Al otro día me dirigí al punto de encuentro, pude encontrarlo fácilmente debido al gps que poseía la Tablet, cuando llegue estaban la gran mayoría exceptuando a la niña.
—Angus, llegas diez minutos tarde ¿Te parece bien?—el profesor Kavo.
—Disculpa, me dormí—
—La próxima irás a dirección—
Se dio media vuelta y abrió un portón, ocasionando la entrada a un lugar enorme. Parecía una arena moderna, toda techada, con las paredes llenas de diferentes banderas, donde podías observar todo desde las butacas de los espectadores, estaba completamente vacías. Nos dijo que todos los miércoles nos traería a entrenar la utilización de los elementos necesarios así defendernos de cualquier amenaza. Kavo decía que el mayor enemigo era uno mismo, y hasta no aprender el cómo ser capaces de lidiar los temores personales no podríamos hacer absolutamente nada.
Todos teníamos que elegir un arma que se nos sea cómoda. Sophia agarro una espada de tamaño promedio. Leo el bastón y Gus apareció sujetando la espada de tamaño superior.
—Nuevo ¿Nunca viste alguna arma? elige una, rápido—engreidamente Sophia.
—N-no te conozco, pero supongo que se te daría bien esta espada—comentó Martina, la chica tímida del salón.
—Gracias, supongo que me servirá—respondí.
Kavo nos dirigió al medio de la arena. Nos dividimos en grupos de a tres, me toco con Otis y Maggy. El entrenamiento constaba en destruir en el menor tiempo posible un metal de tamaño promedio a un vehículo. Esto no era imposible, pero tampoco fácil. Mientras intentáramos destrozarlo tendríamos que evitar flechas lanzadas por las paredes del alrededor.
El tiempo empezó, debíamos correr hasta llegar al metal. Las flechas iban directo a nosotros con una velocidad promedia.
—Otis, deja de estar mirando la jodida espada que agarraste y apresúrate—Maggy mientras lo empujo.
—¿Estás flechas son reales?—pregunté a medida que las esquivaba.
—Creo que sí—agregó Otis justamente cuando una le rozó dejándolo con una marca.
Estábamos justo enfrente del metal, Maggy con su bastón comenzó a recitar oraciones, y con ellas salían bolas que provocan explosiones. Otis daba espadazos bruscamente.
Era complicada la cuestión, no podía utilizar mis habilidades, por ende también comencé a hacer lo mismo que Otis, sin utilizar mi fuerza real. Pero el tiempo ya había llegado a unos siete minutos, y no teníamos progreso. El hacer sucesivamente lo mismo sin logros provocaba el cansancio. Además las flechas aumentaban de cantidad, haciéndolo que con el pasar de los minutos sea más difícil.
En una de esas a Otis le rebota la espada al golpear en el metal, como resultado termina recibiendo el impacto en la cara. Podría haber perdido el rostro tranquilamente, pero por suerte no. Kavo nos miraba con mirada de decepción. Estaba a punto de suspender el entrenamiento para nosotros. No podía dejar que eso pasase, respire profundo, y utilice un poco de mi fuerza. Le di al metal en seco, haciéndolo que termine en dos partes, dividiéndolo exactamente a la mitad.
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El heredero oscuro || La gema sagrada
AdventureDesde los tiempos remotos del origen de la vida siempre hubieron momentos de desacuerdos. En el mundo místico los primeros en comenzar las grandes diferencias fueron los ángeles y demonios a través de guerras sangrientas. Tanto el bie...