Cuarto acto: Sueños.
Jem y Tessa hablan de Will.
"—Will había tomado mi mano para traerme de regreso."
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Esa vez, como todas las ocasiones en la que se repetía ese escenario, juraba que esa noche, sí sería la ocasión donde Jem no lo contaría. Otro desfallecimiento a causa del veneno del maldito demonio que circulaba por sus venas, suplantando a la sangre.
Will se encontraba más lúcido que nunca, a pesar del cansancio, a pesar de las noches sin dormir; quería estar cada segundo con Jem mientras éste aún respirara. Le acarició el rostro pálido, bajando a las mejillas sin color, y estacionándose en los fríos labios.
—Jem... —soltó con desabrigo. Tomándole de la mano y darle del calor que ésta carecía.
No hubo respuestas. Su corazón y su mente fueron arrojados a otro pozo sin fondo, en una bruma que amenazaba con llevárselo si Jem no regresaba.
—Will... —Una voz se ahogó en el silencio, intentando anclar la mente del galés a tierra—. William, debes descansar, yo me quedaré por ti.
Con esa petición por parte de Charlotte, Will sólo negó con la cabeza, cruzando los brazos en el ras de la cama, sumergiendo la cara en ellos sin soltar la mano de su parabatai.
—Soy su parabatai. Donde esté él, estaré yo.
Charlotte dejó ir un suspiro, derrotada, haciendo un gesto con la mano al hermano Enogh de que lo dejaran solos. Escuchando cuando la puerta se cerró, Wiil hizo caso omiso a ese infierno, en tanto se calcinaba en el de Jem.
—Raziel, tráelo de vuelta —oró, refiriéndose al único protagonista por el cual él rezaría.
Se mantuvo así por medio de una hora repitiendo esas palabras entre dientes, hasta que, finalmente, el agotamiento de noches enteras cobró la factura que había postergado lo suficiente; dando la conseciencia como para quedarse dormido. Sin saber que, en un cuarto de hora después, los párpados de James Carstairs temblaron.
Su respiración se mantuvo controlada y para cuando abrió los ojos lentamente, el mundo volvió a cobrar color y líneas serpenteantes que dibujaban objetos, obtuvieron su forma.
Ladeó la cabeza con lentitud, buscando, buscando algo, buscando a alguien y, ahí estaba...
—William... —pronunció, inconsciente que sus labios amaban deletrear ese nombre cuando regresaba de saludar a la muerte.
Al producir sonido en su garganta, por débil que ésta fue, logró sacar de la cueva del letargo donde estaba sumergido su amigo. Will no quiso acelerarse por el hecho que se imaginó cientos de veces la voz de su parabatai llamándolo y, siendo él incapaz de llegar hasta donde se encontraba, se maldecía por ello. Por lo cual, empezó acariciándole los dedos encerrados entre los suyos, recibiendo respuesta cuando esas ramitas delicadas apretaron los suyos.
—Jem —Arrastró ese nombre casi con una pinza, tratando de equilibrar su voz y que no sonara tan quebradiza como la sentía, astillando su garganta.
Una exhalación profunda rompió la respuesta, cuando Jem tosió las últimas gotas de sangre, apretándole los dedos en señal que si le había escuchado. Will cerró los ojos cuando la ola avasalladora de alivio le ahogó la tormenta. Levantó la vista lentamente y, mirándole fijamente con una sonrisa en los agrietados labios, su parabatai le miraba.
—Jem —lo llamó de nuevo, porque necesitaba que su mente se cerciorara que no le jugaba una broma, que era real, que realmente había regresado.
Su parabatai mantuvo la sonrisa en su boca, asintiendo, a pesar de las ligeras gotas de sangres que la manchaban.
—Lo siento —fueron las primeras palabras que no armaban sus nombres. Sintió esa punzada de culpa aguijonarle el pecho, cuando notó las bolsas que colgaban de los párpados de su amigo, el nido de aves que crecía en su cabeza, su ropa desarreglada, y, y, y, habían muchos "y" en esa ecuación. Y la que más le dolía, la más dolorosa, era notar el vestigio de una humedad en las mejillas de su parabatai.
Había llorado por él. Había creído nuevamente que se iría de su lado. Aunque éste no supiera que escuchó todos sus llamados, indicándole el camino de regreso.
—¿De qué hablas, Jem? —Will se restregó los párpados con la solapa de la camisa y aprovechó para limpiarle la sangre a él de los labios. Le sonrió nostálgico, intentado controlar las ganas que tenía de abrazarlo—. Creo que estar tanto en cama, te afectó el cerebro.
—Perdóname por... —Hizo una pausa, para luego negar con la cabeza—, yo...
—¿Cómo te sientes? —le interrumpió, a sabiendas de lo que venía después de ese discurso a medias.
Sin ganas de abrir el caudal a una discusión, Jem prefirió irse a la vía que Will le estaba indicando para no rozar esas espinas que sabían que estaban ahí, y le estaban cortando.
—Cansado... —admitió, con una pequeña sonrisa cuando advirtió la infantil mueca que se había dibujado segundos antes.
—¿Cómo qué cansado? —Sonrió al fin, arrancándole una gota de alivio a su parabatai—. Si has estado en cama todos estos días. Te voy a dar una paliza cuando entrenemos si sigues en así.
Jem sonrió tenuemente.
—Y supongo que como yo he estado en cama, y tú a mi lado, ¿en qué momento has practicado?
Silencio.
Obtuvo un bufido como respuesta, segundos más tardes, lo cual le extendió más los bordes de los labios. Giró su cabeza sobre la almohada, y dejando salir una respiración extenuada, habló de nuevo:
—Duerme conmigo, Will. —le pidió, corriéndose un poco para que su parabatai se acostara con él.
—¿Una luna de miel sin pedirme matrimonio? —soltó sin negarse a la invitación, reluciendo una sonrisa florentina.
—Tú me has hecho proposiciones peores —le respondió, girándose sobre su torso y encontrarse con la mirada de cristal azul que, en muchas ocasiones, lo hacían sentir como si se encontrara en el vórtice de una tormenta.
Una risa que fue perdiendo volumen, hasta que finalmente Will se quedó dormido. Jem, por su parte, le acarició la mejilla y juntó sus frentes, obligándose a mantenerse despierto cuando la mecánica respiración de su parabatai le invitaba a perderse junto con él.
—Ahora yo cuidaré de tus sueños, Will.
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Triángulo Roto / Heronstairs
RomanceSerie de fragmentos en la historia de tres amantes que luchan por un amor. ¿Tessa era realmente el centro de ese triángulo? El profundo lazo que Cassandra Clare nunca contó. Un amor más profundo enlaza a estos chicos, y no es precisamente el lazo "...