Mask. (Magisterium Day 1/2)

422 22 91
                                    

Universo Alternativo.

Sin spoilers.

PRIMERA PARTE.


~°~

Constantine Madden camino con determinación a través del pasillo. Su rostro era inescrutable y su mirada era letal. Tocó con fuerza una puerta y a los pocos minutos, se encontró mirando a Joseph. Él le sonrió.

—¡Maestro!–exclamó, emocionado. Constantine quería machacar su rostro en pedazos.

—Joseph.–contestó secamente. Se abrió paso a través de la oficina. —¿Para qué me llamabas?

Joseph no perdió el brillo en los ojos.

—Te tengo una sorpresa.

—¿Vas a hacer que mate a otra persona que amo? –pregunto. Constantine sabía que tenia que morderse la lengua, pero las palabras surgían de su boca.

Joseph sonrió de nuevo, inmutable.—Siempre con ese humor, Connie.

Adulador, pensó con furia, Chupa medias.

Un músculo en la mandíbula de Constantine se crispo. Connie.

«Juguemos a las escondidas, Connie.»

«No puedo esperar porqué algún día seamos mayores, Connie»

«¡Basta! Constantine. ¡Connie! Basta. Estas asustandome.»

—Habla rápido, ya. Me haces perder mi tiempo, Joseph.–siseo. El Maestro Joseph se apresuró a buscar algo en su gabinete. Constantine se sentó sobre el sofá. Alzó la vista perezosamente cuando algo fue lanzado sobre el escritorio.

—Es muy pronto para Halloween, ¿no crees?–bufó. Joseph nego con la cabeza con tanta fuerza que Constantine pensó que le saldría volando. Ojalá.

Una máscara estaba sobre el escritorio. Era... Extraña. Y le provocaba escalofríos a Constantine. Lucía fría, y sin vida. No era como esas máscaras alegres llena de color: esa era distante. Triste, incluso. Parecía más para una película de terror qué cualquier cosa.

Le arqueo una ceja al Maestro Joseph, preguntadole silenciosamente de qué iba todo aquello.

Joseph tosió:—Bueno, había estado pensando. Debido al..., defecto qué... La explosión provocó en tu rostro has estado malhumorado últimamente. Así qué, como no hemos podido curarte, ¿que tal si utilizas esa máscara?

Constantine se paralizó.

Durante el tiempo que había asesinado a su propio hermano por accidente hasta ese momento, en el que escaparon del Magisterium: no había nada que Constantine odiara qué su propio rostro. El mismo rostro que su hermano. No era más que un recordatorio burlón sobre su pasado: Mataste a tu hermano, mataste a tu hermano, mataste a tu hermano. Secretamente, se había sentido oscuramente feliz de las quemaduras. Pero ahora eran ligeras. El Maestro Joseph había intentado curarselas, pero Constantine lo aparto. Es un recordatorio, le dijo cortante. Un recordatorio de qué todo aquello era por Jericho. Que había escapado del Magisterium por Jericho. Si Constantine supiera que no tenía la oportunidad de traerlo de vuelta, se había dejado atrapar por los magos desde el momento en qué los ojos grises de su hermano perdieron el brillo y su pecho dejó de moverse. Pero había oportunidad. Mínima. Pero la había. Y Constantine, aunque, tenía que trabajar con la persona que más odiaba lo haría. Por Jericho...

Constantine no movió ni un músculo mientras veía la máscara. Ver su rostro cada mañana era una tortura. Incluso con la quemadura, lucia igual que Jericho. Si Jericho estuviera vivo, luciriamos igual, de esta manera en la que luzco ahora mismo.

Magisterium Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora