Jealousy

1K 78 6
                                    

Las cadenas resuenan en la enorme estancia, rebotando su sonido en las paredes y techo en interminable sucesión de ecos y tintineos

El cuerpo del mestizo se sacude violentamente y un grito de dolor, causado por las múltiples laceraciones de latigazos que cubren su piel, pugna por escapar de sus labios.

"Esta vez te pasaste, maldito sádico" Piensa, mascando la rabia. El castigo administrado por su Amo había sido cruel e inmisericorde. Las heridas de seguro que le dejarían profundas cicatrices. Pero el dolor físico no fue lo peor, lo peor fue la humillación de verse atrapado en su propia mentira.

"Díselo, Riki... Dile que tan sólo tenías interés en su cuerpo de mujer. Que sólo querías follarte a una hembra, sin importarte para nada que fuera Mimea o cualquier otra..."

"Estoy en lo correcto, ¿verdad? Pobrecilla... Si se entera de que sólo jugaste con ella para ensuciar mi nombre, seguramente se sentiría muy agraviada..."

Era cierto, deseaba ver hasta dónde podría llegar ese presumido al verse humillado públicamente a causa de las acciones de su mascota. Pero no fue sólo por eso. Mimea fue amable con él, la única que fue amable con él de todo Eos... Y él no tenía demasiado interés en el sexo, quería su cariño y sólo sucumbió una vez. Ante esa patética excusa, Iason se mostró implacable.

"Da igual que te la tiraras una o cien veces, Riki... Te follaste a Mimea y eso es suficiente para mí."

El simple recuerdo de su helada voz le flagelaba mucho más dolorosamente que el látigo que usaría a continuación. Pero cuando más le dolía era cuando sonaba ardiente en vez de helada.

"Hoy pareces mucho más sensible de lo habitual. ¿Te gusta que te toque aquí?"

Su mano enguantada viajaba por su torso, pellizcando su pezón para descender después hacia su pene y frotarlo lentamente por encima del tanga.

"¿Quieres correrte? Yo haré que te corras las veces que quieras..."

La mano siguió su ruta desde el endurecido sexo, rodeando sus caderas y llegando al centro de su trasero. Tras introducir el dedo en su ano, Riki ya no pudo continuar fingiendo...

"Haré que te corras las veces que haga falta hasta que te arrepientas de haberme traicionado. Eres mi mascota, Riki... Y haré que esa idea se quede grabada en lo más profundo de tus huesos..."

Tras hacerle volverse loco de placer, le hizo experimentar el dolor más extremo, el que sólo un Blondie de tremenda fuerza es capaz de afligir. Después volvió a darle placer, de nuevo un placer que sólo Iason había sabido proporcionarle. Y así sucesivamente, cayendo Riki en una espiral de locura que terminó por hacerle perder el sentido. Ahora despertaba sacudido de nuevo por el dolor de sus articulaciones y el escozor en los cortes..., para descubrirse echando de menos la maldita presencia del Blondie. Había perdido la noción del tiempo y tenía la impresión de que ese cabrón lo había abandonado a su suerte meses e incluso años atrás.

 Había perdido la noción del tiempo y tenía la impresión de que  ese cabrón lo había abandonado a su suerte meses e incluso años atrás

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

//cmd_iason_mink1325000 op2676_sischeck820/reboot_scripts7273/830

Júpiter se fijó en la consola que parpadeaba insistentemente.

"Otro cambio en el algoritmo... Ya es el segundo en una semana..."

A causa del primero, Iason había abandonado a su agotada y malherida mascota durante tanto tiempo. Fue la consecuencia de un incontenible ataque de ira que Júpiter había tratado de entender desesperadamente y que sólo podía ser comparado con el sentimiento al que los humanos llamaban "celos". Ahora sufría el segundo, y Júpiter no tenía ni idea de cómo interpretarlo. Siguió la alterada figura de su favorito a través de la videovigilancia, mientras avanzaba a zancadas aceleradas por los pasillos, para acabar materializándose a toda prisa en la estancia donde estaba encadenado y sangrando el mestizo.

Después observó estupefacta como el Blondie se acercaba con paso inseguro hacia la mascota y al encontrarlo inconsciente, trataba de reanimarlo con suaves palmadas en las mejillas. Al no obtener respuesta, llamaba al equipo médico, que descolgaban la mascota de sus cadenas y le transportaban con cuidado al apartamento de Iason. Una vez allí, el Blondie daba instrucciones para que lo acomodasen en su propia habitación y en su propia cama y despedía de la estancia incluso a su furniture. Con sus propias manos, Iason desnudaba al mestizo y lavaba y desinfectaba cada laceración del modo más extraño, primero pasando su lengua por cada herida para después untarlas con la mejor y más cara pomada medicinal. Al terminar le aplica una inyección antibiótica y otra tranquilizante, se desnuda y se mete con el mestizo en la cama, durmiéndose mientras lo abraza con fuerza.

Aunque le había resultado extraño a Júpiter y al resto de Eos, el capricho de Iason de traer y domesticar a un mestizo del Gueto como mascota, no ha sido hasta este momento que Júpiter apreciaba lo insólito de su comportamiento. Hasta entonces había achacado esas rarezas a su curioso y singular carácter, siempre a la búsqueda de nuevos retos que superar. Pero estas reacciones estaban fuera de toda previsión y ella deseaba..., no..., necesitaba comprenderlas.

"En su próxima interacción, estableceré conexión neuronal con Iason. Es la única manera de poder comprender y sólo debo cuidar de cortarla antes de que se me convierta en un vicio"

Se promete a si misma Júpiter, antes de cortar el vídeo-enlace.


La Cuña de JúpiterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora