Tranks ya caminaba perfectamente. Era una regordete bolsa de pañales que se movía sin parar por toda la casa. Ni siquiera las escaleras se le resistían. La niña evolucionaba muy deprisa y aprendía rápido. Incluso ya era capaz de expresarse claramente aunque no con frases claras, sólo palabras sueltas y gestos. A pesar de su añito y medio, ahí estaba, demostrando la inteligencia que había heredado de él. Entonces la niña tiró la cuchara de la comida hacia la pared clavándola en el muro y de un manotazo envió el potito de comida a la otra punta de la cocina haciéndolo añicos. También había heredado la fuerza saiyan y el mal genio de Vegita.
El peliazul suspiró con irritación. Ese día estaba siendo especialmente difícil controlar a Tranks. Desde que le empezaron a salir los colmillos, era un tanto más sensible y agresiva.
— Creo que es hora de llevarte a la cámara de gravedad...
Hacía más de un mes, Vegita había sentenciado "ya sabe caminar, ya puede entrenar" con claras intenciones de llevársela a la cámara de gravedad. Bulmo se había preocupado de sobremanera. No podía imaginarse a su pequeña bebé recibiendo golpes de su madre. No, eso no. Así que no dejó a Vegita llevárselo hasta el día en que realmente él se hizo daño a causa de la fuerza de la pequeña. Vegita se lo había advertido y debía aceptarlo: Tranks necesitaba aprender a controlar su fuerza. Igualmente no estaba seguro de los métodos que la saiyayin pura iría a utilizar con su hija y tampoco quería que la tuviera encerrada todo el día en la cápsula.
Luego, ese último punto no le pareció tan mal. Teniendo él que gestionar gran parte de la Corporación Cápsula y Tranks no yendo al colegio todavía, no le iba mal que la pequeña estuviera bajo el cuidado de la guerrera (y así pasaran más tiempo juntas). Lo importante era que no le quitara ojo y dentro de la cámara de gravedad seguro que no haría ningún estropicio en la casa. Así evitaba también pedirle el favor a su padre, ya que el hombre cada vez más le costaba más ocuparse de ella y desaparecía más a menudo de vacaciones con su madre. "Normal". Así que hizo un pacto con Vegita: él escogería los horarios de entrenamiento de Trunks según las horas de comida de la pequeña y su disponibilidad en el trabajo. Ella añadió que al menos la niña debía entrenar dos horas al día, una por la mañana y otra por la tarde (por ahora). Los primeros días Bulmo vigilaba a través de la ventana lo que hacían, pero al ver cómo Vegita la entrenaba, una sonrisa se le escapó de los labios. No debía haber desconfiado de ella. A pesar de ser una gruñona orgullosa, consideraba bien a su hija.
Se dirigió con la niña en brazos hacia el templo sagrado de su pareja.
— Papá tiene que trabajar en el laboratorio, así que mamá se hará cargo de ti.
Sin miramientos tecleó un código en la puerta de la cámara que desactivó la gravedad de dentro. Vegita soltó un rugido molesto:
— ¡BULMO, CÓMO TE...
Pero éste la ignoró y soltó a su hija en el suelo de la sala para luego salir apresuradamente de allí:
— Te dejo a Tranks.
Vegita se quedó con la cara descuadrada mirando la puerta de la sala y luego mirando a su hija que se metía la mano en la boca desesperadamente para morderse a sí mismo. La mayor suspiró con un poco de asco.
— [¡Niña, de pie!]
Al oír la voz de su madre, ésta la miró y entendiéndola se puso de pie. Le encantaba que su madre le hablara diferente que a su padre.
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entre madre e hija
Fanficdragón Ball z girl: derechos a Akira Toriyama y en especial a Evinawer