Entre hija y madre

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Tranks y Vegita estaban en la mesa de la cocina cogiendo un tentempié de medio entreno. Bulmo se acercó a ellas en silencio y antes de entrar se dio cuenta de que volvían a hablar "raro". Luego pararon de hablar: ya le habían sentido el ki. Entró como si no las hubiera llegado a escuchar:

— ¡Vaya, qué hacen aquí mis dos mujertonas! — Broméo. Estaba claro que estaban comiendo.

Las miró con una sonrisa y ninguna conversación de inicio. Era un silencio incómodo y Bulmobse sentía fuera de lugar. Madre e hija se miraron. Le encantaba que tuvieran esa confidencialidad, pero a veces pensaba que maquinaban algo contra él (bueno, a veces no se equivocaba), así que prefirió servirse un café e irse de nuevo a su laboratorio.

— Vale, vale, no molesto más...

Con Vegita no había sacado el tema del reciente bilingüismo descubierto en Tranks. Por un lado se sentía un poco triste porque no se lo había contado, pero por otro lado, quizás Vegita sentía que era algo que concernía sólo a los saiyayines. No quería que le saltara con algo como "yo le enseño lo que me da la gana" o "eso no te incumbe" o "soy la princesa de los saiyanos y ella es mi hija, debe aprenderlo por linaje". Suspiró. Por ahora la dejaría.

Por otro lado Tranks pensaba que si su padre aprendía esa lengua o se metía dentro de la conversación, dejaría de ser exclusivo entre su madre y ella, y eso no le gustaba. Adoraba pensar que hubiera un secreto entre ellas dos y que fuera algo tan exclusivo. Era como la cámara de gravedad, lo que ahí se decía o pasaba, ahí dentro quedaba.

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