas a todo lo demás que no fuesen las miradas de sus dueños. Las gotas de lluvia bajaban por la cabeza de ambos, y el agua había causado que la máscara de Tobe se volviese pesada, por lo que decidió quitársela y arrojarla al suelo. El cabello de ambos, mojado les cubría parte del rostro, pero esto no les importó en lo más mínimo. La tormenta caía de lleno y el viento no ayudaba. Entre los relámpagos, chispas encendidas salían del acero de las armas al chocar unas contra otras, como si fuesen Garu y Tobe los que estaban creando los relámpagos con sus espadas como dos espíritus enojados. El ruido de los truenos sólo era interrumpido por los constantes gritos entre los dos.
La sólida colina en la que se encontraban, debido a los empujones caídas y forcejeos de los dos se empezaba a llenar de barro, que hundía los pies de ambos y hacía que las caídas y oportunidades de golpes finales para ambos aumentaras, por lo que cualquier descuido podía causar la muerte.
Garu, aunque avivado por las llamas de la ira sentía el dolor de todos los bruscos impactos que había asestado cerca del mango de la espada de Tobe en la espalda y los antebrazos, lo que lo volvía más lento…
Pero las cosas no eran mejores para Tobe, quien finalmente sentía como el odio que había sentido por todos estos años, que lo había formado y endurecido hasta hacerlo quien era, finalmente volvía a florecer para reclamar la sangre del asesino de su padre, pero además, parte del nuevo Tobe sentía como si luchase por su supervivencia, como si ahí se estuviera definiendo a quién le pertenecía la nueva vida que Tobe había encontrado…

Pucca entre la multitud, sintió como una mano la tomaba por el brazo, era Ching, quien le preguntó:
-Pucca, ¿Qué sucede?
-¡Son Tobe y Garu! -exclamó Pucca- ¡Van a luchar!
Ching quien no creía las palabras que Pucca exclamaba, se llevó las manos a la boca, y Pucca esperó una respuesta o algún amparo.
-¡Hay que encontrar a Abyo! -fue la respuesta de Ching, sea lo que fuese que hicieran, Ching creía que necesitaría a Abyo, pero Pucca negó con la cabeza- Yo lo buscaré -dijo Ching en respuesta- Pucca, ten cuidado, por favor…
Pucca asintió y corrió hacia las colinas. Era un viaje largo, y no sabía exactamente en dónde podrían a estar. Sus sentimientos se revolvían unos con otros como en un carnaval de locura, que acababa siempre en una sensación peor. Como extra, no había dormido en dos días, ni comido tampoco nada… sentía como sus fuerzas la abandonaban a cada segundo…

Mientras tanto, la batalla entre Tobe y Garu se ponía más intensa. Ambos intentaban mantenerse de pie en el lodo y se esforzaban para poder ver a su rival entre la oscuridad y la lluvia. Lo más intenso ocurría cada vez que un relámpago aparecía, y les daba un instante de visión que aprovechaban para atacar a su rival. Ya se habían producido los primeros cortes, y la sangre de ambos formaba parte del barro que pisaban, pero ninguno de ellos parecía notarlo.
A Tobe no le gustaba como estaba progresando la situación, sentía que en esas condiciones la cordura que parecía mantener se veía más y más eclipsaba por la ira de Garu. Además tenía varias cosas en mente, como qué pasaría con sus ninjas si él moría, a dónde irían o qué les haría Garu.
Garu por otro lado, ya no tenía nada de eso, ya no tenía amigos, ni su casa le importaba, todo en su vida estaba perdido, solo le quedaban dos cosas, la ira y la esperanza de que si eliminaba a Tobe, Pucca volvería a amarlo y nunca más tendría que pasar por lo que había vivido en el castillo de RinRin.
Garu gritaba, cosa que era impropia de un ninja. Gritaba rabioso cada vez que sus espadas chocaban. En uno de tantos choques, Garu se mordió la lengua fuertemente por sus constantes gritos.Tobe hasta entonces había decidido guardar silencio, pero cuando vio a su antiguo honorable rival reducido al nivel de una bestia, decidió hablar…
-¿En qué te has convertido? Ahora peleas como si fueses un animal, sin control…
-¡TÚ ME ROBASTE A PUCCA!-dijo Garu gritando aun con la lengua adolorida.
-No… -dijo Tobe, quien miró a Garu con una sonrisa maliciosa- Ella me eligió a mí.
Garu gritó más fuerte que nunca mientras corría hacia Tobe sin cuidado de nada, con un enojo inmensurable como para dar un ataque final contra su adversario, pero Tobe aprovechando su descuido se defendió y con un golpe lo hizo caer, resbalando Garu en el barro. Tobe vio la oportunidad perfecta, su enemigo estaba en el barro indefenso, con su espada en el aire, apuntando hacia el ahora sucio y desgarrado corazón del traje negro de Garu, lo miró a los ojos, y un poco triste le dijo:
-Aquí se acaba…
Garu lo miró, consciente de la situación en la que estaba, descubriendo que hiciera lo que hiciera, estos eran sus últimos instantes de vida. Garu, derrotado, pensó en Pucca, mientras esperaba la inevitable llegada de la espada de su enemigo a su pecho, la muerte de un guerrero…
Tobe estaba dispuesto a hacerlo, lo tenía todo al alcance de su mano, sin embargo, una extraña sensación en sus dedos… era como si sostener la espada que había tenido durante toda la vida de pronto se sintiese innatural… Era como su sus brazos pesaran más y como si de pronto el agua que lo envolvía se sentía muy fría. Tobe jamás había matado a un hombre, entre todos sus incontables delitos anteriores, no se encontraba el despojar de la vida a otro ser humano.
Tobe miró entonces la expresión en el rostro de Garu, y vio que este había cambiado. Al ver como la derrota lo acechaba, el ninja Garu se había resignado, y había vuelto a su frialdad usual. Tobe reconoció ese rostro, era el de Garu, lo que podría sonar obvio pero, ahí estaba su enemigo, el asesino confeso de su padre, ya lejos de ser una bestia. Entonces miles de imágenes, risas y sentimientos solo recientemente encontrados salieron a la luz en la mente de Tobe. En ellos estaba Pucca, persiguiendo a GAru como lo había hecho en tantísimas ocasiones pasadas. Pucca verdaderamente había amado a Garu, ese hombre había sido objeto de su amor, y Tobe, simplemente, no podía hacerlo…
Tobe cerró los ojos. Pero no por mucho, ya que si bien Tobe sentía una pesadísima carga en acabar con lo que otrora Pucca había amado, Garu no tenía ni el más mínimo reparo en hacerlo.
Al ver como su enemigo cerraba los ojos, Garu aprovechó para empujar a Tobe junto a él en el barro, tirando lejos su espada. Tobe no logró reaccionar lo suficientemente rápido, de modo que de repente, se encontró en el lodo, con Garu forcejeando con él. En el suelo, Garu era más fuerte, Y el barro cubría la cara de Tobe, impidiéndole ver. Rápidamente el hombre que antes se había casi declarado como un vencedor, ahora estaba en el piso cubriéndose la cara con las manos, aguantando los golpes de Garu. Poco a poco, amparado en la fuerza que le daba su furia, Garu logró sobrepasar a Tobe, quien bajo la lluvia, yacía apenas consciente de su situación. Pucca llenaba su mente, mientras Garu, sacaba de su bolsillo una navaja, algo prohibido en un duelo. Los ninjas por honor hicieron ademán de detenerlo pero… su líder le había ordenado no hacerlo, en ninguna circunstancia, incluso si estaba al margen de la muerte, como en esta ocasión… Así que muy tristemente, los ninjas bajaron sus cabezas viendo perdido a su querido maestro, mientras que su adversario, sostenía la daga sobre el rostro molido y golpeado de su enemigo.
Garu sonrió viendo como la lluvia caía cada vez más y más fuerte, como limpiando la tierra para que pudiese ver el momento. Garu levantó la daga, y con todas sus fuerzas, la clavó en el cuerpo de Tobe…
Sin embargo algo salió mal. Al momento de clavar el puñal, una piedra dio de lleno a la cabeza de Garu, haciendo que este fallara por centímetros, haciendo entonces que la daga cayera sobre el abdomen de Tobe. Naturalmente, Tobe gritó, pero aún así, se había salvado por muy poco.
La piedra en cuestión, procedía de la mano de Abyo, quien lo miraba fríamente desde afuera del círculo, en el que los ninjas habían abierto un círculo, junto a su novia Ching; así lo descubrió Garu al voltear en dirección al lanzamiento.
-¿Qué te pasa?-dijo Abyo ahora muy molesto- Este no eres tú Garu.
-Él se lo ganó… -dijo y volvió su vista a Tobe- Él me robó a Pucca… -seguía diciendo, como si ese injustificado argumento justificase semejante acción.
-¿Y tú crees que Pucca querría esto?
-¿Y qué sabes tú sobre lo que querría Pucca?
-No lo sé… pregúntale tú- dijo este, quien se hizo a un lado para dejar ver como Pucca lloraba en el suelo, sin poder ver como la escena transcurría. Pucca había llegado un poco antes, pero estuvo demasiado asustada como para intervenir, se había encerrado en sí misma para no ver tan horrible acto.
Pucca, al escuchar como todo se detenía, volvió su mirada a Garu.
-¡Garu! -gritó- ¡No lo hagas!
Pero a estas palabras solo le siguió un silencio de parte de todos los presentes.
-No… -dijo Garu- No, esto no está bien -dijo mirando a sus amigos, quienes pensaban que este había recobrado su razón, pero pálidas fueron sus expresiones, al oír como Garu decía...- ¡Ustedes no están bien! ¡Es culpa de Tobe! y lo voy arreglar en este instante…
-¡No!¡Garu!
El tiempo pareció detenerse en la tormenta, como si su mismísimo origen estuviera reunido con ellos ahí mismo. La determinación de Garu era implacable, era como el de un desastre de la tierra, imparable e indiferente a todo. Estaba decidido a acabar con todo ahí mismo, y no había nada en el mundo que lo detuviera…
Excepto una cosa…
De repente, con un brillo peculiar, y un estruendo como de un volcán al erupcionar. Entre la lluvia y la densa neblina que se había formado en las colinas, aparecieron dos brillantes ojos rojos, como los de un monstruo que sueña. Ahí estaba, entre la lluvia, la inconfundible, la inequiparable silueta, de la única cosa a la que Garu había llegado a temer más que a su propia muerte.
RinRin.

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Hola, muchas gracias por seguir la historia, estoy asombrada con todo el apoyo que ha recibido. ¡Muchas gracias! :-D Parece increíble que ya llevamos diez partes.
También me gustaría que me ayudarán con una duda que tengo respondiendo un par de preguntas:
¿Cuál creen que ha sido el mejor capítulo?
¿Creen ustedes que el nivel de la historia ha ido dependiendo conforme progresan los capítulos?
Muchas gracias, espero sus respuestas en los comentarios, y como siempre dobles gustó la historia, por favor vótenla y recomiéndenla para que más personas la conozcan. ¡Muchas gracias!

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