No hace mucho tiempo, en un reino no muy lejano hubo un rey, era un monarca muy amable y benévolo, todos en su pueblo lo adoraban. Este hombre tenía dos hijos, una hermosa chica llamada Eva y un jovencito llamado Sebastián. El rey era viudo, su esposa murió al nacer su segundo hijo, y pese a que ya pasaron 15 años desde su muerte, en su alma aún había mucho dolor y tristeza. Un día el rey enfermó repentinamente, buscaron a los mejores médicos e intentaron por todos los medios posibles salvarlo, pero fue en vano, el pobre hombre encontró el mismo destino que su mujer, una muerte temprana.
El reino quedó devastado, incluyendo sus hijos, quienes no podían creer lo que acaba de ocurrir. Eva, la hija mayor se negaba a aceptar que la muerte de su padre fuese algo fortuito, así que mandó a realizar una minuciosa investigación donde se descubrió que el rey había sido envenenado. ¿Pero quién? ¿Cómo? ¿Por qué? No obtuvieron respuestas. Sin embargo, había algo que sí sabían, alguien mató al rey, y ese sujeto seguía libre.
El reino se escandalizó, y para evitar otra tragedia exigieron al concejo real aumentar la seguridad en todas partes, hasta el castillo tenía guardias y muros por doquier. Para reemplazar al antiguo gobernante, coronaron a Eva, ya que era la más apta para el puesto y la siguiente en la línea de sucesión, no obstante, quedaba un pequeño inconveniente, las leyes decían que ella no podía gobernar sin estar casada. Así que se realizaron varias fiestas para invitar a los pretendientes de Eva y así ella desposara a alguno, lo cierto es que Eva no tenía ningún interés en casarse, y detestaba a sus pretendientes porque éstos sólo querían apoderarse del reino y de ella. Sebastián concordaba con su hermana, por eso el jovencito se encargó él mismo de deshacerse de aquellos que pretendiesen a su hermana, su actitud hostil fue más que suficiente para lograr su cometido. Al final, la astuta chica aún seguía soltera.
Con el tiempo, al concejo se le acababan las ideas para sacar a Eva del trono, así que la amenazaron con quitárselo si no conseguía a alguien que ocupara el puesto de rey al cabo de un mes. Desesperada, pasó varios días leyendo las leyes y buscando la forma de modificarlas o usarlas en contra del concejo, pero por más que trababa de formular un plan efectivo, no lo lograba. Una noche, y como de costumbre, su hermano se escabulló por los pasadizos del castillo hasta su dormitorio, y sentó en el sofá, observándola en silencio.
Eva se levantó al sentir su presencia—¿Qué haces aquí, Sebastián?—preguntó al verlo.
—Amada hermana, no puedo dormir, me siento muy solo, esta noche mi recamara se ve más amplia y obscura de lo normal, pasaba por aquí y pensé que podrías reconfortarme, cediéndome un espacio y contándome una historia, tal vez así logre conciliar el sueño—respondió el joven con una pícara sonrisa.
Eva, quién se sabía casi de memoria las mañas de su hermano menor, fue a sentarse a su lado para ver qué tramaba—¿Necesitas algo más?— agregó.
—No realmente, pero si he venido por otra razón, sólo que esta no es una petición.
—¿De qué se trata?
—He notado que te encuentras muy angustiada y he venido a brindarte mi apoyo y conocimiento para resolver cualquier problema que puedas tener, dime, ¿Hay algo que te preocupe?
Eva no quería meter a su hermano en el asunto del consejo, pero si no se lo contaba, tarde o temprano lo descubriría—Hace unos días el concejo real amenazó con quitarme el trono si no encontraba un rey, me dieron un mes y sólo me quedan dos semanas...—dijo con desánimo.
—Oh, qué cosa más complicada, amada hermana, sin embargo, es algo que tiene solución, sólo déjame pensar un momento.
El joven pasó unos minutos caminando, dando vueltas por toda la habitación y mientras su hermana lo observaba con detenimiento sin decir nada—¡Eureka!— .Exclamó cuando se le ocurrió lo que parecía una idea prometedora.
—¿Qué pasó? ¿Tienes una idea?
—Precisamente, querida.
—Cuéntame, ¿Qué has pensado?
—Vamos a vencerlos en su propio juego, si quieren un rey, un rey van a tener.
—¿A qué te refieres?
—Según la ley, todos los hijos del rey pueden ser herederos, pero el mayor será coronado primero, eso significa que yo puedo ser rey.
—¿Cómo?
—Soy heredero también, puedo, además, te dijeron que necesitabas un rey, no un esposo. Ya tienen la reina, sólo les hace falta el rey. Asunto arreglado.
—Vaya, eres muy astuto.
—Tengo a la mejor maestra.
Eva sonrió al escuchar esas palabras. Luego de tanto charlar terminaron muy cansados y se acostaron. Sebastián abrazó a Eva con suavidad y le dio un tierno beso en la frente, ella correspondió su abrazo y ambos se durmieron.
Ellos estaban acostumbrados a eso, a dormir juntos. Desde que era pequeño, Sebastián tuvo un enorme amor hacia su hermana mayor, y era bastante apegado a ella también, tanto que le desagradaba la idea de que alguien lo separase de su amada hermana. Quería estar a su lado todo el tiempo.
Un día, descubrió los pasadizos secretos del castillo, y exploró cada rincón de éste, y así encontró la forma de escabullirse cada vez que le placiera en cualquier sitio, incluyendo la recamara de Eva. A partir de entonces, iba ahí casi a diario, usando hasta la más mínima excusa para pasar tiempo con ella, unas de las clásicas era la de que quería una historia para dormir. Nadie más, salvo su hermana supo de su travesura y los pasadizos, y eso trataría de mantenerlo así y llevárselo a la tumba. No quería tener que lidiar con las miradas y comentarios prejuiciosos de la gente, si se enteraban de la íntima y excéntrica relación que tenía con su hermana.
Al llegar la mañana, Sebastián volvió a su recamara por el pasadizo, y Eva procedió a hacer los preparativos para el anuncio y la coronación de su hermano. El gran día llegó y todos estaban expectantes y con ansias de conocer al nuevo rey. Luego apareció ante ellos el joven con las vestiduras de su padre, su hermana dio el anuncio y la sorpresa fue enorme. Después de la coronación, hubo una gran fiesta, el pueblo se llenó de regocijo porque tendrían a un buen gobernante y no un tirano déspota que sólo piensa en sí mismo. Sebastián juró por sus padres que sería un rey justo y que gobernaría con sabiduría junto a su hermana, que ambos harían un buen trabajo y guiarían a su pueblo por el sendero de la justicia y la paz.
Gracias a la astucia e inteligencia de los hermanos, el reino no cayó en manos equivocadas. Al poco tiempo, hubo muchos cambios, Sebastián hizo una rigurosa inspección en el concejo y descubrieron al asesino de su padre, además, derribaron la muralla del castillo y la reemplazaron por un hermoso jardín, construyeron una plaza y repararon los caminos y las calles del pueblo, eran tan organizados y amables como su padre en vida, ambos gobernantes, tanto Eva como Sebastián tuvieron un reinado exitoso, más tarde, adoptaron a niños para que fuesen herederos al trono, los criaron ellos mismos con amor y todos los buenos valores que su padre les inculcó. Por las enseñanzas de Eva y de su padre, el joven logró ser el rey más amado y respetado de su época, y su hermana fue considerada la reina más importante de la historia de su país.
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Libro de One-Shots
RandomPequeñas historias de todo tipo. Desde simples cuentos a relatos más elaborados.