Despierto de mi sueño, miro el reloj y son las ocho de la noche.
Me levanto de la cama, no pierdo tiempo en ponerme una camiseta y me voy a la cocina.
Mientras reviso los gabinetes para buscar que preparar de comer empiezo a pensar en ella y en decirle que me gusta.
Entro en razón y me digo a mi mismo: no es el momento, no ahora.
Continúo buscando algo para hacer la cena y encuentro cereal.
Excelente, es lo más rápido que puedo hacer, solo un poco de leche y mi cena está lista.
Voy al refrigerador, busco la leche y para mi sorpresa no hay.
Tomo dinero de la isla, subo a mi cuarto para ponerme una camisa y después ir por leche a la tienda.
En ausencia de mis padres puedo darme el lujo de no comprar leche de una marca muy conocida.
Efectúo mis compras, salgo de la tienda y me voy a mi casa.
Llego a mi casa, me retiro la camisa, dirijo mis pasos a la cocina para finalmente terminar la preparación de mi cena.
Subo con mi plato a el cuarto, tomo el celular de mi escritorio y veo las notificaciones. Excelente, dos mensajes de Charlotte que no contesté antes.
Accedo a la aplicación de WhatsApp, le explico lo sucedido y comenzamos a hablar, disfruto tanto de esta plática que me olvido completamente de mi cena.
Seguimos hablando y parece que mi cerebro no entendio que aún no es el momento para decirle que me gusta.
Continuamos en la conversación, veo la hora y son las diez y media de la noche.
Regreso al chat y ya no está en línea. Opto por enviarle un mensaje de buenas noches para meterme a bañar.
Entro a la regadera y me baño con agua fría, según yo aclara mis ideas.
Comienzo a dar fuertes golpes en mi abdomen y continúo con los otros músculos, termino agotado y solo dejo que el agua fluya por mi cuerpo.
Salgo de la regadera, seco el exceso de agua de mi cuerpo y procedo a subir a mi cuarto para vestirme.
Tiro la toalla a un lado de mi cama y comienzo a buscar la ropa para vestirme.
Me pongo una bermuda y una camisa para no arriesgarme a morir de calor.
Aunque sea invierno no me da frío solo se me congelan las manos y los pies.
Me acuesto en la cama y comienzo a pensar que pasaría si le dijera en este momento.
No consigo conciliar el sueño y recurro a algo muy rápido, videojuegos.
Me paso desde las once de la noche hasta las doce y media.
Tengo los ojos cansados, apago la consola y me aviento a la cama para quedar dormido.
Despierto en la mañana listo para ir a reprimir me en el manicomio emocional.
Tomo el celular, le mando un mensaje de buenos días, recojo mis audífonos del piso y voy a la preparatoria.
En el camino no puedo dejar de pensar en lo que me estoy guardando, no dejo de pensar en ella y en lo que podría pasar.
Pero todo es un juego de mi mente así que empiezo a caminar más rápido hasta llegar a la preparatoria.
Llego a mi pupitre y esta vez Charlotte no ha llegado, empiezo a pedir información y me es comunicado que solicitó un cambio de salón.
Al parecer es el salón donde esta su mejor amiga así que simplemente vuelvo a mi salón y comienzo a dibujar.
Esta vez es una imágen de como me siento, es un muchacho hecho con partes de mucgas cosas y cocidas entre sí.
Esto es aburrido si no está ella.
Decido sacar el celular, prender los datos móviles y mandarle un mensaje a Charlotte.
Conversamos por mensajes y por alguna extraña razón me siento...
¿Qué es lo contrario de triste?
Ah, si alegre.
Las horas pasan y llega el momento más esperado por mí, la salida.
Sin pensarlo dos veces salgo rápido del salón y me dirijo a mi casa.
Llego a mi casa arrojo la mochila al sillón y mientras subo las escaleras me voy quitando la camisa para cambiarme.
Saco el celular de mi bolsillo y le mando un mensaje a Charlotte preguntando ¿Cómo te fue?
Ella contesta el mensaje y ya saben lo de todos los días platicar hasta la noche y decirle buenas noches.
Sin duda voy a guardar lo que siento más tiempo, no quiero destruir esta relación.
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El chico anarquista.
Teen FictionTrata de un chico que es anarquista pero su vida cambia al conocer a una chica.