Capítulo 11: Intrigas

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"Ayer Muerte estaba muy extraño, ¿Le habrá ocurrido algo? No, no lo creo, de ser así él me contaría lo sucedido ¿Verdad?... Bueno, desde que tuvo a Alicia ha actuado muy extraño pero anoche fue diferente, se le notaba en su mirada." Se decía a si mismo Vida acostado en su cama observando hacia la nada, inmerso en sus pensamientos preguntándose el por qué su contrario se veía triste, distante y preocupado sobre todo con Alicia, está bien, Muerte era ya de por sí sobre protector con su hija, pero ayer había actuado tan perturbado, obviamente algo sucedía y Vida quería saber el motivo de ese comportamiento.

- Señor -Irrumpió un sirviente en la habitación sacando de sus pensamientos a Vida- El señorito Leo... -Señaló al pequeño semidiós ubicado cerca del guardarropa.

- ¿Ah? -Distraído volteó a ver en la dirección que señalaba el sirviente alado notando que Leo estaba sentado sobre todas sus blancas camisas manchándolas de pintura. Vida casi sufrió un infarto- ¡¿Leo, qué hiciste?! -Quitó al niño de las camisas observando el desastre causado por su protegido. "Canas verdes, me van a salir canas verdes un día de estos" Pensaba entre lloriqueos mientras Leo reía a carcajada suelta por la cara tan graciosa que tenía su papá.

- No se preocupe Señor, estarán limpias y secas para mañana -Consoló el sirviente recogiendo las camisas pintadas.

- Gracias - Suspiró frustrado Vida observando al niño que corría por toda la habitación tomando juguetes, atrapó al pequeño para después alzarlo y quedar cara a cara "¿Y si lo llevo a que juegue con Alicia? Así gasta energía y yo tengo una excusa para ver a Muerte". - ¿Quieres ir a jugar con Alicia? -Esa pregunta fue como un detonante ya que su hijo a penas tocó el suelo al ser bajado salió corriendo emocionado hacia la puerta- ¡Leo, entiendo la emoción pero espera a tu padre! -Salió corriendo tras el pequeño.

Ya llevando a Leo en sus brazos se dirigió a casa de los dioses de ojos ambarinos, una vez adentro se encontró con una residencia en total silencio, recordó que Muerte ya no poseía sirvientes así que se adentraron en la morada. Después de recorrer la sala, el comedor y la cocina sin una pisca de presencia ajena, El Dios Benefactor y su predecesor se dirigieron a la habitación del Juez de Almas, pensó que tal vez estarían durmiendo pero al entrar no había nadie; observó con atención advirtiendo que varias cosas no estaban en su lugar, la siempre ordenada habitación de Muerte en realidad parecía haber sido sacudida por un tornado. El mayor colocó a un confundido Leo en la cama y empezó a revisar la habitación alarmándose cuando no encontró nada que fuera de Alicia e incluso faltaban cosas de Muerte, registró la casa de arriba a abajo alterado por descubrir que no había absolutamente nada. Finalmente padre e hijo se miraron a los ojos con perturbación.

"Esto es malo, muy malo". Vida rápidamente tomó a Leo en brazo y salió corriendo de la residencia para dirigirse a la propia y dejar a Leo al cuidado de los sirvientes, luego se dirigió a pedir ayuda a los demás dioses. "Amor... Ella es la mejor amiga de Muerte, debe... tiene que saber algo de él" Fue lo primero que se le vino a la mente, corriendo a gran velocidad llegó la residencia de la Diosa de Corazones siendo recibido por las Cupidos.

- A-Amor... Ahg... ¿Dónde... Ah ¿Dónde está Amor? -Preguntó jadeando Vida, las Cupidos lo guiaron hasta donde su señora que estaba jugando a los disfraces con Amora pero que tuvo que dejar el juego para después luego de ver el estado del dios presente.

- ¿Vida? ¿Qué paso? ¿Por qué estás así? -Preguntó Amor acercándose a Vida preocupada.

- Muerte... ¿Has visto a Muerte? -Su voz sonaba alterada.

- No... Hace días que no lo veo ¿Por qué? ¿Paso algo? -

- Él no está en su casa, pero eso no es todo... -Esas palabras dejaron a la diosa sorprendida- Ninguna de sus cosas está tampoco, no hay nada que sea de Alicia y de Muerte hay muy pocas cosas. -

Un nuevo amor, un amor incondicional Donde viven las historias. Descúbrelo ahora