Capítulo 102
Narra Vegetta
A la mañana siguiente, nada más levantarme de la cama me miré al espejo. Seguía desnudo, debido a lo que hicimos ayer. Tras una lucha contra cuatro pelillos rebeldes, a los que no les afecta la gravedad, que acabó en una derrota por mi parte; me miré de arriba abajo y para mirarme por detrás retorcí un poco el cuello y la cadera.
-Madre mía que culito tan bonito- dije
-Gracias- dijo bostezando hecha un ovillo con las sabanas
-Claro, si, tu culo, no me lo... nah... que va...
Se quedó un instante observándome.
-Espera un momento, ¿no te lo estabas diciendo a ti mismo, no?
-Para nada, que va. Jamás, eso es de egocéntricos.
Yo empecé a hacer la bolsa del gimnasio porque tenía pensado ir a entrenar y ella se enrolló con el edredón y se sentó en el centro del colcho, de manera que lo único que podía ver yo eran dos ojitos observándome a lo alto de una montaña blanca.
-¿No me estarás mirando, verdad?- dije cuando estaba de espaldas a ella
-No ¿Por qué iba a hacer yo tal cosa?
Giré la cabeza de golpe para sorprenderla y ella se escondió rápidamente dentro del edredón, como un topo asustado en su madriguera.
Me puse los calzoncillos.
-Ni se te ocurra vestirte- dijo sacando la cabeza con cara de enfado
-¿y qué quieres? ¿Que vaya al gimnasio desnudo?
-No quiero que te vayas, quiero que te quedes conmigo, en esta habitación y desnudo, es importante el hecho de que estés con el culito al aire.
Me reí y a pesar de la que dijo, la ignoré y me seguí vistiendo. A la que me agaché sobre el sofá pera blandito, donde tenía toda la ropa doblada y preparada, _____ se me abalanzó por la espalda, tirándome sobre el sofá y envolviéndome con el edredón.
-Te he dicho que no te vistas ni te vayas- dijo con una voz amenazadora
-Pero es que luego se llena el gimnasio de gente- replique
Ella estaba sobre mi espada, así que me di media vuelta para quedar cara a cara.
- Aunque... supongo que me puedo quedar unos minutos más- dije mirándola lentamente de arriba abajo, ya que no estaba vestida y el edredón solo le cubría la espalda.
Ella tomó la iniciativa de abalanzarse a mi cuello como si fuera un vampiro, cosa que a mí me volvía loco. Le agarré inconscientemente las nalgas con fuerza, mientras ella las movía al son del movimiento de mi cadera. Cuando la vegeconda ya se había salido de los calzoncillos, ella se paró en seco.
-Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento- dijo con las manos en la cabeza
-¿Qué pasa? No pares.
-No me he dado cuenta y te he dejado la marca.
Me levanté, me miré al espejo y vi un chupetón (o chupón o chupete como se dice en algunos países Latinoamericanos) marcadísimo en mi cuello. Me froté para ver si se iba, como si fuera una pintada con un bolígrafo.
____ se fue corriendo y volvió del baño con maquillaje. Tras 15 minutos poniendo capas y capas de maquillaje, al fin consiguió taparlo.
Narra _____
Cuando Vegetta se fue a entrenar yo fui a la cocina y me encontré a Willy apoyado en el mármol con una taza. Fue un momento chocante e incómodo. Me paré delante de él sin saber cómo reaccionar. Nos miramos en silencio, sentía que me miraba al igual que ayer por la noche. Rompí las miradas y me fui a la nevera.
-¿Cómo has dormido?
-Bien ¿y tú?
-No he dormido, tenía demasiadas cosas en las que pensar.
-¿En qué?
-Tonterías
-No deben ser tonterías si te mantienen despierto toda la noche
Él estaba muy serio y yo muy nerviosa.
Yo me iba haciendo el desayuno rápidamente para irme de allí lo antes posible. Pero cogí la jarra de agua de la nevera y al girarme rápidamente me choqué con Willy provocando que todo el agua cayera entre nosotros.
Nos quedamos parados el uno contra el otro petrificados por el frio y de golpe, después de la tensión, los dos rompimos a reír.
-Mira que eres torpe
-Tú estabas en medio
-Anda, ves a por la fregona
Intenté caminar pero resbalé y Willy me sujeto rápidamente.
-Que patito más torpe eres.
Me ayudó a secar el suelo.
-Lo siento.
-No pasa nada, si tampoco me has mojado mucho.
-No, eso no, bueno sí también, pero me refería a lo... a lo de ayer.
-No hiciste nada malo, el que se tiene que disculpar soy yo. Porqué realmente ya sabía que estabas con Vegetta, pero soy tan cabezón que no quise aceptarlo.
En ese instante noté como la ansiedad recorría todo mi cuerpo, era como si me estuviera a punto de dar un ataque al corazón. Me quedé petrificada y en silencio al escuchar que ya lo sabía todo.
-¿Que te crees, que no soy capaz de diferenciar tu perfume? ¿Que no soy capaz de ver tus ojos brillar en la oscuridad? ¿Que no he ido mil veces a tu habitación para ver si estabas? ¿Que no se escuchan los muelles de la cama? ¿Que a mí no me miras como le miras a él? ¿Que a mí no me abrazas como le abrazas a él? Seré inocente, pero no tonto y se notar cuando sobro y cuando no.
-Willy... yo no...- me quedé en silencio de nuevo y el prosiguió hablando
-Quizás pienses que estoy loco, pero hay mucha diferencia en cuanto le hablas a él que cuando me hablas a mí. Cuando nosotros hablamos, tus oraciones siempre acaban con un punto y final, como si no quisieras hablar más. En cambio con Vegetta siempre das paso a seguir alargando más y más la conversación, y eso lo haces inconscientemente cuando hablas con la persona a la que amas, porque adoras cada una de sus palabras y deseas seguir escuchándolas una y otra vez. Lo sé perfectamente, porque a mí también me pasa al hablar contigo.
-Lo siento
-No tienes porqué disculparte, tú no elijes a quien querer... al igual que yo nunca tuve opción de no quererte
-Pero yo no quiero a Vegetta
-¿Tú crees? Entonces explícame por qué se dilatan tus pupilas al verle, por qué no puedes evitar sonreír cuando te habla, por qué eres la única persona que se ríe con todos sus chistes malos, por qué se te eriza la piel cuando dice tu nombre... Es evidente que lo quieres, pero solo tú sabes cuánto y creo que le crearías una sonrisa de tres meses si se lo dijeras.
Me limité a encogerme de hombros y mirar al suelo con cara de culpabilidad, esperando a que el saliera de la cocina sin añadir nada más al respecto.
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Te quiero ¿Me oyes? Te quiero (Vegetta777 y tu)
Fanfic______, una chica que se muere por vivir. Viaja a Madrid, pensando que lo único que necesitaba era cambiar de lugar.Pero ella no sabía que tan solo necesitaba alguien que la hiciera sonreír. (esta historia esta en curso, cada cierto tiempo voy subi...