Ezequiel

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Él se paseaba por ahí con toda la tristeza del mundo encerrada en las esmeraldas que llevaba por ojos. Cantaba como las aves en primavera, pero no había alegría en sus rimas –ni en su sonrisa–.

Un día decidió beberse sus problemas, pero estos eran tantos y tan grandes que terminó atragantándose con ellos.

¿Quién diría que aquella mágica bebida terminaría quitándole la vida?

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