6 de mayo del 2003

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Como si de una coincidencia se tratara, hoy hice el examen de admisión a la 5 de mayo. Me fue bastante bien, en realidad estuvo muy fácil. Además tenía en la cabeza la canción "Treat me like you did the night before" de los Beatles. Había usado esa canción cuando estaba estudiando para el examen y me ayudó a recordar ciertas cosas que ya había olvidado.

Lo mejor de todo fue que no vi a nadie de la Venustiano (osea de la secundaria) en el examen. Que bueno que nadie más escogió esta preparatoria. El 75% se van a ir al CBTA, 20% al COBACH y 5% ya no va a seguir estudiando.

Fue muy extraño, algo parecido a cuando hice el examen para la secundaria.

Entré a la prepa, tiene una explanada muy amplia y en medio tiene un templete en donde estaba el director, unos profes y las secretarias haciendo apuntes y revisando papeles. El director nos dio la bienvenida, nos deseó suerte y una maestra empezó a hacer filas alfabéticamente. De la A a la E. De la F a la J. De la K a la Ñ. De la O a la S y de la T a la Z. A mí me tocó estar en la cuarta fila. Pamela me había dicho que también se iba a meter a la 5 de mayo, pero no la había visto en todo el rato que llevaba. Hasta cuando empezaron a dividir las filas en más filas para llevarnos a los salones, ella estaba con los de la A a la D pero era la última. ¿Cuál será su apellido? Domínguez... Díaz... Dalaras...

Intenté llamarla, pero se los llevaron bien rápido a un salón, además estaba algo retirada de donde yo estaba.

Cuando le tocó a nuestra fila de ir a un salón, a un niño gordito le salió sangre y mocos de la nariz y se lo llevaron a la enfermería. Nos llevaron hasta el salón 6. A los cinco o diez minutos de que entramos, y justo antes de que repartieran los exámenes, llegó el niño gordito con dos bolitas de papel en la nariz y muy rojo de la cara por la vergüenza. Todos nos reímos al verlo, pero el profe rápidamente nos cayó y dijo que ya no estábamos en la secundaria, que ya íbamos a un nivel superior y teníamos que comportarnos a la altura. Yo sentía algo de pena ajena por el gordito.

Como ya escribí el examen estuvo demasiado sencillo y no fue tan "cabronamente difícil" como decían Matías y Ángel.

Cuando lo acabé entregué el folletito al profe y salí del salón con intención de encontrarme a Pamela, pero no la veía por ningún lado. Pensé que quizás todavía no terminaba el examen. Salí de la prepa y entré a la papelería que está cruzando la calle y compré un chocotorro y un delawere punch para que me dieran cambio y marcar a la casa para que fueran por mí. Me contestó Ángel y me dijo que iba a tener que agarrar el metrobus porque mis papás se habían ido y Matías seguía dormido.

Cómo no se me ocurrió llevar la bicicleta...

El problema no era usar el metrobus. El problema era que no sabía qué rutas pasaban cerca de mi casa. Y no ayudaba mucho que la 5 de mayo está a casi 30 minutos en carro de mi casa.

Le pregunté al portero que para donde quedaba la estación más cercana del metrobus, que era la estación Sócrates y me dio las instrucciones aunque no le entendí muy bien porque hablaba un español mocho porque era griego recién llegado a Alasán. Como pude llegué a la dichosa estación. Ahora habría que ver cómo iba a llegar a mi casa. Lo único que sabía era que la estación Polis es la que más cerca queda de mi casa. Pero el mapa de las rutas estaba rayoneado por grafitis mal hechos y stickers de dibujos feos. Tuve que preguntarle a un guardia cómo podía llegar a la Polis, pero aunque él sí hablaba bien el español, sus indicaciones no eran muy claras. Que vete para allá, que transbordas acá, que te bajas de la estación, que agarras una eco bici, que te devuelves por ahí, que le caminas cinco cuadras y llegabas. E hice lo mejor que pude haber hecho. Me subí al vagón y esperé a que llegara a la terminal y de ahí agarrar la línea verde, que es la que pasa por la estación Polis. Quizá si hubiera hecho lo que me dijo el guardia, habría llegado más temprano a mi casa. Porque, salí de la 5 de mayo a las 11, tomé el metro bus a las 11:40, llegué a la terminal a las 3:00 y a mi casa llegué a las 4:25. Por culpa de Ángel recorrí la ciudad de este a oeste y de oeste a norte. Pero debl admitir que la belleza de esta ciudad es inigualable. Hemos ido a Monterrey, a Chihuahua, a Tijuana, al D.F. y a Puerto Vallarta y ninguna de esas ciudades es tan hermosa como la mía. Con su arquitectura inspirada en las polis griegas, en los diseños del barroco y con un toque de ciudad japonesa. Y cuando terminen de construir la Torre Lambda será la mejor ciudad del país sin lugar a dudas.

(Nota del 19/09/16: Esta vez fue la primera vez que escribía sobre la Torre Lambda. El pobre Gael no se imaginaría que ese edificio viviría las mejores experiencias de su vida... y también la peor)

Diario Triste de un chico tristeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora