Capítulo 1.

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Los rayos del sol golpeaban la ventana de mi cuarto. Tome mi mochila ya preparada con anticipación, eche un vistazo rápido antes de salir, estaba todo en orden; desconecte mi celular de su cargador y lo guarde en mi bolsillo. Si iba a pasar todo el día en el bosque, lo necesitaría en caso de alguna emergencia.

Con todo listo, deje mi habitación y me dirigí hacia la puerta de salida, hasta que una voz femenina me detuvo.

—¿A dónde vas?

Voltee a ver a Ellen. Llevaba un delantal de cocina puesto y las manos manchadas con harina. Era una mujer de unos cuarenta años, sin embargo no los aparentaba. Su mirada me estudiaba con una expresión de cansancio en su rostro.

—Ya te había dicho, ¿recuerdas?—dije— voy a salir a explorar el bosque.

Limpio sus manos en su delantal y asintió levemente—De acuerdo—se cruzó de brazos— solo vuelve antes de la cena. Voy a preparar lasaña—sonrió al decir esto último.

De solo pensar en la lasaña mi estómago se retorció al instante. Los platillos de Ellen eran una delicia, sobre todo la tarta de manzana era de otro mundo.

Asentí, mientras aún pensaba en lo genial que sería tener enfrente mio en este momento un pedazo de tarta de manzana. Puse mi mano en el pomo de la puerta, pero Ellen volvió a hablar.

—Dean—hizo una pausa—cuidate por favor.

No gire a verla esta vez. El tono de preocupación en su voz lo decía todo. Siempre repetía aquella frase antes de que saliera a algún lado.

Ellen era mi madre adoptiva y Bobby mi padre adoptivo. Ambos cuidaron de mí desde que era pequeño, eran los mejores padres sustitutos que podría haber deseado alguna vez. Confiaba en ellos plenamente, sabía que podía hablar de cualquier cosa tanto como a Ellen o Bobby. Ser comprensivos era una de sus características predominantes, sobre todo cuando les confesé el tema de mi sexualidad.

Pero desde hace tiempo, que ya no tengo esa relación de confianza con ellos; y eso les preocupa. No solo el hecho que ya prácticamente ni les dirigiera la palabra, sino que cada vez me volvía mas solitario.

No le respondí a Ellen, gire la perilla de la puerta y me marche. El aire otoñal me recibió, una leve ventisca golpeo mi rostro. Ajuste la correa de mi mochila y emprendí mi camino hacia los bosques de Kansas.

Luego de caminar unos minutos, los árboles fueron apareciendo en mi campo visual dejando atrás el vecindario. Las hojas crujen por mis pisadas, y las ramas producen un leve sonido al chocar entre ella. Al ser otoño, los árboles carecían de hojas y las pocas que aún conservaban, eran de un color amarillo anaranjado.

Me adentre un poco en el bosque hasta llegar cerca de un río. Habiendo decidido que aquel iba ser mi lugar para pasar el día; coloque una manta sobre el follaje y me recoste, usando mis brazos como soporte para mi cabeza.

Deje que la tranquilidad del lugar me consumiera, dejando todas mis preocupaciones olvidadas, solo por un momento. Frecuento este sitio cuando mi cabeza necesita un respiro de mis pensamientos. El río producía un ruido casi arrullador, me permiti cerrar los ojos por unos instantes.

¡CRASH! Un fuerte estruendo me sacó de mi momento de paz. Mire a mi alrededor tratando de encontrar al causante de aquel alboroto. Sin embargo el bosque estaba vacío. El sol había bajado indicando que dentro de unas horas va a anochecer, pero aun tenia un poco de tiempo para quedarme allí. Deje de buscar qué había hecho ese ruido e intente volver a mi posición anterior.

Vuelvo a oír el sonido de ramas secas crujir, alguien o algo había allí. Lentamente saqué la navaja de mi mochila; siempre la llevaba conmigo, era mi favorita, ya que mi papá me la regaló antes de su muerte.

How To Live With an Angel (Destiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora