Chapter 5

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Estaba claro que Vegita no era una madre modela y le importaba un rábano no serlo. Ya había dejado claro que no se preocuparía por gilipolleces sensibleras terrícolas. Lo único que haría sería entrenar a la niña.

— [Vamos, de pie, enana.]

El primer día la niña se quedó mirando a su madre sin entenderla. Los sonidos que emitía eran totalmente incomprensibles y distintos a los de su padre. Casi le hacían reír porque su madre sonaba diferente a cuando soltaba alguna palabra en casa. En ese momento Vegita se dio cuenta de un detalle: le había hablado en saiyayin. ¿Por qué lo había hecho? No tenía ni idea. Hacía años que no lo practicaba, salvo algunos insultos cuando estaba cabreada. Antes sólo lo hablaba con Nappi y Randitz y cuando estaban solas. Desde que aterrizó en la Tierra se había visto obligada a hablar el idioma universal y a aprender a leer la escritura terrícola. Una leve sonrisa se le dibujó en la boca. Quizás era una buena idea después de todo, pero debía tener paciencia entonces.

— [¡De pie!]

La niña siguió sin entender. Vegita hizo un gesto con la mano señalando hacia arriba. Tranks pudo intuir a lo que se refería y se levantó.

— [Ven aquí.] — dijo moviendo el dedo hacia ella.

La niña se dirigió hacia ella. Entonces Vegita se movió más lejos y volvió a decir lo mismo y repitió el gesto. Tranks obediente y por curiosidad la siguió. Repitió lo mismo pero sin gesticular con el dedo obteniendo un buen resultado. La niña aprendía muy rápido.

— Ma...má...

Vegita todavía seguía sorprendida con esa palabra dirigida a ella. Nunca hubiera pensado escucharla.

— [Sígueme.]

La saiyayin pura se puso a caminar y Tranks la siguió con algo de dificultad. La saiyayin incrementó un poco más su velocidad de marcha y en cuanto la pequeña intentó correr, se metió un guarrazo contra el suelo. Vegita se quedó quieta esperando la reacción del lloriqueo de su hija. Sin embargo, esgrimió otra sonrisa cuando pudo ver que no lloró, sino que sin quejarse se levantó y prosiguió a llegar a su madre.

— [Bien, ahora probaremos con gravedad.]

Se dirigió a los comandos y puso una gravedad de 3G. Para cualquier niño eso hubiera sido aplastante, pero la que había ahí tenía sangre saiyayin. Ahora bien, el peso que sintió de golpe hizo que se volviera a meter un golpe contra el suelo. Esta vez sintiendo que no se podía levantar fácilmente empezó a lloriquear para decepción de Vegita.

— [¡No llores por eso y levántate! ¡Ponte de pie, mocosa!]

Tranks reconoció una palabra ya pronunciada antes de todos esos sonidos. Miró a su madre con lagrimones pero ésta ni se inmutó y volvió a repetir:

— [De pie. Esto es nada.]

La medio-saiyayin se forzó a levantarse. Le estaba costando una maldita barbaridad, pero ya había entendido que su madre no haría nada por ayudarla, y tampoco quería ayuda. Ese orgullo estaba claro que lo había heredado de la mayor. Cuando lo consiguió, su ceño se frunció pronunciadamente y miró a su madre. Luego intento caminar. Se cayó un par de veces, pero le daba igual, se volvía a levantar hasta que llegó a la bota de su madre y la tocó con su mano regordeta.

— [Bien hecho.] — Dijo inexpresiva.

Bulmo las estaba mirando desde la ventana (con una escalera) sin saber si interrumpir o no, al mismo tiempo que dibujaba una radiante sonrisa de sorpresa. Vegita estaba haciendo el papel de madre aunque no se diera cuenta.

entre madre e hijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora