Alcanzó una especie de balcón rocoso, la roca a su derecha daba un giro abrupto hacia atrás, seguía por ahí y chocaba con la cabeza contra otra roca. Ahora se daba cuenta que esto era la entrada de una cueva.
Ese chico extraño pasaba a su lado y empezó a excavar la nieve que tapaba casi por completo la entrada de esa cueva. Al final pasaron para dentro a cuatro patas. Se sentó reclinado contra la roca y trataba de sacarse las raquetas de los pies pero sus dedos debajo de los dos guantes no le funcionaron bien. El chico que dejaba de deshacerse de sus raquetas antiguas lo cual notaba por el ruido con el que cayeron al suelo ya que no se veía nada ahí dentro se le acercó e intentó sacarle sus raquetas pero al parecer no sabía como abrir la hebilla deslizable.
– Tienes que apretar los dos botones – le dijo y enseguida lo hizo liberándolo de ese peso, le sacaba también la de la otra pierna. El estudiante murmuraba – gracias – y cerraba los ojos completamente exhausto y cansado. El chico le daba dos golpes suaves contra su pecho.
– Tienes razón, ya se que no debo dormir – pensaba pero ni tenía fuerzas para decirlo. Sentía dos dedos del chico deslizando por su mejilla y por algún motivo que ni él entendía eso le asusto y le provoco un escalofrió en su espalda.
El chico le sacó la mochila que aún llevaba puesta y empezó a registrarla, pronto sacó una bolsa de ella. Debió de ser su saco de dormir que ayer en la residencia estudiantil tenía como tres veces en sus manos pensando en llevarlo o no. Su nuevo amigo silencioso lo abrió y lo estrechó a su lado, luego le abrió los cordones de sus zapatos y le agarró en el hombro. Al parecer quería que entrará al saco de dormir.
[ ¡ADVERTENCIA: Si no quieres leer nada sobre dos chicos en un saco de dormir pasa ahora al capitulo siguiente! ]
El estudiante lo hizo después de sacar su chaqueta impermeable, hasta ese pequeño movimiento le costaba, se sintió mal dejándole hacer todo al menor y solo esperando su ayuda como si fuera un bebe pero ya no daba para más mejor dicho para nada. Se metía en el hueco cerrado del saco, al otro lado tenía la cremallera aún abierta. Debajo del saco de dormir sentía algo suavizando el suelo rocoso. Solo podía ser el abrigo del chico. Este tiraba de su cinturón, quería que se sacara su ropa. Bueno, al menos esto aún puedo hacer pensó el estudiante, se sacó los guantes y se deshizo de la ropa. El chico le ayudaba y colocaba todo detrás de su espalda, colocó sus zapatos en sus pantorrillas y finalmente entró también al saco pegándose a su cuerpo. Cerraba el saco desde dentro, el cual estaba a punto de reventar pero el chico era muy delgado así que justo entraron los dos con toda su ropa amontonada detrás de sus espaldas.
Tiraba de la cuerda para cerrar la parte cabecera del saco, ahora estaban como en una crisálida. El chico agarró las manos del mayor y las empujo entre sus pechos pegados, también empezó a masajear con sus dedos de pie los suyos que parecieron completamente entumecidos. La cabeza del menor yacía en su pecho y cuello. El estudiante reclinaba un poco su cabeza para acostar su mejilla en el cabello del chico. Una tranquilidad sorprendente le envolvía, se sentía tan protegido.
Sus dedos retomaron vida al calentarse entre los pechos de los dos cuando volvió a pensar en su preocupación antes de ver el rebeco. ¿Como le iba a explicar a ese chico su problema? En ese momento volvió a sentir esa parte preciada de su cuerpo. La tenía dura como habitualmente al despertarse y no sabía por que. Recién se daba cuenta que el chico le estaba frotando su entrepierna con la parte interior y suave de sus guantes de cuero. Ahora que alcanzó su objetivo dejaba de hacerlo y simplemente se recostó sobre él metiendo sus manos en un abrazo por la espalda y cadera del estudiante.
Este se sintió un tanto incomodo porque al chico aparentemente no le daba sensaciones tener sus partes intimas presionando contra las suya mientras a él si, además el menor la tenía más grande aún flácida. Quería apartarse un poco pero el chico no lo permitía manteniendo su abrazo tierno.
Como si fuera una respuesta a su intento de liberarse el chico espiraba profundamente y le entró un olor a la nariz que le recordaba a un pantano lo cual le daba otro escalofrió instantáneo. No entendía que pasó, probablemente su nariz adolorida ya no funcionaba bien, de todos modos se le pasaron sus sensaciones ahí abajo de golpe y ahora podía descansar en paz unido a su salvador extraño como si fueran un cuerpo único.
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Raquetas de Nieve
ПриключенияUn estudiante que salio un fin de semana a las montañas (en algún lado al este de los Alpes) para disfrutar de la primera nieve que cayo ya en octubre. Una excursión que acabara mal. Decir más aquí sería relevar la historia. Mi primera historia en W...