Mi madre me deseo lo mejor para mi primer día de clases en este lugar. Me comentado que había cursado el secundario de Cazdna. Pero por temas personales decidió dejarlo. Me daba cuenta que ella no había sido cualquier mujer promedio. Fue alguien que tuvo un hijo con una bestia gobernadora de imperios, y que además fue una cazadora. La curiosidad crecía del saber cómo ellos se conocieron, pero no tenía el tiempo necesario, debido que en ese momento estaba a segundos de bajarme del vehículo para dirigirme al colegio.
—Hijo, como tu mamá siempre querré lo mejor para ti. Cuídate, te amo mucho—de su bolsillo saco un collar. Un dije particular poseía en él, tenía una pluma.
—¿Y esto ma?—pregunté
—Esa pluma es del ave Fénix, renace de sus cenizas. Es imposible de destruir, o a pesar de que lo hagan terminara volviendo a la vida tarde o temprano. Te servirá de inspiración—sonriendo.
—Gracias, lo cuidaré con mis fuerzas—
Al cerrar la puerta del vehículo estaría Utrox esperándome enfrente de su casa. El sería quien me lleve a este instituto.
—"La runa del Rinnin será la escogida para abrir la dimensión que nos llevará al destino Cazdna."—abrió el portal que nos guiaría hacia mi nueva educación.
—Vamos ¿Qué esperas?—preguntó mientras señalaba con sus ojos mi nuevo camino.
Cuando ingrese sentí un cosquilleo, fue diferente a aquella vez cuando viaje en su hechizo. No sé el por qué, pero mi cuerpo parecía algo exhausto. Al comenzar a ver la superficie caí parado, supongo que ya le había agarrado un poco la mano. Como costumbre él ya estaba del otro lado.
Estábamos en un jardín. Decorada de estatuas, fuentes, arboles, flores, y un monumento que destaca a comparación de lo demás. Era hermoso todo el lugar, cuando menos me descuido Utrox ya me llevaba la delantera por un camino que conducía a una reja enorme. Recorrimos unos cuantos metros hasta llegar al frente del colegio.
Tenía un frente gigantesco, parecía una mansión, un castillo. Algunos estudiantes estaban sentados en bancos que tenía el lugar, otros conversaban entre sí. Era raro el hecho de recordar cuando aquellos cazadores nos siguieron al escapar de la psicóloga, siendo que estos chicos parecían normales, sin instinto asesino. Utrox me explico cómo llegar a mi respectiva aula, pero antes de haberme ido me recordó cosas muy importantes. Tenía que usar con máxima precaución la fuerza que poseía, ya sea en golpes o saltos. Controlar que la cola no aparezca de la nada, y además debía estar alarmado si de nuevo sentía un ardor en los ojos, debido a que si pasase eso de nuevo no sería para nada agradable. Me dio una pócima, cada ocho horas tenía que beber tres mililitros, eso ayudaría a que mi aroma de Daemon se reduzca al nivel de un mortal promedio. Luego de todo lo dicho partí a donde recibiría mis clases, antes de ingresar toque puerta.—¡Pase!—se escuchó una voz media ronca.
Cuando ingrese había pocos alumnos a lo que esperaba, eran tan sólo quince. Algunos miraban raro, otros ni siquiera lo hacían, y el resto estaban jugando entre sí. El profesor de voz ronca se levantó de su sillón y de pie alzó la voz.
—¡Atención! ¡Atención!—aplaudiendo con las palmas de su mano para que todos lo escuchen.
Al instante todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo y miraron al frente.
—Hoy tendremos un nuevo alumno, Angus Vokrat. El proviene de una ciudad algo lejana del instituto, quiero que todos lo reciban con un fuerte aplauso—
Todos me comenzaron a aplaudir, exactamente todos excepto una niña del fondo que estaba con unos caramelos masticables mientras me observaba y sonreía.
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El heredero oscuro || La gema sagrada
AdventureDesde los tiempos remotos del origen de la vida siempre hubieron momentos de desacuerdos. En el mundo místico los primeros en comenzar las grandes diferencias fueron los ángeles y demonios a través de guerras sangrientas. Tanto el bie...