Capítulo I

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— ¿Estás segura de que tienes todo listo, verdad? —preguntó mamá saliendo de la cocina.

—Si mamá, la túnica, libros, varita. —señale el baúl y luego a mi bolsillo— No te preocupes, estaremos sin ti solo unas horas.

—Si unas horas, y luego dos semanas. —me dijo acomodando el mechón del flequillo largo que sobraba de mi trenza— ¡Alex! ¡Apúrate, vendrán a buscarlos dentro de poco!

El verano nuevamente se estaba yendo, y como siempre, nos íbamos de casa casi quince antes de comenzar las clases. No nos dirigíamos a la casa de los Weasley, ni al Caldero Chorreante, nos íbamos al cuartel, como le decía mamá. El cuartel de la Orden del Fénix, la cual fue fundada por Dumbledore. Las cosas en el mundo mágico se habían vuelto un poco peligrosas desde que Harry garantizó que, Voldemort había vuelto.

—Cuídense ¿sí? Alex, pórtate bien. —nos dijo dándonos a ambos un beso en la frente.

—Mamá solo son cuatro horas, irás al Ministerio y luego vas al cuartel. —dijo mi hermano harto de escucharla, mamá lo miró con cara de desconfianza y se despidió por tercera vez. La vimos salir por la puerta y subirse a su auto a través de la ventana. La despedimos con la mano y la vimos alejarse por la calle.

Alex subió las escaleras y se encerró en su habitación, noté que los baúles estaban cautelosamente acomodados en la cocina. Formé una sonrisa algo melancólica. Este sería mi último año en Hogwarts. Miré la mesita y recogí el suplemento del Profeta que mamá había traído el día anterior. Me senté en el sillón a leer en silencio. Luego de un rato, escuché un estrépito en la cocina. Me enderecé, concentrándome en escuchar. Mamá no podía haber regresado, y menos por la parte de atrás de la casa, era muy pronto, y en todo caso debí de haber escuchado el motor del auto.

Hubo un silencio por unos pocos segundos, luego voces. Ladrones pensé, poniéndome de pie, pero un segundo después se me ocurrió que si fueran ladrones guardarían silencio, y quienes quiera que se estuvieran moviendo alrededor de la cocina seguramente no se estaban preocupando por hacerlo. Saqué mi varita del bolsillo y me encaminé lentamente a la puerta de la cocina. Mi corazón se disparó hacia arriba en mi garganta. Había dos personas paradas en la fría cocina, perfilados por la luz del sol brillando a través de la puerta de vidrio.

—Baja tu varita, niña, antes de que le saques un ojo a alguien. —dijo una voz baja y en un gruñido.

Conocía esa voz, pero no bajé mi varita.

— ¿Profesor Moody? —pregunté insegura.

—No sé mucho de ser 'Profesor' —gruñó la voz. — Nunca di mucha enseñanza, ¿o sí?

Bajé mi varita ligeramente pero no me moví de la puerta. Tenía una buena razón para sospechar. Recientemente había pasado nueve meses en los cuales había pensado que estaba con el verdadero Moody solo para saber que no estaba con el correcto, si no con un impostor; un impostor, que, además, trató de matar a Harry después de que fue descubierto. Pero antes de que hubiera tomado una decisión acerca de lo que iba a hacer, una segunda voz provino de arriba.

— ¿Valerie? ¿Estás bien? Escuche un... —Alex llegó rápidamente a mi lado y se quedó callado. — ¿Profesor Moody?

—Sí, sí, soy yo, hemos venido a buscarlos ¿tienen sus cosas? —ambos asentimos aún con miedo y mirando a la mujer que se encontraba a su lado que sonreía, y no decía una palabra.

— ¡Vaya! ¡Son iguales a su madre! —habló de repente la chica que acompañaba a Moody, ésta era un poco más joven que mamá, tenía la cara pálida, ojos oscuros y brillantes y cabello corto y de un color violeta. — Salvo él, —dijo mirando a mi hermano— él tiene el cabello más claro como su...

—Como mi padre, sí.

El profesor Moody pasó por nuestro lado y hechizó los baúles para que salieran volando hacia la parte trasera del patio, la chica seguía sonriéndonos, seguro imaginándose lo parecidos que éramos a mamá.

—Oh... que tonta. —dijo acercándose y estirando una mano para que la estreche— Soy Tonks, Nymphadora Tonks, pero solo díganme Tonks, es que me gusta más.

Le estreché la mano, sonreí y le respondí:

—Valerie, y él es Alex.

— ¿Qué estamos esperando? —preguntó mi hermano apenas terminó de estrechar la mano de Tonks.

—Sólo estamos esperando la señal que nos indique que es seguro que nos marchemos. —dijo Moody, echando un vistazo a la ventana de la cocina con gran interés.

— ¿Son muy limpios los muggles no? —me dijo la bruja, que veía alrededor de la cocina con gran interés. —Mi papá es un muggle, como el tuyo, y es un viejo patán. Supongo que varía, igual que con los magos...

—Limpia mi madre. —le dije sonriendo tímidamente— Igual, si mi padre es limpio, supongo.

—Vengan. —dijo Moody, atravesando la puerta trasera. Los cuatro nos acomodamos en el césped. Viajaríamos en escobas, ya que, Alex no podía aparecerse y las red Flu estaban cerradas. Tonks ató mi baúl a su escoba y el de Alex a la de Moody.

—Vamos a volar en una formación muy junta. Tonks al frente. Yo voy a estar detrás. No romperemos fila por nada, ¿me entienden? Si uno de nosotros es asesinado...

— ¿Es posible? —Alex preguntó aprensivamente, pero Moody lo ignoró.

—...los otros siguen volando, no se detengan, no rompan la fila.

—Deja de darles ánimos, Ojo loco, o pensaran que no estamos tomando esto seriamente. —dijo Tonks, cuando Alex y yo nos miramos.

Pasé mi pierna derecha sobre la escoba y apreté el mango fuertemente. Golpeé el suelo. El aire frío corrió a través de mi cabello mientras los jardines de se hacían más pequeños, encogiéndose rápidamente en remiendos de verdes oscuros y negros. No me gustaba para nada volar. 

Después de un tiempo, mis manos estaban poniéndose torpes sobre el mango de mi escoba. A pesar de estar en verano, el clima de Londres no ayuda. Deseaba haberme puesto un abrigo; estaba empezando a tiritar. Alterábamos el curso según las instrucciones de Moody. Me preguntaba por cuanto tiempo habíamos estado volando, se sentía eterno. Estaba tan congelada que pensaba en los interiores calientes de los autos que estaban pasando por debajo, después, durante más tiempo, viajando en polvos Flu; podía ser incómodo dar vueltas en las chimeneas, pero por lo menos se estaba caliente en las llamas...

— ¡Es tiempo de empezar el descenso! —la voz de Moody se oyó.

— ¡Sigue a Tonks, Val! —gritó Alex.

Seguí a Tonks en picado. Fuimos descendiendo más y más, hasta que pude ver los faros y las lámparas, chimeneas y antenas de televisión. Unos segundos después aterrizamos.

Toqué el suelo justo después que ella y desmonté en un área de pasto descuidado en el centro de un pequeño cuadro. Tonks ya estaba desabrochando el baúl. Temblando de frío, miré alrededor. Los sucios frentes de las casas circundantes no eran muy agradables; algunas de ellas tenían ventanas rotas, brillando tenuemente con la luz del sol, la pintura se estaba cayendo de varias de las puertas, y montones de basura reposaban en muchos de los peldaños delanteros.

—Y... ¿Qué es el cuartel? —preguntó Alex en un susurro una vez que había aterrizado a la par de Moody.

—Ahora no muchacho, vengan, rápido —dijo Moody.

Nos movimos al pavimento cerca del edificio que se encontraba allí. El sonido ahogado de un estéreo venía de la ventana de arriba de una casa cerca. El fuerte olor de basura podrida les llegó desde una pila de un bulto de bolsas dentro de una cerca rota.

—Aquí. —murmuró Moody, poniéndome en las manos un pedazo de pergamino y sosteniendo su varita con un rayo de luz cerca de él, para iluminar la escritura. — Léelo rápido y memorízalo.

Miré el pedazo de papel que decía:

Los cuarteles de la Orden del Fénix pueden ser encontrados en el número 12, Grimmauld Place, Londres.

Always by my side {Fred&George Weasley} RESUBIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora