cap 14

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Capitulo 014

la gran revelacion

La costumbre de Cristóbal de escaparse de su casa para ir a ver a Nico no había variado para nada. Carla ya estaba harta, pues estaba convencida de que Nico no hacía nada para que Cristóbal lo obedeciera. De donde no podía escaparse, los días en que debía ir a visitarlo, era de la casa de Marcos. Desde que llegaba hasta que se iba permanecía leyendo, sin dirigirle la palabra.

Una tarde, cuando Nico salía con Malvina rumbo a la clínica para hacerse unos estudios por el embarazo, se sorprendió mucho al ver un camión de mudanza estacionado frente al loft. En realidad, no fue el camión lo que lo sorprendió, sino quienes bajaron de allí.

—Cristóbal me contó que el inquilino que estuvo viviendo hasta hace poco dejó el loft... y aunque le faltaría una habitación, me pareció una buena idea mudarnos acá —dijo Carla—. Así, bueno... pueden estar más cerca.

Nico miró a Cristóbal, que le hizo un guiño con picardía, y luego miró a Carla. Esa actitud era una muestra cabal de que la esperanza era algo a sostener. Esa mujer que había estado extraviada durante tantos años comenzaba a cambiar. Él la abrazó, y le agradeció con el corazón lo que había hecho para mantenerlo cerca de su hijo.

Nico estaba radiante, había vuelto a sonreír y a tener esperanza. Y mientras Cristóbal llenaba un recipiente con agua en la cocina de la mansión, Nico había comenzado a explicarle que tendría un hermanito. Buscó las palabras, intentó ser delicado, ya que aquel año el niño había tenido demasiadas revelaciones y noticias. Sin embargo, Cristóbal, ocupado en su accionar, lo miró y con simpleza le dijo:

—Sí, ya sabía, pa...

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—¿Cómo que sabías?

—Lo dijo Mogli: «cuida a tu hermanito»... Era obvio que Malvina estaba embarazada. Te felicito pa y te juro que no me da celos. Ahora escúchame, mira lo que descubrí... —y sacó el cubo de cristal.

—¿Qué haces con eso vos? —se alarmó Nico al verlo en su poder.

—Es que con tantas mudanzas, pa, y vos que sos tan desordenado, pensé que mejor me lo quedaba yo. Ahora mira esto...

Y con cuidado metió el cubo de cristal en el recipiente con agua. Nico se maravilló cuando vio que al contacto con el agua el cubo comenzaba a girar.

—¡Genio! ¿Cómo descubriste eso?

—El palacio de los tres reyes... ¿Te acordás de que eso decía en prunio? Bueno, el palacio de los tres reyes estaba rodeado por agua... Entonces se me ocurrió...

—Sos un genio. Ahora, esto... ¿para qué sirve?

No terminó de decirlo que sintieron otra vez la vibración y un fuerte ruido en la planta alta de la mansión. Nico sacó el cubo de inmediato del agua, y se miró con su hijo.

—¡Vino de arriba!

Ambos corrieron por las escaleras hacia la parte superior, intentando detectar de dónde provenía el ruido. Por descarte, llegaron al altillo.

—¿Se enojará Cielo sin entramos?

—No creo, hijo.

En la habitación de Cielo sumergieron nuevamente el cubo en el agua, y corroboraron que el ruido provenía de allí. El mecanismo del reloj había empezado a crujir, decenas de objetos metálicos comenzaron a vibrar y a acercarse lentamente hacia el reloj. La vibración crecía y crecía, hasta que de pronto se abrió la puerta e ingresó Jásper, quien los miró con severidad. El jardinero de la mansión Inchausti se acercó al reloj, metió la mano dentro del mecanismo, e hizo algo que ellos no vieron, pero que logró que todo se detuviera.

Casi Angeles Primer LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora