Dilemma

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Una  fuerte ráfaga de viento alborota el dorado cabello de Iason, que  permanece de pie, paralizado e incapaz de apartar la mirada de la  silueta que va empequeñeciendo en la distancia

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Una fuerte ráfaga de viento alborota el dorado cabello de Iason, que permanece de pie, paralizado e incapaz de apartar la mirada de la silueta que va empequeñeciendo en la distancia.

En toda su existencia como Blondie, jamás hubo sentido tanto miedo como la noche en que le vio lanzarse al vacío desde el balcón del hospital. Fue rápido entonces, atravesó el cristal y le atrapó. Un segundo más tarde y lo hubiera perdido para siempre. Después le hizo el amor. Fue su primera vez y la alucinante sensación del interior de Riki aún le rodeaba la entrepierna, como si nunca hubiese tenido que salir de allí.

Al día siguiente despertaba y a los pocos segundos el pánico volvía a contaminar sus pensamientos. ¿Y si Riki lo volvía a intentar? ¿Y si la próxima vez no lograba llegar a tiempo? Ante sus insistentes preguntas, el mestizo respondía con un hosco silencio y la mirada fijada en el suelo.

— Dime qué te ocurre, Riki... ¿Por qué callas, mi mascota?

¿Cómo podía responder Riki a sus preguntas, si esas respuestas eran las que lo habían empujado al abismo en primer lugar? Riki El Oscuro, el indómito mestizo del Ghetto, el líder indiscutible de Bison, había sido convertido por ese miserable Blondie en un vicioso adicto al sexo. Y ahora, ese mismo Blondie le observaba preocupado, tratando de que con sus preguntas, Riki se creyese que realmente representaba para él algo más que un perverso pasatiempo temporal.

— Vamos mascota..., contéstame. Anoche yo..., yo sentí que podría haber algo... algo distinto entre nosotros. Algo mejor...

Ante tamaña hipocresía, Riki finalmente estalló.

— ¿Algo distinto, dices? ¡Me secuestraste! ¡Me mantienes aquí por la fuerza! ¡Me confundes con tus juegos perversos! ¡Me estás volviendo loco, Iason! Yo... yo no soy así... Yo no me someto, no me dejo dominar, no disfruto de ello... Soy un mestizo del Ghetto y tú eres un Blondie de Tanagura... Pero deseas cambiar eso y tengo miedo de que acabes por tener éxito. Si permanezco más tiempo aquí, acabarás haciendo que me olvide de quién soy... ¡Antes prefiero morir a vivir de esta manera!

Miedo y después, dolor. Un dolor insoportable en el pecho de Iason, un dolor que se traduce en más incomprensibles comandos para Júpiter. Tras luchar contra si mismo por varios días, finalmente toma una decisión. Pasa una última noche con la mascota en sus brazos. Lo toma con brutal pasión de todas las formas imaginables y al salir el sol, le retira el anillo. Ordena a Riki que cambie su vestimenta de Pet por las ropas que llevaba cuando lo trajo a Eos tres años atrás y después, él mismo lo lleva hasta el borde de Mistral Park.

— Te puedes ir.

Jamás hubo tres palabras que le costaran tanto. Riki, incrédulo y veloz, coge su chaqueta y antes de que Iason pueda cambiar de opinión, abandona el vehículo y con paso acelerado se aleja hacia Ceres, sin atreverse a mirar atrás.

Una fuerte ráfaga de viento alborota el dorado cabello de Iason... El Blondie se mete las manos en los bolsillos. De repente siente frío...

"Ya no llevarás ese anillo de Pet que te somete, Riki... Vuelve a Ceres, te daré un año de libertad... Un año para que vueles a tu antojo o te arrastres por el suelo...
Yo te esperaré, mi mascota... Esperaré a que llegue ese momento... El momento en que de verdad seas mío..."

"

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La Cuña de JúpiterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora