Capítulo 3

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Me desperté a la mañana siguiente, me sentía perdido debido a ese pequeño lapso de confusión por el cual todos pasamos al levantarnos por las mañanas.

Lo primero que pude notar era que ahora estaba en una habitación que no era la mía. Lo siguiente que atrapó mi atención fue la gran cantidad de equipo medico que me rodeaba, varios tubos llevaban líquidos desde unas bolsas suspendidas por encima de mi cabeza, además había cables conectados a través de electrodos a diversas zonas de mi cuerpo, de los cuales la mayoría tenía un origen imposible de identificar entre la confusión que se extendía por la habitación.

Por lo visto mi acto del día anterior había llamado la atención de un sinnúmero de científicos, algunos incluso me eran completamente desconocido. Todos parecían esperar algo de mí, muchos me miraban desde el otro lado de un cristal situados en la habitación contigua.

Uno de los científicos, un neurobiólogo sino mal recuerdo se acercó a mí y me cuestionó sobre lo que había ocurrido.

-Muy bien prototipo, quiero que prestes mucha atención a mis palabras -indicó-. Lo que ocurrió ayer, ¿puedes recordarlo?.

Después de repasar rápidamente los hechos de día anterior, respondí con sinceridad.

-La mayor parte, sí.

-Bien -respondió tomándose un segundo para tomar notas-. Ahora, ¿podrías compartir conmigo todo lo que recuerdes?.

Le conté entonces, con lujo de detalles, lo que había ocurrido. De vez en cuando me tomaba unos minutos para repasar una y otra vez los hechos, también fue necesario responder a distintos cuestionamientos durante el desarrollo de mi relato. Una vez concluido, y después de otorgar algo de tiempo al científico para completar su reporte, mi interrogador me agradeció la ayuda y se marchó de la habitación, junto a sus colegas. Mientras el grupo dejaba la habitación pude escuchar fragmentos de su discusión, una palabra me hizo ponerme alerta al instante "telepatía".

Al parecer la manipulación genética de la cual fui objeto, no solo había conseguido una ligera mejora en mis capacidades intelectuales, sino que había rebasado las expectativas, otorgándome capacidades que hasta él día anterior no eran mas que un mito para la comunidad científica. Y aunque su existencia aun tenía que ser probada sin dejar lugar a dudas, ya se me catalogaba como la prueba viviente de que las habilidades extrasensoriales podrían desarrollarse en humanos.

Los días siguientes fueron bastante duros, en múltiples ovaciones me pidieron que intentase replicar lo que había hecho, el fin era producir las lecturas similares a las anteriores. Por mucho que lo intenté fue inútil, el pequeño punto en el cual me había concentrado ya no se encontraba allí, en su lugar había una sensación extraña, era como si repentinamente hubiese desarrollado un nuevo músculo y aun no supiera exactamente el modo correcto de usarlo. En mi mente podía tirar o empujar de el, pero la sensación tan intensa que había registrado anteriormente no se repitió, los sensores aun registraban irregularidades pero nada como la explosión inicial.

Tuvieron que pasar un par de semanas para que lograra percibir algo con mi recién descubierta habilidad.

Era ya entrada la noche, yo me dedicaba a experimentar con mi "musculo cerebral", como me había acostumbrado a llamarle, y en cierto momento en el que le apliqué la tensión precisa, logré percibir la frustración, el aburrimiento y la preocupación del encargado de supervisar el desarrollo de la prueba.

Después de lograr ese primer avance se hizo muy sencillo captar emociones ajenas, era como si después de encontrar una frecuencia especifica en la radio solo tuviese que presionar un botón para captarla automáticamente.

Al principio odiaba hacerlo, las emociones de los que me rodeaban me afectaban como si fueran mías, me costaba demasiado distinguirlas de las que se formaban realmente en mi interior. Luego de un tiempo, y de bastante sufrimiento, aprendí a identificarlas sin tener que pasar por la dura etapa de vivirlas en carne propia.

El interruptor de mis habilidades funcionaba como cualquier musculo, mientras más lo utilizaba mucho más se desarrollaba, el esfuerzo de mi parte era menor y los resultados de mis pruebas respaldaban esos hechos.

Mis creadores se sentían muy complacidos con cualquier avance que pudiera lograr. Yo, sabiendo que el único motivo por el que existía era el de ayudarlos con sus estudios nunca cuestioné la ética de lo que me pedían que hiciese.

Nunca dudé de ellos, ni siquiera cuando me pidieron que intentase crear o manipular las emociones de los sujetos de prueba. Así que simplemente lo hice, provoque miedo, ira, tristeza y felicidad de acuerdo a sus instrucciones que se me daban. El siguiente paso, tras producirlas, fue eliminarlas alguien podía entrar sintiéndose de lo mejor e irse de allí completamente vacío, no triste, ni aburrido, sino realmente vacío.

Cada día me presentaban nuevas pruebas, su objetivo era el de descubrir el límite de mis habilidades. Me explicaron que el cerebro era el encargado de controlar todo tipo de procesos en el cuerpo humano, emociones, sensaciones, recuerdos y razonamientos.

Aún recuerdo el día que me ordenaron manipular el dolor, producirlo fue malo, pero eliminarlo fue realmente monstruoso.

El sujeto de prueba llegó quejándose de intensos dolores crónicos en el cuerpo, su diagnostico médico indicaba qué no había nada malo en su cuerpo así que el problema debía tener su origen en el cerebro, mi especialidad.

-Prototipo, encuentra el origen de su dolor y elimínalo -indicó uno de los encargados de registrar la prueba.

Me adentré en la mente del sujeto y con sumo cuidado rocé la superficie de todo aquello que pude percibir. El dolor fue bastante fácil de identificar, ya conocía gran parte de los procesos que se llevaban a cabo en esa parte del cerebro. Lo encontré, lo seguí y lo suprimí.

-Listo, lo hice -indiqué.

-Bien, ahora probaremos una cosa. Lo único que tienes que hacer es seguir suprimiendo el dolor.

Los siguientes minutos fueron lo peor por lo que había tenido que pasar. Los médicos usaron diversos instrumentos para producir la mayor cantidad posible de dolor, el cual eliminaba antes de que el cerebro lograra registrarlo. El cuerpo del sujeto pedía a gritos que todo parase, pero su mente era incapaz de registrar la verdadera magnitud del daño.

Ahora sé que debió ser evidente para mí que hacer lo que ellos me ordenaban me estaba convirtiendo en una especie de monstruo. Que había rebasado por mucho lo permitido para las pruebas de carácter científico, pero en ese momento el concepto de correcto e incorrecto no estaba del todo claro para mí, desde muy pequeño había crecido con la idea de que todo lo que hacíamos era para mejorar al mundo y realmente creía que en ocasiones los sacrificios, eran necesarios para poder avanzar.

Todo cambió con la llegada de Luna, una joven psicóloga que se habían incorporado al proyecto para intentar enseñarme algo más sobre la mente humana.

PrototipoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora