Capítulo 5

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Había tomado la decisión de marcharme de los laboratorios, no estaba dispuesto a convertirme en un arma, en el malvado monstruo que se usaba para torturar personas, pues aunque a mí me los presentaban como "voluntarios que estaban dispuestos a todo por ayudar a la ciencia", descubrí ,al entrar en su mente, que la mayoría eran prisioneros, personas privadas de su libertad, a las cuales se ejecutaba y desaparecía una vez que dejaban de cumplir su función como conejillo de indias.

Me costaba mucho trabajo fingir que no estaba al tanto de lo que ocurría y muchas veces usé mi nueva habilidad, para implantar ideas en la mente de los científicos y de ese modo convencerlos para detener algunas de las pruebas. Sabía que eso no servía de mucho al pobre sujeto que usaban para las pruebas, pues sin importar que hiciera su destino sería siempre el mismo.

Mi escape fue planeado meticulosamente. Una vez ubicada las mentes de los guardias, me tomó muy poco obtener los códigos de la mayoría de las puertas del lugar. Además los científicos entraban y salían todos los días así que conocía, casi de primera mano, la ruta más adecuada para salir del lugar.

A través de la mente del personal del lugar conseguí también el momento justo para mi huida. Todo parecía conspirar a mi favor. En unos días el lugar estaría practicante vacío por unas horas, no había podido obtener el motivo exacto de ese hecho, pues ellos no tenían idea alguna simplemente se limitaban a seguir ordenes, como siempre. Para ser sincero a mí tampoco me preocupaban demasiado los motivos, lo único que sabía era que esa podía ser mi mejor oportunidad para dejar el lugar, debido a que mientras menos mentes tuviera que manipular, mucho más sencillo sería para mí, además aún no controlaba del todo mis habilidades y eso no solo era peligroso para mí sino también para aquellos que estuviesen alrededor.

Como prueba de lo mucho que me hacía falta para dominar por completo mis habilidades, fue la sorpresa que recibí justamente el día de mi tan esperado escape.

Ya estaba todo listo para marcharme, no poseía demasiados objetos personales, por lo que mi carga no sería un problema. Me preparaba para dejar mi habitación, cuando una mente me puso en estado de alerta. Se trataba del director del proyecto, el Dr. Werner.

Entró rápidamente a mi habitación, ni siquiera se molestó en golpear -nadie lo hacía -. En su mente pude distinguir con claridad dos sentimientos, todo lo demás quedaba en segundo plano. Una ira ciega ardía intensamente, nunca antes había visto tanta, y parecía dirigirse a el mundo en general. El odio era la segunda de esas emociones, esta vez tenía un único destinatario, no podía ver claramente de quien se trataba, pero esperaba que no fuese yo.

-Hoy te marchas -afirmó con su mente aún hecha un caos.

-¿Por qué dice eso señor? -alcancé a responder, agradeciendo de que no pudiera sentir mi temor y nerviosismo por haber sido descubierto.

-Han venido por ti, al parecer todo lo que hemos trabajado contigo no significa nada, al final seguir las ordenes es lo único que importa -respondió, aunque no estuve seguro de si intentaba explicarme la situación o simplemente trataba de convencerse-. Después de tantos años de investigación, toda una vida de sacrificios, dejé todo para estar en este lugar, tú no existirías de no ser por mí y, ¿así me lo pagan?. Enviándote a "unas mejores instalaciones", alejándome de mi mayor triunfo. Dicen que en ese lugar tu potencial puede ser aprovechado al máximo, pero en realidad no son más que mentiras para dejarme fuera del proyecto.

Una risa histérica escapó de los labios de mi creador, aunque en su mente no había ni rastro de humor.

-Al final no importa nada, muchacho. Solo el dinero, el dinero mueve al mundo. Recuerda eso, la humanidad está podrida. Tú en cambio, eres mejor, no lo olvides. No confíes en nadie, no te encariñes con nada y de ese modo no tendrás ningún impedimento el día que decidas tomar el lugar que te corresponde en el mundo. Puedes rescatar a la humanidad, salvarlos de si mismos -dijo antes de dejar la habitación.

Pude sacar una cuantas conclusiones de esa charla, el doctor había perdido al fin lo poco que quedaba de su cordura, su odio se dirigía únicamente a él y al parecer alguien estaba por llevarme lejos de allí. Pude ver en su mente que había un helicóptero esperando por mí en la azotea y que varios guardias armados esperaban fuera de mi habitación. Tome mis pocas pertenencias y los acompañe sin ningún tipo de resistencia.

Mientras avanzaba por un largo corredor, la mente de el doctor despareció. Al final alguien como él resultaba ser una amenaza para el proyecto y, como cualquiera que trabajase en él sabía, ninguna amenaza se mantenía activa por demasiado tiempo, todas desaparecían de forma comúnmente violenta.

Así que todas mis esperanzas de huir se desvanecieron, al menos por el momento. Aunque estuve tentado a probar, no me arriesgaría a jugar con la mente de los pilotos pues algo podría salir mal y la única libertad que encontraría sería la de la muerte, mi escape tendría que esperar. Una vez en los nuevos laboratorios estudiaría mis opciones y elegiría el mejor momento para huir, lo peor que podría ocurrir era que no lo consiguiese, en dado caso lo único que podrían hacer era mantenerme encerrado cosa que no cambiaría demasiado mi situación actual, era un bien demasiado importante para el proyecto, así que no corría demasiado riesgo.

Aprovecharía el tiempo hasta mi siguiente intento de fuga para mejorar mis habilidades. Viéndolo desde el lado bueno, un cambio de ambiente podría resultarme útil.

El helicóptero finalmente despegó de la azotea y, por primera vez, pude contemplar el lugar donde habían transcurrido poco más de diecisiete años de mi vida. Era un edificio de color gris rodeado de una gran cerca sin ningún tipo de distintivo, era tosco y poco llamativo. Visto desde fuera, no resultaba de ningún modo amenazante, pero eso cambiaría si el mundo pudiera enterarse de las cosas increíbles y los actos horrendos que ocurrían detrás de sus muros.

Nos dirigimos hacia el sur sobre un poblado, no tenía idea de su nombre y honestamente poco me importaba pues la geografía no había figurado entre mis áreas de estudio. El poblado dio paso a una inmensa llanura, en la cual podían verse pequeñas granjas y rebaños de animales, después de unas horas de viaje descendimos en una de esas granjas, que pertenecía a Psique lógicamente, para recargar combustible y recibir instrucciones de nuestro destino.

Por lo que pude obtener de la mente de los pilotos aún faltaban unas horas más de viaje y las instalaciones parecían estar ubicadas a las afueras de una gran ciudad, pues la imagen de un conjunto de edificios se hizo presente varias veces en la mente del copiloto.

Nuestro destino resultó ser uno de dichos edificios, descendimos sobre su azotea, para ese momento ya había dejado de intentar obtener datos de mi ubicación.

Un hombre vestido de traje, que se presento con el nombre de Caín, me dio la bienvenida a las oficinas centrales de la farmacéutica Psique y me pidió que lo acompañase al interior.

-Permite que te enseñe tu nueva habitación -dijo-. Sin duda será mejor que la anterior.

Al parecer estaba al tanto de quien era yo y de todo lo que podía hacer, pues durante todo el trayecto habló de lo impresionado que estaba con mis habilidades. Incluso me pidió una pequeña demostración, pero con mucho tacto me negué, alegando que estaba muy agotado por el viaje. Ese hombre tenía algo que me ponía nervioso y por ningún motivo pensaba entrar en su mente y averiguar lo que podía esconderse tras su fingida amabilidad. Sin necesidad de usar mis habilidades puede distinguir su mente fría y calculadora, su obsesión por el control y la crueldad que aquellos ojos habían presenciado.

Al llegar a mi habitación, me encontré con lo que ya me esperaba, un cuarto repleto de lujo y comodidad. Había una cama enorme, un librero, un monitor similar a los que había usado en pruebas, aunque varias veces más grande, una computadora y un mueble repleto de ropa.

- Este cuarto, junto con todo lo que hay en el, te pertenece. No estaba seguro de lo que necesitarías para mantenerte entretenido. Así que cubrí lo básico -explicó, enseñándome el mobiliario- Literatura, televisión por cable, internet. En caso de que necesites algo más solo tienes que pedirlo y se te proporcionará. Puedes tomar una ducha y ponerte cómodo, aún faltan varias horas para la cena, te espero en el comedor -dijo a modo de despedida, mientras se dirigía a la puerta de salida-. Hay alguien que quiero que conozcas y que, estoy seguro, te encantará -agregó.

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