Revelaciones y definiciones

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[Regina]

Después de que Emma se fuese a cuidar de Ariel al hospital decido ir a la comisaría a tener una charla con Milah.

Cuando entro, veo a Graham con los pies cruzados encima de la mesa, jugando a encestar bolas de papel en la papelera.

«¡Discúlpeme por interrumpir su trabajo!» dio irónica

Él se asusta y se levanta, intentando recomponerse

«Perdón, señora Alcaldesa, pero hoy era mi día libre» responde en tono de disculpa «Pero la sheriff me llamó temprano, con prisa, para que me quedara al mando, mientras que ella atendía una diligencia» prosigue, todavía medio avergonzado, colocando en orden los papeles que están sobre la mesa.

Yo pongo mi mano en mis labios, intentado disimular la sonrisa maliciosa, pensando en la "diligencia" que Emma fue atender antes.

«Debe estar muy cansado, coja este dinero y descanse una hora en Granny's. Y no se preocupe, yo cuido de todo aquí» enfatizo, dándole veinte dólares.

En un primer momento, Graham vacila en aceptar, posiblemente como miedo de que fuera una falta de compromiso con respecto a su trabajo. Sin embargo, insisto, diciéndole que quiero quedarme sola en la comisaria para darle una sorpresa a mi esposa y que en un futuro recordaré esto como un favor de su parte.

Por fin, él acepta mis argumentos y sale, dejándome sola con mi ex novia.

Me aproximo a la celda y la veo echada en el catre, durmiendo. Al verla en esa situación, me compadezco, acordándome de su triste vida. Pero, en ese momento, estoy muy enfadada por la forma en cómo "envenenó" a Emma contra mí, y golpeo en los barrotes de la celda con la porra que estaba en la mesa de mi mujer.

«¡Despierta, Milah! Quiero que me expliques por qué después de tantos años decides entrometerte en mi vida» bramo, irritada

Ella salta de la cama, desorientada y asustada, pero rápidamente se recompone.

«¡Mira tú! He tenido que hacerme detener para recibir una visita tuya» subraya, cínica, apoyando los brazos en los barrotes.

«Milah, ¡ahórrame tus ironías! Y además, fuiste tú la que decidiste, hace más de 20 años, apartarte de mí» rebato, mordaz.

«¡Sabes muy bien que no teníamos oportunidad de continuar juntas! Tú eras la princesa y yo la plebeya, y no estábamos viviendo una cuento de hadas» dice, ácida

«¡Da igual! No he venido para charlar contigo sobre el pasado» afirmo, categóricamente

«Claro, ese ya no te interesa, porque además en el presente nuestras realidades no han cambiado mucho» prosigue, con un tono herido «Tú eres la señora Alcaldesa y yo soy la prostituta de la ciudad» concluye, sarcástica

«¡Está bien! Ya que quieres hablar sobre eso, vamos a empezar por el hecho de haber escogido continuar siendo prostituta, incluso cuando yo me ofrecí a darte abrigo para que pudieses salir de esa vida» exclamo, enfadada

«Venga, Regina, ¡eras prácticamente una niña! Tu idea era llevarme a vivir al sótano de la casa de tus padres. Una opción muy romántica, pero pasarían años para que te formases, consiguieras un empleo y, entonces, yo ya me habría convertido en la Niña Medeiros o Cora me habría descubierto, echado de la casa, y a partir de ese momento, hubiera tenido el mismo destino que acabé teniendo, ya que nadie le daría un empleo normal a la hija del borracho de la ciudad, que apenas acabó los estudios» rebate, melancólica.

Confieso que en el momento en que mencionó al famoso personaje de la película REC tuve que contener la sonrisa, y me acordé de por qué me había enamorado en el pasado de Milah: siempre adoré su sentido del humor. Pero lo que me dijo después es triste e irrefutable.

Escenas de un matrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora