chapter 10

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Vegita salía de entrenar. Tenía algo de hambre y sabía que si su hija había llegado de eso que le llamaban escuela, habría merienda en la cocina. Entonces, cruzando la sala de estar, se encontró a Tranks de pie mirando hacia la pared. No era la primera vez que la encontraba así, había descubierto que era una de las maneras de Bulmo de castigarla.

En ese momento Tranks metió un golpe en la pared dejando un boquete.

— ¡Papá, no te aguanto! — murmuró al mismo tiempo que bajaba su brazo.

— ¡Te he escuchado, Tranks! Añado dos semanas más.

— Ugh... maldita sea...

— [¿Qué has hecho ya, niña?]

Tranks se giró con cara molesta hacia su madre y le respondió con duda:

— Yo sólo... yo...

— ¡Tranks! ¡En silencio!

Tranks se giró de nuevo hacia la pared de un respingo con las mandíbulas apretadas y replicando entre los dientes:

— Noqueé a una compañera de clase... Podría haberle destrozado la cara, ¡pero no! — Alzó más la voz como si quisiera replicarle a su padre — ¡Me controlé! ¡Sólo le metí un golpe seco en la nuca para que me dejara en paz!

En eso, se oyó una silla moviéndose y unos segundos después un Bulmo enfurecido la cogió de la oreja:

— ¡Tranks, no es la primera vez que te metes en problemas! ¡Tienes que aprender realmente a controlarte!

— ¡Pero si lo hago!

— ¡No me contestes! ¡Siempre acabas hiriendo a un compañero...

— ¡Eso no es verdad! — Se giró suplicante a su madre — ¡Controlo bien lo que hago! ¡Podría machacarlos fácilmente y lo único que reciben es un leve golpe, una caída al suelo o un moretón! ¡Venga ya!

Vegita veía con algo de diversión la escena, si fuera por ella felicitaría a su hija, mejor, la animaría a que les diera más fuerte. Pero viendo al loco de su hombre estrujando la pobre oreja de su hija, prefirió no meterse, tenía demasiada hambre para arriesgarse a perder la merienda. Así que dejó a esos dos con la riña y se fue primero a la cocina a merendar. Al regresar la bulla todavía seguía.

— ¡Cómo te atreves a hablarme así, Tranks!

— Papá... — la niña sabía que iba a perder — Lo siento pero...

— Ni peros ni peras.

Entonces, Vegita intervino:

— Puesto que no controlas tu fuerza, a la cámara de gravedad, ¡ahora!

— ¡Vegita! ¡Mamá! — se quejaron al mismo tiempo padre e hija.

— Entrenamiento extra. — Miró a su hombre — ¿Quieres que controle su fuerza? De eso me encargo yo.

Vegita agarró del cuello de la camisa a su hija y lo arrastró literalmente a la cámara de gravedad. Bulmo parpadeó varias veces sorprendida de que Vegita quisiera aleccionar a su hija... y menos por haberse metido en una pelea en la escuela. Su cara cambió a una sonrisa radiante.

— Quizás ya está asumiendo bien las normas de la Tierra y el rol de madre...

Una vez en la cámara de gravedad, Vegita soltó a su hija con desgana, éste se levantó sacudiéndose el pantalón y habló con una sonrisa a su padre:

— [¡Gracias, mamá por salvarme!]

— Hmph — soltó cruzándose de brazos.

Vegita sabía que, aunque su hija era muy social en ese estúpido centro de niños, era una niña diferente a ellos y muchas veces había venido a los entrenamientos soltando toda la frustración que durante el día retenía. Criticándolos a cada golpe que soltaba y metiéndoles una santa paliza imaginaria, la niña se volvía más fuerte a la vez que se relajaba.

— [Son unos estúpidos débiles pero lo que más me revienta es que tengo que aparentar ser una empollón rica... ]

Miró a su madre quien no se movió, sabiendo que eso significaba que podía seguir hablándole. Le encantaba poder contarle a su madre los "problemas" que tenía en la escuela. Sabía perfectamente que, a diferencia de su padre, ella no la iba a reñir por eso.

— [Esa idiota a la que noqueé se estaba metiendo conmigo... Normalmente les meto tajadas verbales y se callan pero ése se cree más fuerte porque hace Artes Marciales. Así que le demostré que lo que ella hacía en realidad era una mariconada.]— Continuó con orgullo la pelilila. Eso hizo soltar un bufido de superioridad a Vegita. Entonces la pequeña se puso en posición de ataque y representó la pelea: — [Ella me lanzó un puñetazo que esquivé sin dificultad, y con la palma de la mano la empujé lo suficientemente fuerte para que cayera al suelo, me reí en su cara y al darme la vuelta me fue a atacar por la espalda, la muy cobarde. Pero la pude sentir y entonces me moví al lado y al pasar su cabeza debajo de mi brazo, lo noqueé con la palma de mi mano. ¡Ves! ¡Me controlé!] — Acabó la narración triunfante.

Vegita ya había comenzado a aumentar la gravedad de la sala. Aunque normalmente le daban igual las historias de su hija y le aburrían, véase irritaban, no le molestaba tanto escucharla cuando se trataba de alguna pelea en la escuela.

— [Bien, igualmente no te libras del entrenamiento.]

— [¡Sí!] — Dijo contento Tranks. Ahora podría desaogarse.

entre madre e hijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora