Capítulo 2.

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Si alguien me hubiese dicho días atrás que los ángeles existen, probablemente me habría reído a carcajadas. Pero ahora no podría hacer lo mismo. 
Después de cenar lo mas rápido posible, volví a mi habitación. Para mi suerte Castiel me había hecho caso y prácticamente estaba en la misma posición en la que lo vi hace algunos minutos. Su mirada aún era de confusión y asombro. Me ubique en la silla de mi escritorio, para quedar enfrente de él. Pude traer a escondidas de Ellen un pedazo de lasaña en una pequeña bandeja.

—Supuse que tendrías apetito—dije ofreciéndole el recipiente con la comida.

—Gracias.

Coloco el recipiente en su regazo, esbozo una sonrisa luego del primer bocado, indicándome que la lasaña es tan rica que hasta a los seres celestiales les gustaba. De seguro estaría contenta de saberlo.
Intenté no mirarlo mientras devoraba su cena. Tenía que ocupar mi mente en otra cosa. Lo cual fue fácil, porque tenía un problema, si Castiel pasaría la noche aquí no hay una cama extra para el. Solo contaba con no muy estrecho sofá. Comencé a quitar mi ropa del lugar y las reemplace con algunas mantas y con una almohada en cambio.

—No te molestara dormir en el sofá, ¿verdad?—
pregunté volviendo mi vista hacia el.

—No necesito dormir—contestó, dejando la bandeja vacía sobre mi mesita de luz.

Alze una ceja—Todo el mundo necesita dormir—repuse.

El negó con la cabeza—Solo los humanos.

Había algo en la forma en que pronunciaba la palabra "humanos" que me molestaba. Como si al decirlo nos hiciera inferiores y sin importancia.

—¿Entonces qué harás toda la noche?

—Estar aquí en silencio hasta que despiertes.

Asentí, porque no sabia que responder. Esperaba que alguien irrumpiera en mi dormitorio y me diga que todo es una maldita broma para un show televisivo. Para mi mala suerte esto no era una broma.
Mi mirada cayó en sus ropas. Su camiseta estaba rasgada y con manchas de sangre y tierra, al igual que sus pantalones. Busque en mi armario algo de vestimenta limpia para entregarle.

—Aquí tienes ropa para que puedas cambiarte—digo.

Agarro las prendas y las depositó en el suelo, mientras comenzaba a quitarse su camiseta.

—¡Wow!—lo detuve antes de que se quite algo mas—¿Que haces?

Su expresión era tan inocente, que no lo creía.

—Cambiarme de ropa—dijo.

Suspire—No puedes...—trate de mirarlo a los ojos, así evitaba ver su torso desnudo.—No puedes desnudarte enfrente de cualquiera.

—¿Porque no?—cuestiono.

Trague saliva incómodo—Solo ve allí a cambiarte—señale la puerta del baño, y el asintió.

Ladeo mi cabeza hacia un costado, de esa forma evito verlo. Resople cuando oí la puerta cerrarse. Luego de unos minutos Castiel volvió a aparecer con la ropa ya puesta, podría decirse que a él le quedaban mejor que a mi.

—Luces bien—tuve que admitir.

Castiel se encogió de hombros e hizo una mueca ¿Acaso esa era una pequeña sonrisa? Él se ubico en el sofá que había preparado para él, mientras que yo me acostaba en mi cama. Realmente estaba agotado, todo lo ocurrido en el día me dejó sin energías.

Solté un bostezo y observe a Castiel entrelazar sus manos y murmurar en aquel idioma raro que no conocía. Espero que deje de hacerlo para volver a hablar.

How To Live With an Angel (Destiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora