Paso de la fuente de piedra

12 2 1
                                    


Al principio todo iba tan fácil como antes, ascendía en forma de serpiente entre los pinos mugos. Media hora después terminaba esa vegetación y el terreno subió más abrupto y ya no le indicaba ningún ramal dónde se hallaba el estrecho camino bajo la nieve. Tenía que buscar su propio camino, a veces chocaba contra rocas que se escondieron bajo la capa de nieve, otras veces se rompió la capa de nieve y a pesar de llevar raquetas entraba hasta las rodillas y en una ocasión hasta la cintura en la nieve. Tenía que retroceder dos pasos y abrirse un camino trepando tres veces antes de seguir caminando. A pesar de la baja temperatura que había empezó a sudar y avanzaba muy lentamente, esto se ponía más difícil de lo que había pensado pero ya solo le faltaba la mitad hacia el paso y no pensaba en rendirse y dar la vuelta ahora y ademas ya no había tiempo para volver hasta el teleférico tampoco.

 A pesar de la baja temperatura que había empezó a sudar y avanzaba muy lentamente, esto se ponía más difícil de lo que había pensado pero ya solo le faltaba la mitad hacia el paso y no pensaba en rendirse y dar la vuelta ahora y ademas ya no habí...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

(Foto: Mirando atrás)


Un viento helado empezó a soplar cada vez más fuerte, para no ingerir esa aire directamente se puso a inhalar mediante la nariz y luego dejaba salir el aire por la boca. Así obviamente le entraba menos aire y tenía que ralentizar aún más sus pasos mientras su nariz empezaba a doler y se congestionaba. Aún así era mejor esto que acabar en el hospital con una neumonía como recuerdo de esa excursión. El ascenso se hizo casi eterno, unos metros debajo del paso miraba el reloj, fueron las tres y media de la tarde. Le quedaron dos horas más hasta que oscurezca, más que suficiente tiempo para llegar a la cabaña pensaba con cierto alivio mientras doblaba la última esquina hacia el paso.

Una racha casi le hizo caer y le robó toda la vista ya que dejaba su cuerpo cubierto de nieve, sus gafas incluidas. Trataba de limpiar las gafas con sus guantes y seguía lentamente adelante, el viento se había convertido en tormenta y le venia justo de frente. El tan bonito paisaje se había transformado en un infierno blanco, cristales de nieve estallaron en su cara provocando un dolor permanente y dejándolo medio ciego y unos pasos más adelante se atrapó una de sus raquetas y se caí. Pero no solo se caí al suelo donde tenía sus pies sino mucho más abajo, no encontraba suelo, terminó colgando con la cabeza hacia abajo mientras sus raquetas y en ellas sus pies siguieron atrapadas ahí arriba. Fue un declive casi vertical, excavaba un pequeño hueco con sus manos, asegurándose que parecía estable antes de liberar sus piernas. Tenía miedo de caerse ya que no veía que tan profundo era ese declive. Subía a cuatro patas estos dos metros que se había caído y se dejó caer exhausto arriba. Tenía nieve por todos lados, le había entrado entre su chaqueta y los pantalones, entre guantes y mangas, por el cuello y en los zapatos.

Al levantarse se daba cuenta que si bien sus pies aún estaban atados a las raquetas ya no las tenía puestas para poder caminar. Tenía que sacarse los guantes para arreglar esto y ya que estaba con eso decidió también sacar sus pantalones impermeables de la mochila. Una maniobra difícil en plena tormenta, casi le arranco el viento la ropa de sus manos. Por suerte esa prenda tenía una cremallera larga al lado de cada pierna del pantalón y así podía ponérselo con los zapatos puestos. Justo cuando quería cerrar esas cremalleras otra racha le hizo caer a sus rodillas y tenía que apostarse con sus manos desnudas en la nieve mientras el viento le golpeaba en la cabeza con las cuatro partes sueltas de esos pantalones.

– ¡Mierda! – gritó, pero nadie le escuchó.

Tiraba la nieve de sus manos y cerraba las cremalleras. Tenía sus dedos congelados y ni hablar de toda la nieve que se había acumulado en su camiseta y sus pantalones. Golpeando y tirando de su ropa trataba de liberarse de tanta nieve como podía. Los dedos entumecidos de sus manos ya dejaron de doler lo cual le daba miedo. Tenía que hacer algo antes de que sea tarde, se agacho con la espalda contra el viento primero golpeando sus manos y cuando respondieron un poco abriendo y cerrando los dedos tan rápido como podía hasta que volvió a fluir la sangre por ellos. Ahora cambiaba su gorro de lana por el pasamontañas y volvió a ponerse el gorro encima de este. Sacaba otro par de guantes, más gruesos y se los puso por encima de los que había llevado hasta ahora, al menos hizo bien en meter todo eso a la mochila pero tenía claro que había cometido un error fatal al subir a ese paso en vez de regresar y por primera vez dudaba si iba a llegar a la cabaña.

Raquetas de NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora