Poder Oscuro [Pausada]

*En un lugar del que nadie sale...*

- ¡¡MI SEÑORA!! ¡¡MI SEÑORA!! - Ulthor corre lo más rápido que sus cortas patas le permiten, hasta llegar ante el trono de su reina, hace una breve inclinación y coge aire,preparándose para lo que está a punto de decir - Mi señora, sus fieles siervos han detectado cierto nerviosismo en el gurdián.

- Ulthor, dame una sola razón para que no te corte ahora mismo la cabeza porque, sinceramente, no sé de que me sirve a mi saber que ese estúpido perro esté nervioso. 

- Mi señora, creemos que está nervioso porque ha encontrado a la chica, ya sabe...

- ¿La chica? - interrumpió la reina, incorporándose, se acercó lentamente a Ulthor deteniéndose a apenas unos centímetros de su asustado siervo. - Explicate mejor mi querido amigo -sonrió, pero su sonrisa no era dulce, sino más bien...maliciosa.

- Eh, es...esto, creemos q..que ha detectado a la chica, desde hace días, lo vemos lamentarse, y cada día va a más, se revuelve e intenta deshacerse de las cadenas que lo mantienen sujeto, aunque no descuida su puesto y sigue vigilando las puertas mi señora.

- Mmmm, así que al final, la chica resulta que va  a ser real y si... el guardián está nervioso, significa que sus poderes están despertando - comienza a caminar de un lado a otro, pensando en su siguiente movimiento - Bien, Ulthor, reúne a las tropas del exterior, si realmente la chica está despertando debemos encontrarla, nos aprovecharemos de ella y de su poder, son que lo sepa claro, debemos pensar bien en cómo hacerlo, no podemos permitirnos fallar, solo tenemos una oportunidad para escapar, así que será mejor que no se cometa ningún error - le lanza una mirada de advertencia y hace un gesto con su mano indicando a Ulthor que se marche haga lo que se le ordene.

*Unas horas más tarde*

La impasible reina caminaba por los pasillos del que hacía bastante tiempo, se había convertido en su hogar. Cada vez que caminaba por ese lugar, escudriñaba los rincones esperando ver a su pequeño hijo salir de algún lugar y saltarle encima, para plantarle un beso en su mejilla y después salir corriendo gritándole "Tú la llevas", entonces ella saldría corriendo mientras reía intentando atrapar a su niño.
Cada vez que se sentaba a la mesa a comer, intentaba recordar las cálidas de su esposo posándose en sus hombros y las dulces palabras que le susurraba al oído antes de sentarse junto a ella, sonriente y tranquilo, como cada día.... También buscaba traer de vuelta aquellas noches en las que dormía apaciblemente, rodeada por los protectores brazos del hombre al que amaba y sintiendo el cálido cuerpecito de su hijo junto a ella, escuchar sus respiraciones suaves y dormirse, creyendo que todo estaba bien.

Pero eso eran simples recuerdos, su hijo no saltaría encima de ella, ni le gritaría para que fuese tras él, tampoco volvería a comer junto a su marido, ni dormiría junto a ellos de nuevo, creyendo que todo estaría bien. Esos días acabaron para ella y saber eso la consumía y la ahogaba cada día más. Pero ahora, esas cuerdas que la ahogaban y la dejaban si respiración se aflojaban, si encontraba a la chica, si conseguía su poder, podría vengar la muerte de las únicas personas a las que había querido, y no sólo eso, sino que también podría hacerlos regresar, podría recuperar todos esos días en los que había sido feliz.

Al llegar junto a las puertas del Gran Salón se detuvo y sacudió la cabeza, secó la solitaria lágrima que descendía por su mejilla y recuperó la compostura, puso ambas manos en el pomo y abrió la puerta, cerrándola con llave al entrar ella.
Se dirigió a uno de los estantes y susurrando unas extrañas palabras, caminó escalones abajo por el túnel que se había abierto en el centro de la estancia.

- Lea - dijo, mirando a su alrededor.

- Estoy aquí madre, ¿me llamaba? - una figura surgió de las sombras, pero esto no alteró a la reina.

- Si cielo, necesito que hagas algo por mí - le dedicó una dulce mirada y sonrió - Y no puedes fallar hija mía, tan solo tenemos una oportunidad.

- Lo entiendo madre - dijo la voz, y en su voz se notaba una decisión implacable. - ¿Qué es lo que debo hacer?