Daba unos pasos más y sus bastones no encontraron suelo delante de él, se concentro en mirar que había ahí delante y hallaba el vació detrás de esa pared de cristales que la tormenta le llevaba en su contra ya tanto tiempo.
¡No podía ser! No había ningún declive así en el camino. Le constaba que se había perdido en la meseta alta. No sabía donde ni cuando se derivo pero no estaba donde pensaba estar, de eso no había duda. Pensaba en tirarse a la nieve o mejor aún seguir recto y dejarse caer, a lo mejor el fin menos doloroso de todo esto.
Encima atardecía, el blanco se había convertido en gris oscuro y pronto estará en un negro absoluto. Consultaba su reloj, las cinco y cuarto de la tarde. Ya no iba a llegar a ninguna parte. Lentamente se volvió hacia atrás de donde había llegado, si no hubiera llevado ese pasamontañas congelado se habría visto el pánico en su rostro. Pensaba en algún sitio para refugiarse pero no se le ocurrió nada, solo había nieve, rocas y esa tormenta que no tenia piedad.
Creía haber visto algún brillo ahí delante, se acercó y vío una sombra, una persona en un abrigo largo que estaba cubierto de nieve y hielo al igual como su ropa.
– Eh, ¡ayudame! – intentó gritar pero lo que le salió era más bien un susurro en ese infierno.
Realmente había alguien ahí o ya se estaba volviendo loco y veía fantasmas se preguntó a si mismo.
De todos modos se acercó tan rápido como podía, dos ojos celestes le miraron por debajo de una capucha grande de gamuza. La persona era más baja que él, le llego solo hasta los hombros. Llevaba un traje extraño, la capucha de gamuza y un abrigo de piel, una bufanda tapaba todo desde sus ojos hasta su cuello, en sus manos llevaba un bastón largo de madera y debajo de sus pies unas raquetas pero no como las suyas sino de un anillo de madera con cuero por medio.
Esos campesinos montaneros vistiéndose como si no hubieran vivido los últimos 50 años, en otras circunstancias se hubiera reído de ese chico, en realidad no sabia si era un chico, al igual como él tenía todo tapado salvo sus ojos, pero le parecía simplemente imposible que una chica andará por aquí sola.
– Estupendo, ahora encuentro un chico tan perdido como yo mismo que solo está ahí mirándome con ojos grandes como antes el rebeco – pensaba y añadió – al menos no moriré solo –
El chico le señalaba – sígueme – con la mano y se daba la vuelta caminando hacia abajo, sin esperar a que él le siguiera o no y sin haber dicho ninguna palabra.
Le sorprendió pero igual no era el sitio para empezar una conversación así que iba detrás de él – espero que sepa adonde va – murmuraba. Bajaron un barranco estrecho entre dos paredes de rocas, al parecer ese chico si sabía por donde ir notó con gran sorpresa, él jamas hubiera encontrado esa posibilidad de bajar. Le esperaba donde un risco ascendía hacia la roca que tenían a su derecha y le señaló subir por ahí.
¿Estaba loco? ¿Que iban a hacer en la roca? El chico le daba una palmada en el hombro y lo empujó suavemente como diciendo – Está bien, sube, confíame –
Subía con cuidado, sus raquetas se clavaron con sus dientes metálicos en el hielo, aún así le daba miedo, nunca había escalado con esas cosas en los pies, no sabía adonde le llevaba esa grieta y no veía nada.
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Raquetas de Nieve
AdventureUn estudiante que salio un fin de semana a las montañas (en algún lado al este de los Alpes) para disfrutar de la primera nieve que cayo ya en octubre. Una excursión que acabara mal. Decir más aquí sería relevar la historia. Mi primera historia en W...