Octavo acto: Mordidas.

401 40 16
                                    



Octavo acto: Mordidas.  

Will es mordido por un demonio.

"Y tocó las pocas veces que los había visto desde que se había unido a la Hermandad; los breves encuentros en el Instituto; la vez que un demonio Shax había mordido a Will y casi lo había matado, y Jem había ido desde la Ciudad Silenciosa y se había sentado con él, arriesgándose a ser descubierto y castigado."

—x—

Desde que había iniciado el día, el Hermano Zakariah se encontraba incómodo dentro de su propia piel. No sabía si debía al extraño silencio que paseaba por esos lares, más pesado de lo habitual en el centro de la hermandad o una premonición que intentaba alcanzar sus sentidos.

Sentía una perspicaz punzada dentro de su pecho que le borraba el sueño que la tinta del ángel difuminaba y el cansancio que no era palpable para su neutral sistema físico. No sabía cuál era el misterio pero ninguno le daba buena espina. Y sabía, en todas de la razón, que debía prestar más atención a la vena de alerta que le decía que algo no andaba bien.

Era como un vacío dentro de él, demasiado hondo, demasiado astillado para ver el interior. Las runas de hermandad impedían que los sentimientos adquirieran un color que pudiera ver, y no obstante, sólo dos personas hacían que esos hechizos flaquearan.

«William...»

No sabía porque ese fue el primer nombre que tocó su cabeza, si era porque su runa evaporada picaba bajo el manto de pergamino o por la extraña nostalgia que aún no tocaba del todo la armadura que ahora cubría su corazón.

Revivió escenarios pasados, luchas anteriores, risas antiguas, que lo rescataban de la consciencia que en ocasiones era demasiado constante. Empero, esta vez era diferente. No había ternura en acariciar aquella identidad ni menos calidez. Temía que ya todo fuese borrado y eso, sin saberlo, lo embotó de inquietud.

Vio al hermano Enoch acercarse desde el fondo de un pasillo sin cruces, barriendo sus pisadas en un silencioso andar en aquel lúgubre lugar habitado por la temerosa oscuridad.

«Zakariah —llamó en su mente—. Te estaba buscando».

Jem con la capucha cubriendo su rostro, lo recibió sin expresión. Su cuerpo volvió a sumirse dentro de la burbuja, impidiendo que todo epíteto de miedo, ansiedad y todo lo conexo a sinónimos de emociones, se esfumara como pájaros al aire. A pesar de verse vetado de todo lo anterior, existía un insensato nerviosismo bailando sobre su pulso.

El hermano Enoch llegó finalmente hasta él, deteniéndose y alzando la cabeza para mostrar una vista de su corte de ave rapaz. El silencio cae como una manta pesada. El aire se siente tan grueso que parece que estaban respirando gelatina. Y, en esa elipsis insana de todas las palabras perdidas, entendió el mensaje que le transmitía con sólo su presencia.

«¿Otra vez un dedo roto? », quiso saber Jem, a sabiendas de las urgencias por la que Will lo llamaba.

Quizás era porque tenía tiempo sin verlo, sin degustarse en sus bromas o la presencia de la mujer que ambos amaban que, esa repentina intranquilidad se volvió casi dolorosa.

A su pregunta, el hermano Enogh negó lentamente la cabeza.

«Fue mordido por un demonio Shax, su estado es crítico»

Quiso sorprenderse pero no pudo. Su corazón tampoco dejó de latir y se llevó una mano al pecho, pensando que su instinto aun prevalecía. Todavía su unión, que por tendencia, presentían la desgracia y la advertían.

Triángulo Roto / HeronstairsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora