Ruben

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Cuando estaba en segundo grado era un niño muy asocial, casi nunca me juntaba con nadie, además, tampoco me agradaban mucho mis compañeros o los otros niños de la escuela, a decir verdad, llegue a pensar que no cuadraba con ninguno, hasta que apar...

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Cuando estaba en segundo grado era un niño muy asocial, casi nunca me juntaba con nadie, además, tampoco me agradaban mucho mis compañeros o los otros niños de la escuela, a decir verdad, llegue a pensar que no cuadraba con ninguno, hasta que apareció un niño que llamó mi atención apenas oí su voz. Se trataba de un chiquillo que se sentaba justo a mi derecha. Un pequeño de aspecto frágil, piel como leche, pecas en sus mejillas y por encima de su nariz, y unos antejos enormes y cuadrados con marco negro que lo hacían verse bastante cómico. Tenía el cabello color cobre, corto al igual que un militar y perfumado. Siempre iba "de punta en blanco" con su uniforme bien planchado, sus zapatos lustrados y sus manos impecables. Su madre era muy meticulosa con todo, desde su higiene, modales, alimentación, conducta y rendimiento académico. No era una mujer sobre-protectora, sino más bien, estricta. De hecho, es por eso que su hijo se sentaba a mi lado, ya que yo era un niño callado y tranquilo, el cual, fácilmente aparentaba ser un alumno modelo. 

Ella creía que su hijo y yo eramos similares, cuando eso no era cierto. Yo, era opuesto a mi compañero Ruben en muchos sentidos. Primero, aunque yo andará tan pulcro como él, mi apariencia era un tanto tosca. Poseía una melena gruesa, obscura y un poco larga, era corpulento, y lo que destacaba de mi rostro era mi expresión de "poker" y mis ojeras por ver televisión hasta tarde. Yo era más alto que él y no solía peinar mi cabello. Sí, jamás nos íbamos a parecer. Y no sólo eso, nuestro comportamiento también era distinto, ambos teníamos buenos modales pero no pensábamos de la misma forma sobre nuestro entorno o la gente.

Yo era educado con la mayoría pero realmente nunca tuve un interés por nadie. Me daba igual si tenía amigos o no. Era algo poco importante para mí. Ruben, en cambio, era amable más allá de las normas cortesía. Era alguien atento, servicial, y sobre todo, aplicado.  A diferencia de mí, un flojo amargado.

Pese a que estábamos el uno al lado del otro, no hubo momento en el que entabláramos una conversación, sólo me saludaba gentilmente y yo correspondía haciendo un gesto con la mano. Despertó mi curiosidad cuando se volvió inesperadamente insistente. Creo que se cansó de que no me lo tomara en serio y que cada vez me hablaba yo respondiera con señas o con monosílabos, un "Sí" o un "No" para salir del paso.

Empezó a mostrar preocupación por mis notas y me dejó copiar de su cuaderno en incontables ocasiones, era un buen chico. También se ofrecía a explicarme si yo no lograba entender la clase. Para ser un niño de siete años, era bastante maduro. Con el tiempo, nos volvimos cercanos, desayunábamos juntos y hablábamos de diversos temas en común, me sorprendí al enterarme de que no era tan distinto a mí como yo pensaba. Ruben. Traía siempre a la escuela un montón de libros, que leía conmigo sin falta en el receso, tenía de todo tipo; ciencias, literatura, arte, ficción... a veces me preguntaba si su familia era dueña de una biblioteca.

Recuerdo que un día me dijo —tú eres muy listo, eso me gusta, se me hace fácil hablar contigo, porque comprendes lo que te digo, pero aun me pregunto la razón por la cual no te agrada la escuela y hacer tu tarea.—no respondí, sólo me encogí de hombros y giré la mirada hacia un lado.

Llegó un momento en el que comencé a esforzarme para obtener buenas notas, ya que no quería ver a mi compañero triste, quería mostrarle que su ayuda si estaba dando en mí un efecto positivo. Sentía una increíble satisfacción al ver la sonrisa que se dibujaba en su rostro cuando yo le dejaba mirar mis resultados de cada examen, se veía feliz.

Disfruté mucho los instantes que pasé con él. Era una excelente persona, no llegué a asimilar porqué los otros niños lo apartaban. Constantemente ponían excusas para no invitarlo o ignoraban su presencia, pude entender que a mí me excluyeran por lo antipático que era, pero... ¿A Ruben? ¿Qué estaba mal con él?

Resultó ser que, a mi compañero lo encontraban aburrido—Ruben actúa como un príncipe, lástima que no se parece a uno.—Eso oí decir una vez a una niña de mi salón. Cuan superficial puede ser la gente ¿No? ...es natural que no todo el mundo quiera estar contigo, sin embargo, que se basen en tu apariencia, estatus u otro factor externo para acercarse a ti, eso los hace hipócritas. Como ellos eran con Ruben, sólo lo querían para que él los ayudara con sus tareas.  Al final, él siempre terminaba ayudándolos sin saber nada de lo que ellos opinaban.

Cuando me tocó cambiarme de escuela, mis compañeros se alegraron, ya no tendrían que soportar a un malhumorado como yo. No me sentí mal por eso, al fin y al cabo, ellos tampoco me caían bien. El día que me fui, solamente Ruben se despidió de mí, ese día entendí que, estando ahí, ese fue mi único amigo.

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