Capitulo 10
Hablar o callar para siempre
«¡Muertos! Así van a terminar todos, mocosos, por levantarme el copete... ¿O se creyeron que voy a aceptar así nomás que dejen de robar, que se me retoben, que levanten vuelo? Que se les grabe bien en la cabeza: ¡ustedes son míos y yo los exploto como quiero!»
Esas palabras, proferidas por Bartolomé, se escuchaban desde un pequeño grabador de periodista. Él se había puesto muy pálido al oír su propia voz; frente a él, Cielo lo miraba fijamente, con el grabador en la mano. No tenía miedo y estaba convencida de que terminar con el silencio era parte de la solución. Al menos, Bartolomé sabría que los chicos ya no estaban solos e indefensos. Había llegado el momento de intervenir.
—Ya mismo me explica qué significa esto —dijo Cielo fire y amenazante.
Bartolomé la miró a los ojos por unos segundos. Hablaban en su escritorio, y la puerta estaba cerrada. Evaluó la posibilidad de desmayarla de un golpe con el pisapapeles, y uego sacarla a través de la habitación secreta, y de allí, recto al sótano.
—¡Hable! —gritó ella.
Él, irracional, pegó un manotazo, tratando de arreba:arle el grabador, pero ella con mucha rapidez lo esquivó. Sólo para ganar tiempo, Bartolomé empezó a actuar con su mejor cara de inocente.
—No sé de qué hablas, Cielito... ¿Vos decís que ése era o? No soy, che... A ver, escuchemos bien, dámelo.
—Es usted —dijo ella, furiosa—. ¿Cómo es eso que obliga a robar a los chicos?
—Ok, ok... hablémoslo, no quería exponer a los chicos
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ante vos, pero ok... Sí, ése era yo. ¿Sabes bajo qué circuns tandas dije esas horribles palabras? Tenía a Tachito aga rrándome del cogote, y a Jazmincita con una navaja en 1e mano, che... Son bestiecitas sin domar...
—¿Qué? —le respondió absorta Cielo.
—Así como lo escuchas, Sky... No, si con vos le dan del( que te dale al bailecito, pero en realidad son salvajes... Fuí un acto desesperado, me hice el malo para ver si se asusta ban un poco... Pero todo eso que dije lo inventé ahí, en e momento, che... Te lo juro por mi bolidita.
Cielo lo miró con desprecio, hasta para mentir y jurai era un hombre patético.
—Usted es un sinvergüenza —aseguró con una voz grave que jamás había tenido—. ¡Y yo una tarada que le creí1 Cuando descubrí el taller ese de los juguetes, ya tendría que haberme dado cuenta, pero confié en usted...
—Y tenes que seguir confiando, che... ¡Yo no soy un monstruo!
—¡Usted es peor que un monstruo! —gritó Cielo, estallando. —¡Es una basura, una montaña de bosta humana!
—Ojito, che... —dijo Bartolomé comenzando a mostrar sus dientes.
—Ojito nada... Ya mismo voy a ver a un juez.
Entonces Bartolomé sacó sus garras. De un salto, se le tiró encima, y la estampó contra la puerta del escritorio. La sujetó con una mano en el cuello, y la miró bien de cerca a los ojos.
—Vos no vas a ver nadie, Cielín.
Cielo empezó a patalear como loca; tenía mucha fuerza, pero Bartolomé tenía más.
—Patalea todo lo que quieras... de acá no te movés.
—¡Ayúdenme! —alcanzó a gritar Cielo, antes de que él le tapara la boca.
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Casi Angeles Primer Libro
RomanceEsta es la historia de la primera temporada de "Casi Angeles" escrita por Leandro Calderone.