Capítulo 22.

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Ambas se habían pasado la noche entre arrumacos y besos. Esos breves momentos de paz e irracionales eran su pequeño paraíso, donde nadie las diferenciaba por el cargo que tuviesen ni temiesen o venerasen. Eran dos personas llevadas por sus sentimientos y pasiones los cuales compartían y adoraban de igual modo.

Lástima que después de cada momento paradisiaco, tuviesen que volver a la triste realidad que, por ahora, una de ellas no estaba dispuesta a enfrentar con la verdad de sus sentimientos.

Lauren se aferraba a esos momentos y Camila se aferraba a ella como un clavo ardiendo. Porque, independientemente de lo que hicieran los demás, Camila era de Lauren y Lauren de Camila, pero tenían formas distintas de llevarlo y demostrarlo. La ojiverde se moría de envidia y se llenaba de ira mientras que la de ojos chocolate confiaba en demasía de la Gobernante sabiendo, en el fondo, que sus promesas caían en un saco roto.

Cuando despertaron y se alistaron para viajar en barco hacia Creatio, todo volvía a ser lo que se suponía que tenía que ser: Gobernante y Presa.

Se subieron con seriedad y tranquilidad, pero, en cuanto hubieron llegado al camarote privado, después de cerrar la puerta con llave para tener intimidad, Lauren se abalanzó sobre la más pequeña y dejó un beso necesitado en sus labios. Cogió sus esposas y sin quitárselas las colocó por encima de la cabeza de Camila inhabilitando sus movimientos para, con su mano libre, recorrer el esbelto cuerpo que tenía delante y al que se había aficionado.

- Una vez que me he corrompido, no creo que sea capaz de alejarme tantas horas de tu cuerpo.

- Soy toda tuya cuando y como quieras – susurró sobre sus labios la morena mordiendo el labio de la ojiverde.

Lauren suspiró y se alejó para quitarle las esposas. Se giró y recibió una cariñosa palmada en el trasero de parte de la presa. Ella ya había experimentado lo que eran esos jueguecitos, empotrar a alguien contra la pared, necesitar del cuerpo de la otra persona e intentar gastarlo físicamente con su propio cuerpo... pero nunca había sentido lo que era la necesidad mental hacia otra persona. Lo suyo con Camila no era solo sexo y deseo carnal, sino también un disfrute mental. Las conversaciones siempre habían sido monopolizadas por la sabiduría o el egocentrismo de la ojiverde, pero desde que la más joven estaba a su lado, a veces solo deseaba oírla hablar, aunque fuera sobre el cielo o un árbol. Se había vuelto adicta a su voz y a su pensamiento hacia la vida tan distinto al suyo, era como un soplo de aire fresco dentro del cajón cerrado donde solía habitar Lauren.

El día estaba trascurriendo con normalidad. Lauren fue a por la comida para que Camila no tuviera que salir, eso sí, cerrando la puerta con llave para evitar que entrara nadie por accidente. Se habían pasado todo el tiempo hablando sobre la vida y la muerte. Algunos tópicos causaban una gran controversia entre ellas y su pensamiento, pero o acababan pasando a otro tema o terminaban entre besos y caricias para olvidar que la otra era diferente en cuanto a mentalidad.

- Creo que voy a ir a darme un baño – sonrió la morena mientras se levantaba de la cama – con todo lo que hemos estado haciendo debo quitarme el sudor de encima – susurró seductoramente - ¿Vienes? – dejó caer la sábana que tapaba su cuerpo dejando ver a la Gobernante su espalda desnuda, su pelo revuelto cayéndole por ésta y llegando al increíble culo que hacía a Lauren delirar.

- Por supuesto – se fue a levantar cuando su teléfono comenzó a vibrar y el sonido de una llamada entrante llenó el lugar.

Lauren vio de quien se trataba, dejó los ojos en blanco y se tiró a la cama exageradamente. Por su reacción, Camila ya podía saber más o menos de quien se trataba.

- Llena la bañera Camz, ahora mismo estoy contigo, tengo que encargarme de una muy plasta – dijo mientras se colocaba la camiseta.

- Camz... - rio por lo bajo por su mote espontáneo y se dirigió al baño.

Juicio Justo [Camren AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora