Escenas de un matrimonio

La llegada de una vieja amiga

[Emma]

Me quedé asustada al ver a Regina ahí, en mi vieja casa nueva.

No pude evitar los recuerdos que vinieron a mi mente y me acordé de nuestra primera vez, cuando teníamos 16 años, en la cama de mi abuela, en este mismo cuarto en que estábamos ahora.

Solo que aquel día Ruby no estaba con nosotros.

Mi esposa mira a nuestra amiga con su mirada depredadora, abriendo y cerrando los puños, mientras se acerca cada vez más a nosotras.

La loba, espabilada como es, y consciente del genio de perro de mi mujer, se baja del tocador y se pone detrás de mí.

«Entonces, me van a responder o no, ¿qué carajo estaba pasando aquí?» Regina vuelve a preguntar y sé que había perdido toda la paciencia, ya que solo en esas circunstancias dice palabrotas, y está con ganas de matar a una de las dos.

«"Amor", ¿de verdad es necesario que expliquemos lo que estábamos haciendo?» pregunto, mofándome de ella.

Regina me mira con expresión dolorida, probablemente herida por la forma en que acabo de tratarla, sin embargo, también sigo herida con ella, pero, incluso así, desvío la mirada, pues me duele verla sufriendo, aunque merezca todo lo que le está pasando por lo que hizo conmigo.

«Quieres decir Emma Swan que el problema realmente es conmigo, ¿no?» pregunta con voz trémula y ojos llorosos «Ya que desde que nos separamos parece que no tienes ninguna dificultad para desplegar tu sexualidad» completa amargamente

«Creo que es mejor que me vaya» Ruby se pronuncia por primera vez, haciendo mención de que se va a ir

«No, Ruby, ¡tú te quedas! Regina y yo ya no tenemos nada más que hablar y, sinceramente, no sé lo que ha venido hacer aquí» digo, volviendo a mirar a mi esposa e impidiendo con el brazo que mi amiga se mueva de detrás de mí.

Notó que Regina traga en seco y desvía la mirada hacia el suelo

Después, me vuelve a mirar, con la cabeza alta y sencillamente dice

«Adiós, Emma» y sale dándole un golpe con la puerta.

Es doloroso ver que una relación de 20 años que nos trajo tantas alegrías y buenos recuerdos de momentos tan particulares y perfectos esté acabando de esta forma melancólica.

Y no sólo puedo culpar a Regina por el fin de nuestro matrimonio.

Elsa, en realidad, fue la última gota de agua que faltaba para sepultar nuestra relación, ya que antes de ella, ya no teníamos aquella pasión y aquella sintonía de antaño.

Estoy libre, pero esa realidad me asusta, ya que, después de dos décadas, voy a tener que aprender a vivir sin Regina y lo que lo vuelve todo más difícil es tener la certeza de que la amaré para siempre, pero mi orgullo no me permite perdonarla e intentar rescatar nuestro matrimonio.

Está todo tan reciente y los recuerdos de aquella desgraciada entre las piernas de mi esposa parece que nunca me van a abandonar.

No consigo retener las lágrimas que se empeñan en caer por mi rostro y Ruby me da unas palmaditas en mi espalda y coloca su mentón en mi hombro

«Hey, rubia, ¡no te pongas así!» dice intentando consolarme «Da tiempo al tiempo, pronto lo resolverán todo y volverán a ser esa pareja envidiada por toda la población de Storybrooke» finaliza

Le sonrío, enjugando las lágrimas con las manos.

Ruby es así, ahora se está acostando contigo, al momento siguiente te está consolando, diciendo que los problemas que tienes con tu esposa se resolverán.