Narra Scarlett
Llego a casa como puedo. Entre que he tenido que ir andando y después de lo ocurrido ayer, no sé ni cómo me mantengo en pie. Cuando entro en casa compruebo que no hay nadie, me dejo caer en el sofá y las lágrimas que aguanté ayer hoy ya no se resisten más a salir. Solo de pensar en cómo se va a poner Nate cuando despierte y vea que me haya ido se me estremece todo el cuerpo. Me quedo un rato pensando en lo ocurrido pero llega un momento en que la cabeza me estalla y me dejo llevar por el sueño.
Me despierto cuando oigo unos golpes en la puerta. Voy medio dormida hacia la entrada y la abro sin ni siquiera mirar quién es. Al abrirla un Nate completamente fuera de sí se acerca a unos pocos centímetros de donde estoy.
-Me lo prometiste – dice con una voz profunda y llena de furia – Me prometiste que te quedarías conmigo
-Nate... - susurro ya que soy incapaz de hablar normal
-No niñata no, ni Nate ni hostias. Eres una jodida mentirosa – suelta y se acerca aún más a mí a lo que yo retrocedo un poco – Eres una jodida mentirosa a la que le encanta hacerme falsas ilusiones solo para divertirse.
-Eso no es verdad
-¿A no? ¿Y qué entonces?
-No podía quedarme Nate, nos hacemos más daño así
-El daño ya está hecho, por ti – me mira fijamente – Estoy enamorado de ti – dice pero yo no digo nada – pero eso tú ya lo sabías ¿verdad? Me oíste decirlo ayer por la noche y en cuanto has podido has salido corriendo.
-No lo sabía – miento, pero es inevitable
Nate suelta una risa amarga.
-Ya claro ¿te crees que soy idiota no? – me vuelvo a quedar callada, se acerca a mí y se agacha para quedar frente a frente a unos escasos centímetros – eres una guarra a la que no le he importado una mierda – suelta con desprecio y al instante mi mano viaja a su mejilla en un golpe seco.
-¡Eso no es verdad imbécil! – grito pero al segundo Nate me coge de las muñecas y me pone contra la pared de un golpe tan fuerte que me duele.
-No me vuelvas a poner una mano encima Scarlett te lo aviso – su aliento choca contra mis labios pero ahora mismo su cara es de asco.
-Suéltame gilipollas – digo intentándome zafar de su agarre como puedo a lo que él me aprieta más – me haces daño Nate – me quejo pero sigue mirándome fijamente.
Lágrimas ruedan por mis mejillas al sentirme tan impotente, al verlo así y que no me crea, a que me juzgue de esta forma.
-Nate por favor...
-¿Nate por favor? ¿Ahora te vas a poner a llorar como una cría?
-Necesito que me escuches
-Creo que ya he escuchado bastantes cosas salir por esa boca preciosa. No hace falta que digas nada más.
-Tú no tienes ni idea Nate, no tienes ni la mínima idea de nada. Solo porque no te haya respondido a lo de anoche me vienes con estas porque te he dañado ese macho que llevas dentro. Eres un maldito prepotente, te odio.
-¿Qué me odias? Que vas a saber tú de odiar si lo único que eres es una niña mal criada a la que le encanta ir por allí calentando a todo el que se le cruza.
-¡Suéltame gilipollas! – Grito e intento zafarme - ¡que me dejes joder! – me suelto y hago el amago de salir por la puerta de casa pero me coge y la cierra en mis narices.
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Under the sheets (Nate Maloley)
Teen Fiction-Aléjate de mí Nate - digo entrecerrando los ojos - no voy a caer en tu juego Nate ríe y se acerca a mi oído. -En unos días... - susurra en mi oído y sé que está sonriendo - te tendré bajo mis sábanas gritando mi nombre. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS