De regreso al presente...

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—¿Sebastian? —la sorpresa es tan grande que no puedo expresar con palabras lo que pienso en este instante.

Se va acercando tras nosotras al momento que Mary lo menciona, mostrando una actitud seria que no es común en su persona.

—Hola —saluda en tono frío, tanto que Mary nos ve de un lado a otro pretendiendo entender su comportamiento.

Incluso, yo hago lo mismo.

El verlo aquí es tan raro y no comprendo que está haciendo en Londres, mucho menos que haya llegado antes que yo.
La cara de la rubia me dice que no entiende el porque de mi reacción, se supone que los demás saben de nuestra "excelente" relación, siendo esto una reciente mentira.

No sé que implique el que esté aquí, o que haya venido a recogerme. Desde la mañana salio del departamento y ahora entiendo porque. Pero la duda continua, su actitud hacia a mi no ha sido la mejor desde la desastrosa cena, principalmente por el terrible rechazo de mi parte; el que haya venido hasta acá no puede indicar positividad a la situación. O no lo sé.
Al menos yo no entiendo su venida.

—Am, ¿Me perdí de algo? —pregunta con más duda la señora Watson, el silencio y nuestros ojos conectados han perdido la noción del tiempo.

Lo malo, es que esta vez no es en modo amoroso, sino uno bastante incómodo.

—Nada —termina diciendo él, con esa voz apagada que conozco.

—Si, nada —. Prefiero ver a otro lado que continuar en sus ojos, recordándome a cada segundo el horrible momento que lo hice pasar —. Ah, entonces... Vienes por John.

—Así es, su vuelo aterrizó hace 10 minutos, no debe tardar en venir.

—Dile que le mando mis saludos, por favor.

—No lo olvidaré, espero que pronto vayan a visitarnos. Seguro Sherlly estará encantada —. Comenta para los dos.

—Seria un placer, pero mañana por la mañana regreso a España —giro inmediatamente a él, trayendo a mi mente una confusión peor —. Estoy sólo de paso.

Mary y yo nos miramos con duda, y ella se da cuenta que nuestra relación no va del todo bien.

—Oh, entiendo —levanta la mano para observar su reloj —Tengo que irme, mi esposo debe haber llegado. Fue un gusto volver a verte Sebastian, Hannah —me toma en sus brazos como despedida —Nos veremos pronto, llámame.

Asiento con la cabeza y ella se marcha al lado contrario. Resultando la parte que menos quería, estar a solas con mi novio.

—Ah...

—Morgan, el idiota del guía ya llegó. Nos llevará al hotel, ¿vienes? O... —el modo sarcástico que utilizo Dávila para dirigirse a mí, fue una buena patada en el trasero que me enfureció más.

Se dió cuenta de la tensión que hay en nosotros y no dudo en burlarse.

—Yo la llevaré, puedes dejar de preocuparte —. Moran puso una de sus manos en mi espalda, empujando suavemente para que empezara a caminar —. Por cierto, tu tono y pose machista te hacen ver más imbécil. Trabaja en ello —veo de reojo que le hace un guiño y me sigue por detrás.

Intento continuar con mi actitud seria y no reír, pero vamos, al menos alguien tan elegante y apuesto como Sebastián ha puesto en su lugar al cabeza hueca de Dávila. Ya era hora.

Sigo sus pasos hasta el estacionamiento del aeropuerto, donde una camioneta parpadea al instante que Seb presiona el botón de seguridad. Y a pesar de su manera hostil, su caballerosidad no cesa, se adelanta a abrirme la puerta y dejarme entrar primero. Lo cual agradezco.

ᴛʀᴏᴜʙʟᴇ ɪ'ᴍ ɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora