Hermanos Madden (Part II)

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Segunda parte de Hermanos Madden.

Sí, soy una retorcida.

Sin spoilers.


~°~

«Nadie destruyó más a los hermanos Madden qué el Maestro Joseph»

—Constantine. –regaño el Maestro Joseph.—Inténtalo de nuevo.

Él sudor se pego en la frente de Constantine. Cerró los ojos con fuerza. Intento concentrarse lo más que pudo porque no quería decepcionar al Maestro Joseph, la persona qué Constantine más admiraba.

Escucho a su hermano apoyandolo a su lado:—Vamos, Constantine, tu puedes.

Nadie nunca había hecho eso. Nadie nunca había llegado tan lejos con el caos. Constantine tenía qué hacerlo, Constantine tenía que probar cuanto valía. Constantine tenía que hacerle saber a todos qué el era el mejor mago.

Susurros se infiltraron en su mente, susurros con la voz de su padre muerto.

«Eres un pedazo de inútil, Constantine, no sirves para nada»

«¿En serio pensaste qué podías hacer algo bien?»

Intento atar su alma al caos. El punto de todo aquello era qué Constantine estuviera total y completamente en sincronizacion con el caos. Se creía qué un trozo de almas de los demás makaris iban al caos cuando morían. Si Constantine llegaba a atar su alma al caos, él iba a tener todos los secretos guardados sobre el caos a lo largo de la historia.

Jericho apretó sus manos con fuerza. Constantine abrió los ojos grises encontrándose mirando los de su gemelo.

Él le sonrió. Su sonrisa decía 'tranquilo, no tengas miedo'.

Constantine recordó todas esas veces qué intento protegerlo de la maldad padre. Jamás se había despegado de esa costumbre, la de sobre-protegerlo. De hecho, cuando su caos se había manifestado, fue por salvar a Jericho de un elemental. Constantine solo pensó «Él no» . Y en un parpadeo, cuando el caos acabó con el elemental, lo segundo qué recordó pensar fue: «Oh, Dios, yo no». Sus deseos de ser un chico normal por el traste. No obstante, con una breve explicación aprendió que el caos no era malo. Le asignaron al Maestro Joseph cómo instructor del caos, y de hecho, le dijo qué el caos era algo que incluso podía compartir con su hermano. Jericho se ofreció de inmediato como contrapeso, afirmando con una risa suave 'Supongo que es mi tiempo de cuidarte'

Constantine tenía miedo al principio, de hacerle daño. Pero el Maestro le aseguró qué nada malo le pasaría a Jericho. Y Constantine le creyó, por primera vez en años creyó en la palabra de alguien. El Maestro Joseph era como la figura paterna que nunca tuvo, ¿como no creerle?

Pero poco a poco, el exceso de caos fue lastimando a Constantine. O mejor dicho, la mente de Constantine. No dejaba de oír a su padre, y a veces, cuando miraba fijamente a alguien, se encontraba mirando su alma sin quererlo realmente. Era como si el caos se le deslizara inconscientemente. Pero Constantine lo dejaba ser, porque el Maestro Joseph decía que no iba a servir para más nada porque el caos era su único destino. Había veces que Constantine no podía más, y el Maestro Joseph lo obligaba, le castigaba haciéndole ver sus peores miedos, dándole pesadillas con su padre sino se esforzaba lo suficiente.

«Deja de quedar en ridículo, Constantine. No eres más que un mocoso con sueños estúpidos. ¿Ser el mejor mago de Magisterium? Eres como un niño.»

«Un niño estúpido, estúpido...»

Constantine profirió un grito de guerra. Su alma ardía, su pecho ardía. Se imagino el caos como algo tangible, y se imagino su alma como una fina cuerda. Sus párpados se sintieron pesados, y el agarre sobre su hermano se apretó.

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